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Jeanne Córdova, una marea creciente

Por: Frida Rosales V.

Al hacer un brevísimo repaso por las últimas décadas del movimiento LGBTIQ+, es reconfortante encontrar fuentes inagotables que lo siguen. México es un reflejo de la batalla constante entre valores de décadas pasadas, presentes y futuras; nuestro país vecino del norte, Estados Unidos, es también otra página de lo que está ocurriendo en el mundo. Fue ahí, a finales de la década de los 60 y los inicios de los 70, que el movimiento cobró un nuevo sentido. De no ser ahí, habría ocurrido en cualquier otro lugar, en cualquier otra década y bajo la mente de cualquier otra persona, pero fue el trabajo de Jeanne Córdova, activista y escritora, el que marcó el parteaguas para el movimiento por los derechos de la comunidad LGBTIQ+.

En días pasados, el doodle de Google ilustró a este personaje, en el que se destacaba su reconocimiento con el Premio Literario Lambda, así como por una vasta obra consecuente a esos años; pero también, esta figura dio vida a uno de los primeros medios en Estados Unidos en dar voz a la comunidad lesbiana, que además, marcaría el rumbo de una nueva ola de mujeres cuyo orgullo no se resumía a su género, sino que, por primera vez, celebraba también su sexualidad.

Fue el 3 de octubre de 1970 en que Córdova marcó la historia, sin saberlo, de todo un movimiento. Con 22 años, Jeanne ya se había unido a la organización de derechos de las lesbianas en Los Ángeles y con un objetivo claro, fundó, junto con otras mujeres de la comunidad, The Lesbian Tide, la primera publicación lésbica de Estados Unidos que, además, hacía uso del término lesbiana por primera vez entre páginas impresas.

Por supuesto esta fundación tenía una razón de ser. Durante 1969 en Estados Unidos, podían distinguirse únicamente dos clases dentro de la comunidad LGBTIQ+, la que estaba en conflicto y la que se sentía en conflicto, había un sufrimiento interiorizado. Conflictos entre familias, legales, laborales, políticos y sociales eran la única realidad conocida. Durante los tres años siguientes, comenzó una revolución, pacífica, pero no mínima, que marcó el inicio del espíritu que hoy, en letras grandes y coloridas, se lee en edificios, ventanas, pancartas y anuncios, orgullo.

Desde los primeros días, el movimiento ha estado conformado por múltiples comunidades muy diversas entre ellas, diferencias marcadas por el género, la raza, el nivel socioeconómico y, por supuesto, la sexualidad. Y el acabose (si es que se debe resumir a uno solo) era la constante búsqueda de respuestas sin un lugar en dónde encontrarlas.

Los inicios de The Lesbian Tide comenzaron como un espacio para hablar con instituciones educativas, y conforme su distribución se fue expandiendo, se centró en la visibilidad de experiencias y de redes de apoyo; temas de relevancia para la comunidad de lesbianas como igualdad de género, derechos civiles y la representatividad de la comunidad, así como el impacto cultural y artístico, en donde se reseñaban libros, películas y eventos culturales, creando además un espacio para artistas y escritoras lesbianas.

Para las lesbianas, el movimiento de la comunidad iba pasos atrás, pues se enfrentaban a dos grandes batallas que iban de la mano: las lesbianas siempre eran imbuidas por el orgullo de ser mujeres, y ergo, no había claridad en su lugar en el movimiento homosexual. Sin embargo, la lucha por el respeto era imperativa y la clara prueba era la indignante definición del término lesbiana de aquellos momentos, una libertad sometida a la furia acumulada de todas las mujeres a punto de explorar.

Como parte de su trayectoria y movimiento, Jeanne Córdova traspasó las etapas del orgullo LGBTIQ+. Del enojo por la falta de apoyo, pasó a la construcción de instituciones, centros y bares, espacios en donde su seguridad y libertad fueran inquebrantables, para, en un último momento, volver a traspasar las barreras y ver el sentimiento de orgullo salir de esos espacios pre-creados por la comunidad, sin limitaciones y exigiendo el derecho de que ese mundo, también les perteneciera.

Como parte de esta segunda etapa, la consolidación de espacios como If Club o The Catch, se volvieron recintos sagrados en donde podían conocer, ser libres y divertirse.

En su último libro, When we were outlaws, Jeanne hace una revisión entre su vida personal y su trayectoria política, y fue esta obra la que le mereció el Premio Lambda Literario, atribuido por la Fundación Literaria Lambda de E.U. a obras publicadas con temáticas LGBTIQ+. Hoy, Jeanne Córdova es recordada por un doodle, sí, pero vive aún en la lucha que consolidó y a la que dedicó su cuerpo y alma.


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