Pantalla Sonora

Himno olímpico, una oda a la heroicidad y la nobleza

Por: Frida Rosales V.

Hablar de los juegos de verano es imposible sin antes hacer un recuento de su historia, sus símbolos, los elementos visuales y los momentos y figuras más destacadas que marcaron nuevos rumbos para la historia humana.

Y como parte de esta extensa línea de tiempo, la música acompaña cada paso trascendente de la humanidad, sobre todo, cuando de eventos importantes se trata. Los Juegos Olímpicos no son la excepción, y en este Pantalla Sonora, visitaremos el Himno Olímpico, su composición, origen y algunos otros intentos de posicionar a otras naciones como las madres de este tema.

Si nos remontamos a más de 2,000 años atrás, encontraremos la primera huella de este himno surgido en el año 766 a.C., como una festividad en honor a Zeus; sin embargo, las primeras seis décadas de las Olimpíadas no contaron con un himno oficial, y fue hasta Atenas 1896 que se estrenó el tema compuesto por los griegos Spiros Samaras y Kostis Palamás. En los años consecuentes, cayó en el olvido hasta que a finales de la década de los 50, el Comité Olímpico Internacional (COI) lo reconoció como el tema oficial que suena hoy al inicio de la ceremonia, mientras se iza la bandera y al final, mientras se baja en la clausura de estas competencias.

Muchos intentaron la gloria del carácter solemne que el himno aportaría a este gran evento, entre ellos, el compositor de origen polaco Michal Spisak, quien obtuvo alta valoración por parte de los músicos profesionales, sin embargo, la aceptación del público no fue tan vasta debido a la complejidad tanto de ejecución como de escucha.

El Olympic Fanfare compuesto por Aarre Merikanto obtuvo una notable participación, sin embargo, la Segunda Guerra Mundial se interpuso entre el evento, el mundo y su partitura, dejando de fuera su participación.

Un caso de excesivo nacionalismo se le atribuye a Richard Strauss, quien, por encargo de Hitler, compuso una obra para coro y orquesta que sonó en Berlín 1936 con el texto de Wilhelm von Scholz, que era una oda germánica dedicada a las batallas de Sigfrido.

John Williams fue protagonista en 1996 en los Juegos de Atlanta bajo el tema de Summon the Heroes, una obra que recuerda una antigua fanfarria compuesta por el mismo músico.

Conocido en griego como Kanttha, finalmente fue el tema encargado por el entonces director del COI, Demetrios Vikelas, y compuesto por Spyridion Samaras, particularmente admirado por sus óperas, quien además formó parte de la generación de compositores que anunciaron las obras de Giacomo Puccini y uno de los exponentes más importantes de la Escuela Jónica que acompañó un poema escrito por Kostís Palamás, el que se laureó con la permanencia.

Si bien solo existe en griego (idioma de origen), inglés y francés, en español se traduce de la siguiente manera:



Espíritu inmortal de la antigüedad, Padre de lo verdadero,
lo hermoso y lo bueno. Desciende,
preséntate, Derrámanos tu luz sobre esta tierra y bajo este cielo,
Que fue el primer testigo de tu imperecedera fama.
Dad vida y vivacidad a esos nobles juegos
Arrojad, guirnaldas de flores que no palidecen.
¡A los victoriosos en la carrera y en la contienda!
¡Crea, en nuestros pechos, corazones de acero! (bis)
En tus ligeras llanuras, montañas y mares
Brillan en un matiz roseo y forman un enorme templo
En el que todas las naciones se reúnen para adorarte
¡Oh espíritu inmortal de la antigüedad!


Sin duda un símbolo de solemnidad y proeza que, en sus inicios, buscaba acercar a quienes participaran a la divinidad de los dioses olímpicos, un sentimiento que, con medalla en cuello, no debe ser ajeno al ser.



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