El Librero

La transgresión de la muerte en La amortajada, de María Luisa Bombal

Por: Ian Castelo
Gaceta Nº 226 - 02 de enero al 16 de enero


A las orillas del riachuelo bonaerense, durante los años treinta del siglo XX, la escritora chilena María Luisa Bombal (1910-1980) solía conversar con el escritor argentino Jorge Luis Borges sobre literatura. La estrecha amistad que mantenían desde hacía poco tiempo les permitía escucharse y compartir las obras literarias que cada uno iba escribiendo. Cierta tarde en que los dos autores caminaban a un lado del cristalino caudal, la Abeja de Fuego – como Pablo Neruda solía llamar a Bombal – le platicó a Borges acerca de una novela que estaba escribiendo: La amortajada. La autora chilena cuenta en su Testimonio autobiográfico que el prolífico escritor argentino, al escuchar la propuesta literaria, le comentó que era imposible escribir una novela así porque se mezclaba lo realista con lo sobrenatural. Sin embargo, ella hizo caso omiso de la opinión del autor de Ficciones y continuó escribiendo su obra.

En esta edición de El Librero, nos adentraremos en la penumbrosa historia de La amortajada (1938), la segunda novela de la escritora chilena María Luisa Bombal, una obra tan importante para las letras hispanoamericanas porque supuso la ruptura con ciertos esquemas narrativos y, a su vez, abrió nuevos cauces que renovaron el género novelístico durante el siglo XX. A criterio de algunos investigadores, La amortajada resultó tan innovadora para las letras latinoamericanas como lo fue Pedro Páramo (1955) del autor mexicano Juan Rulfo, con cuya trayectoria literaria tiene, de hecho, cierta afinidad.


La amortajada: resoplos de vida durante la muerte


Ana María, la protagonista de esta nouvelle, entreabre sus ojos de largas pestañas. Se encuentra recostada en el lecho ante unos cirios que iluminan levemente la habitación en que sus familiares rezan y velan su cuerpo inerte…porque ella está muerta, aunque su alma – en la que ella no creyó nunca mientras estuvo viva – despierta en pleno velorio. La historia arranca de esa manera, y se desarrolla a partir de los recuerdos que desfilan en su indeterminada memoria cada vez que su hermana, amante o esposo, se postran ante ella. Ana María observa a los enlutados; los escucha, los siente, los rememora en un pasado de la vida que todavía palpita sobre ella.

A la manera de los fantasmas de Rulfo, la amortajada, en su condición de mujer muerta, no logra escapar del plano terrenal. De hecho, es interesante mencionar que el autor mexicano llegó a comentarle al escritor argentino José Bianco que la lectura de esta novela lo impresionó profundamente durante su juventud, declaración que esclarece la posible influencia de la novela de Bombal en los espectros de Pedro Páramo.

En La amortajada, el “fantasma” de la protagonista Ana María narra en primera persona, mientras su cuerpo es trasladado en el ataúd a las oscuridades del panteón, las remembranzas de su juventud en la que descubre el deseo sexual y el sufrimiento amoroso, el abandono y la resignación. De hecho, toda la novela es un vaivén de hechos y recuerdos que afloran ante su cadáver. Si bien la columna vertebral de la historia gira en torno al relato de Ana María, la voz narrativa transita a otros personajes, como la de su esposo Antonio, y el clásico narrador omnisciente en tercera persona se hace presente desde el primer párrafo: Y luego que hubo anochecido, se le entreabrieron los ojos. Oh, un poco, muy poco. Era como si quisiera mirar escondida detrás de sus largas pestañas. De esta manera, la polifonía de voces reconstruye, a través de los esbozos del pasado y el presente, la atormentada existencia de Ana María.

En La amortajada, la crudeza de la muerte confluye con los resabios de la vida. Si por un lado somos testigos del fúnebre velorio de Ana María, por otro nos sumergimos en los destellos de la vida de una afligida mujer, cuyo dolor, rencor y añoranza laten en su pecho muerto como reclamos por una vida que soñó pero que nunca tuvo, razón por la que su “alma” en pena observa y siente bajo los límites del mundo de los vivos.


Reflejos de la condición femenina en La amortajada


Si bien María Luisa Bombal nunca participó en el movimiento feminista – de hecho, en su Testimonio Autobiográfico confiesa que a pesar de sus ávidas lecturas de Virginia Woolf jamás se consideró como tal y, además, en ese mismo texto opina en torno al carácter del hombre y de la mujer bajo la tradición conservadora de su época – La amortajada sitúa de manera crítica y audaz el papel de Ana María, su protagonista, ante una sociedad que apuntala sus fuerzas sobre ella, instándola a ser feliz a costa suya. La autora se permite ciertos cuestionamientos que tientan contra el orden social y político de las mujeres de la época. Así como Lev Tolstói indagó en Ana Karenina el tema de la libertad de las mujeres para escoger a quién amar, más allá del orden que establece el matrimonio impuesto, María Luisa Bombal explora los interiores de una mujer que nunca fue feliz con su esposo. Su relación con él no sale de los abismos de la desdicha y la infelicidad. En cambio, a Ana María la consume el sueño y el deseo de un hombre a quien amó durante su juventud.

Por otro lado, según explica Lucía Guerra, compiladora de los textos completos de María Luisa Bombal y escritora de una amplia introducción a su obra, la literatura en general de María Luisa Bombal pertenece a una voz que decide hablar por sí misma sobre los problemas propios de la mujer, sin que algún autor varón ahonde los problemas femeninos desde la otredad. De hecho, Lucía Guerra vincula la escritura de Bombal, en particular su primera novela La última niebla (1934), con ciertos postulados de la escritora y editora argentina Victoria Ocampo, quien escribió en 1935 un artículo titulado La mujer y su expresión en el que dice que es a la mujer misma a quien le toca no solo descubrir este continente inexplorado que ella representa [su feminidad ante el mundo], sino hablar del hombre, a su vez, en calidad de testigo sospechoso.


Un cadáver que no deja la vida: entre lo realista y lo sobrenatural


Uno de los rasgos más novedosos de La amortajada para la época fue el tratamiento de la muerte. Según explica Lucía Guerra, en el contexto literario chileno que le corresponde a María Luisa Bombal, predominaba el criollismo, asentado en una visión realista y positivista del mundo. En cambio, La amortajada posee los rasgos de la realidad e irrealidad, de lo lógico y lo irracional, de lo natural y lo sobrenatural, cualidades claras de insubordinación literaria para su tiempo. De hecho, este insólito enlace entre lo misterioso y lo lógico corresponde con la propia visión del mundo, y en particular de la muerte, de la propia María Luisa Bombal, quien declaró en una entrevista que hemos organizado una existencia lógica sobre un pozo de misterios. Hemos admitido desentendernos de lo primordial de la vida, que es la muerte. Lo misterioso es para mí un mundo en el que me es grato entrar, aunque solo sea con el pensamiento y la imaginación.


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