Cada fin de año es común hacer un repaso sobre los hechos y sucesos que acontecieron durante los últimos 12 meses, como parte de ello, el recuerdo de las personas que partieron del plano terrenal se hace presente; entre las luces que se apagaron este 2025, recordamos a personajes que dejaron un legado en el mundo, tales como David Lynch, Sebastião Salgado, Pepe Mujica, Julieta Fierro y -de manera más cercana- Huemanzin Rodríguez, por mencionar algunos.
A este listado se suma una de las mujeres más trascendentales para la ciencia en el último siglo, Jane Goodall, una etóloga pionera en la investigación de los primates. Es en honor de su memoria que en esta edición de Con-Ciencia repasamos el legado de la mujer que, con su característica sensibilidad, dedicó su vida entera al estudio de la vida silvestre.
En la charla Lecciones de vida de un espíritu indomable de la iniciativa Aprendemos Juntos de BBVA, Jane comparte, además de fragmentos de su vida y trayectoria, su interés nato en descubrir el mundo animal. El comienzo de su particular habilidad para observar se manifestó desde el momento en el que esperó durante más de cuatro horas para averiguar cómo ponían huevos las gallinas. Incentivada por la calidez de su madre, Jane cuenta que […] ese es el nacimiento de una pequeña científica: ser curiosa, hacer preguntas, no tener la respuesta correcta, proponerte averiguarlo por ti misma, cometer un error pero no rendirte y aprender a ser paciente.
Valerie Jane Morris-Goodall, nació en Inglaterra el 3 de abril de 1934; desde pequeña se sintió atraída por los animales, motivada por su curiosidad para conocer su mundo, sus comportamientos, su vida, etc. La llegada a sus manos del libro Tarzán de los monos fue crucial en su deseo por adentrarse en los hábitats naturales de los animales y convivir con ellos.
Jane junto al chimpancé David, 1965
Jane anhelaba viajar a África, estudiar la vida silvestre y escribir sobre ello, una idea que muchos cuestionaban por provenir de una mujer, esa fue una de las primeras barreras que enfrentó en su camino, el machismo del campo científico; por fortuna, nunca hizo mucho caso a las críticas que iban en contra de sus convicciones, así que después de trabajar como camarera pagó con sus ahorros un viaje marítimo a Kenia, en donde se acercó al Dr. Louis Leakey, un paleontólogo que la contrató como secretaria en el Museo Nacional de Nairobi. Tras observar su dedicación y entrega, el Dr. Leakey le encomendó la tarea de estudiar las familias de chimpancés en el bosque de Gombe, en Tanzania, una oportunidad que la emocionó al poder investigar al pariente vivo más semejante al hombre.
En 1960 Jane llegó a Gombe, donde desarrolló aún más su capacidad de observación, se guiaba principalmente por su instinto, ya que no tuvo una preparación académica que la indujera en el campo. En el episodio Jane Godall del podcast Biografías de Phileasfogg, la etóloga cuenta que no tenía miedo de convivir con los primates, pues no había estudios sobre ellos, por lo tanto, se desconocía lo peligrosos que podían llegar a ser; ese desconocimiento le permitió buscar establecer contacto con los chimpancés, lo cual consiguió hasta relacionarse con ellos a corta distancia. A diferencia de los científicos convencionales, ella les otorgó nombre en lugar de un número para identificarlos.
Inicialmente su estancia la realizó de manera solitaria, teniendo completa libertad en su estudio y en la aplicación de su método de observación, fue así como consiguió uno de sus más grandes aportes: los chimpancés también utilizan herramientas, un descubrimiento que consiguió al observar a un ejemplar sentarse a un lado de un nido de termitas, tomar una rama y quitarle las hojas para después introducirla en el agujero del nido, esperar un poco y luego sacarla para después llevársela a la boca; de esta manera, logró poner en duda al hombre como la única especie que utilizaba herramientas.
Cuando dio cuenta de esta observación, no fue bien recibida por el ámbito científico, pues los hombres de este campo demeritaban su hallazgo, principalmente por su falta de preparación académica; fue así como el equipo de National Geographic envió al fotógrafo Hugo van Lawick, quien se convertiría en su primer esposo, para documentar el descubrimiento. A Jane le validaron su observación después de que vieran el material del fotógrafo.
A partir de este momento, comenzó a ser reconocida a nivel mundial, pero ante las duras señalizaciones sobre la ausencia de su título universitario, el sitio oficial de Jane Goodall Institute registra que el Dr. Leakey consiguió que cursara un doctorado en etología en el Newnham College de Cambridge, en donde su tesis doctoral sobre el comportamiento de los chimpancés en el arroyo de Gombe dio pauta a un programa de investigación.
Sus estudios sobre los chimpancés arrojaron que también desarrollan emociones complejas como el miedo, el afecto y la envidia; así como su participación en guerras, eventos que demuestran la brutalidad de su ser. Goodall fue particularmente cercana a algunos chimpancés, entre ellos destaca Flo, la matriarca de la reserva de Gombe, quien además de tener un papel importante en el desempeño de los chimpancés, también fue un ejemplo para Jane en la maternidad.
Tras atestiguar la guerra entre la especie y la epidemia de polio, la etóloga se percató de la importancia de concientizar sobre ello y los peligros que atentaban contra la especie, fue así como en 1977 fundó el Instituto Jane Goodall, que de continuar la investigación en Gombe se extendió a distintos programas a nivel mundial. Desde ese momento, se dedicó a la creación de estudios y programas enfocados a la conservación, tal como lo hizo con Roots & Shoots, un proyecto fundado en 1991 con la finalidad de educar principalmente a los jóvenes.
Su trayectoria comenzó desde hace 65 años, cuyo esfuerzo le fue reconocido al ser nombrada Mensajera de la Paz de las Naciones Unidas, así como con otros galardones internacionales. Además de sus libros y estudios, Jane dejó memorables postales, entre las que destaca el emotivo abrazo con Wounda, una chimpancé que logró ser rescatada del tráfico ilegal. Este momento resume parte de su trabajo: la comunicación entre especies.
Jane Goodall falleció el pasado 1 de octubre de 2025, cuyo legado será recordado por su concientización sobre las amenazas a la vida silvestre, la conservación y el fomento de una relación armoniosa entre los humanos con los animales y la naturaleza, así como por trazar un camino de estudio en un área poco explorada por el mundo científico.