Nuestras fiestas, próximas a celebrarse, se llenan de todos colores, aromas, sabores y materiales, influencias de muchas partes del mundo. Desde el pino mexicano hasta las más variopintas esferas, cuyo vidrio inició hacia el año 5000 a.C. en Mesopotamia, pasando por el ponche, de influencia proveniente de India y África, y, en muchos casos, nacimientos, cuyo arte sacro llegó con la invasión española. Así, en este ir y venir, México se apropió de cada una de estas tradiciones, por supuesto sumando las propias, y en este Para dar la vuelta, trazamos una pequeña ruta de sitios que hoy, son conocidos alrededor del país por dominar las técnicas que llenan de tradición y color nuestras fiestas decembrinas.
Los nacimientos realizados con barro son de los favoritos de muchas familias, y la alfarería rigurosa de este espacio va desde los coloridos acentos huicholes, que entre chaquira y chaquira dibujan los símbolos patrios, como el águila en un nopal, sobre la túnica de María y los Reyes Magos, hasta el barro negro oaxaqueño que hace del misterio (María, José y el niño Jesús) una escena más sobria, pero no menos digna de ver.
Algunos aseguran que los coleccionistas más conservadores se hacían de nacimientos con hoja de oro; otros, que ya no cualquiera porta una digna escenografía, pues no están dispuestos a esperar el estofado, que implica secar la madera, estucar y lijar; algunos más desafían tradiciones y prueban las mezclas de materiales y texturas, como las fibras naturales o la hoja de lata, que lleva pigmentos naturales y estaño, para que la lámina se pigmente; y otros más optan por el soplete, las pinzas y el vidrio estirado para dar vida al misterio y el pesebre, pero sin duda, todos dominan el arte de sus manos y la herencia de sus familias para ofrecer a los visitantes adornos al estilo de cada hogar.
Europa y Medio Oriente son dueñas de buena parte de nuestras tradiciones decembrinas, sin embargo, el carmín de las nochebuenas nació de las tierras de México. Los aztecas, la conocían como cuetlaxóchitl, que del náhuatl se puede traducir como flor que se marchita o flor de cuero.
Los productores de esta flor la conocen en realidad como un arbusto, pues la estrella roja que nace, no son pétalos, sino hojas que obtienen su color flamante tras una exposición limitada al sol, es por eso que ellas prefieren el invierno. Sonora es la versión jaspeada, la blanca destaca del resto por su palidez, la mármol parece casi un desmayo de nochebuena; la ice punch se rebela con brotes rosas en el centro de su hoja, todas conservan la indudable figura de su ser.
Si uno se queda en la ruta de las chinampas, llega al Mercado Madreselva, camino a Nativitas, en donde puede ver esta flor en el esplendor de sus tamaños, colores, y, por qué no, en la aplicación de nacimientos y otras escenas navideñas montadas en pequeñas macetas.
Varilla de vidrio neutro, un soplete y gas. De ahí nace el bulbo, que se calienta entre los 360 y los 400 Cº, dependiendo el grosor de la varilla, después pasa por la única máquina en este proceso artesanal, conocido como el área de metalización, que, con un pedazo de metal y al alto vacío, resulta en un color metálico. Y así, nace una burbuja transparente, fría y frágil, que próximamente será una arrogante esfera colgada.
Pinceles, tinteros, diamantinas y pinturas de agua o aceite, les dan a estas esferas el adorno que las deja listas para el encasquillado y, posteriormente, el empacado.
Los locales aseguran que fue el jalisciense Rafael Méndez quien puso el primer taller de esferas en esto que hoy es reconocido como un Pueblo Mágico. De ahí, sus aprendices continuaron con la fundación de talleres, que actualmente, son cerca de 300 alrededor de Chignahuapan.
Hoy, nuestras calles se ven más iluminadas y coloridas con el paso de los días, próximamente, nuestra mesa se regocijará con los más extravagantes platillos, y, con esta corta ruta, esperamos que Gaceta Veintidós les acompañe, ya sea con un dato curioso para compartir, o con la visita de alguno de estos lugares que, cada año, fomenta la economía de familias y comunidades.