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Y si tu mamá te lo dice… ¿Vas y lo haces?

Por: Sergio Meza

¿Llevas suéter?, ¡No cenes pesado que vas a tener pesadillas!, ¿Con quién dices que vas?, Y si lo encuentro yo ¿Qué te hago? Estas y otras máximas similares integran uno de los códigos normativos más enraizados y respetados en la sociedad mexicana, el de las madres. Reza un graffiti, contra toda autoridad excepto mi mamá, y es que la potestad materna es quizás la de mayor jerarquía en muchas culturas, incluyendo la nuestra. Esa jurisdicción viene acompañada de su propio manual de comportamiento, aquél que define el deber ser de la vida cotidiana, mediante una serie de tips, consejos o hacks, que vienen, o al menos eso parecen, en el código genético de la maternidad mexicana.

Guardar el dinero en más de un lugar, aprender la dirección de la casa junto con dos o tres teléfonos, saber usar el transporte público, colocarse una cáscara de cebolla en la cabeza para no llorar mientras se pica la verdura, cargar con broches, hilos rojos para evitar el mal de ojo y un sinfín de consejos más, son los que integran ese mamotreto infinito de máximas que parece incluirse en el ADN materno desde el primer momento.

Muchos de ellos evidentemente útiles, otros no tanto y unos más directamente sin evidencia tangible, exploraremos un par de los más comunes para atrevernos a completar, o corregir, esos consejos que hemos escuchado una y mil veces.


¡Ponte el suéter!


Replicado hasta el cansancio, el meme por excelencia, escrito con letras de oro en el decálogo de la maternidad responsable, el suéter se ha vuelto, en el imaginario materno, el antídoto infalible ante cualquier enfermedad respiratoria. Dotados de un absoluto poder abrigador que haría sonrojar al equipo de marketing de cualquier marca de suavizantes, los gruesos abrigos, chamarras e impermeables que nos calaban desde nuestros primeros días fríos en este mundo, parecen inamovibles en la mitología del cuidado materno.

Sin embargo, su triunfo infalible como escudo deflector de estornudos y accesos de tos puede ser cuestionado. Cualquier médico puede confirmar que, si bien la protección contra el frío ayuda a nuestro organismo a impedir el daño provocado en las vías respiratorias por el seco viento invernal, no guarda una relación directa en la prevención que puede generar ante el virus de la gripe. Resulta más importante contar con las vacunas adecuadas en la época más grave de infecciones respiratorias, llevar una dieta balanceada que permita un sistema inmune sano, mantener una buena hidratación, la constante limpieza y desinfección de manos y mantenernos alejados de potenciales focos de contagio.


¡Te vas a quedar ciego!


El mito materno es el de la figura abnegada que va a hacer todo lo posible por proteger al fruto de sus entrañas de cualquier daño que pudiera causarle el mundo, o en ciertos casos, el daño que pueda provocarse a sí mismo de forma accidental. Quizás el caso menos dramático, pero más recurrente, sea la protección materna ante una pléyade de terribles enemigos que no buscan sino causar un daño permanente a los sentidos de sus mijitxs. Esta despreciable liga del mal la integran peligrosos aparatejos tales como la televisión, el celular, las computadoras, los videojuegos, las tablets, las bocinas, los audífonos, o, en el peor de los casos, la combinación de dos o más de ellos.

La constante advertencia por ver la televisión de forma excesiva, o a una distancia dañina, ha evolucionado en épocas más recientes al uso desmedido de smartphones, que si bien no acarrea la carga negativa del daño que pueden causar a la visión, sí provoca el miedo ante posibles complicaciones corporales que puede provocar, como por ejemplo, problemas en la postura, dolores de espalda y cuello, etc.

En el caso de los auriculares y las bocinas, el miedo es causado por la posible afectación que puedan provocar al sentido auditivo por escuchar música en volúmenes muy altos; de por sí nos andan dice y dice y dice como para que además, el daño sonoro nos entre por un oído pero no salga por el otro.

En este punto la ciencia médica apoya la férrea defensa materna. El uso de pantallas de cualquier tipo con una iluminación ambiental incorrecta, mientras se mantiene una postura inadecuada, puede derivar con el tiempo en problemas de salud como fatiga visual, mareos, dolor, falla en la visión periférica, etc. Además, en cuanto al ruido refiere, la medicina indica que debe evitarse una exposición mayor a 85 decibeles, en especial durante varias horas continuas, en caso de que no se pueda evitar, lo mejor es brindarle protección adicional a los oídos mediante el uso de tapones para evitar complicaciones posteriores.


Algún día me lo van a agradecer


No hay maternidades perfectas, ni manuales para conseguirlas. Probablemente sea un error en sí mismo la idealización de la figura materna porque ello involucra perpetuar roles de género que colocan a la mujer en la figura obligatoria de la madre sacrificada que debe priorizar la crianza antes que su propia vida. A estas alturas, con el progreso constante, pero aún insuficiente, de la maternidad deseada, vale la pena reflexionar en torno a esta figura y sus características.

Pero hay que admitir también que, sea por tradición, cultura o instinto, los cuidados maternos suelen girar en torno a los mismos puntos, no por nada las frases de mamá ocupan un lugar particular dentro del imaginario colectivo. En México, ya sea el popular temor por la chancla, la advertencia por nuestros amigos y su actuar ante hipotéticos puentes, saber que el hogar no es ni hotel ni restaurante, y que mientras estemos bajo su techo se hará lo que ellas digan, las indicaciones de mamá (que no de la madre, que es distinto) permanecerán como la brújula en nuestro mapa para un sinfín de decisiones, sea que queramos o no.

Y es que al final, ellas nos lo dicen porque son quienes son, y punto.


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