Pero es que sólo así,
las mujeres,
las que sacan su carácter,
sobresalen.
Y, a las mujeres
que no sacan su rabia,
su coraje,
no sobresalen.
Mamá, de Xun Sero
Lectora y lector, comentaremos tres películas mexicanas que tienen por protagonistas a mujeres indígenas. Esperamos, de corazón, que los comentarios la y lo impulsen a buscarlas en las plataformas donde se encuentran publicadas.
Es un cortometraje documental de Juan Carlos Rulfo enfocado en la extraordinaria corredora María Lorena Ramírez Hernández. La fotografía de la película permite conocer la Sierra de Chihuahua donde nació y creció nuestra protagonista.
En un lugar llamado Los Hormigueros, en Guachochi, Chihuahua, hay un bosque lleno de altos pinos, con unas cañadas verdes adornadas con pequeñas flores de colores, pequeñas estrellas del paraje. Ahí en una humilde casa de cuatro paredes, construida con troncos, vive una de las más impresionantes deportistas de México.
Lorena de pies ligeros pertenece al pueblo rarámuri que habla un idioma con una fuerza particularmente atractiva; desde mi ignorancia, es una lengua que suena tan misteriosa y seductora como el japonés.
Las labores de la vida cotidiana: sembrar, cosechar, llevar un pequeño corral de cabras a pastar, hacer fuego y coser la ropa, son el entrenamiento de una corredora de alto rendimiento.
La tienda más cercana se encuentra a 10 km de distancia y a Lorena, como a su familia, nunca les ha gustado el transporte público, prefieren caminar cada vez que hace falta. Su padre también es corredor.
Y, cuando hay un maratón en la ciudad de Chihuahua, no sólo recorren la distancia de la competencia, sino también la que los separa de la ciudad. Como asegura Lorena - que no disfruta mucho el tomarse fotos con sus admiradoras y admiradores - se compite porque se necesita el dinero del premio para sobrevivir.
La vida no es fácil en muchas regiones de México, porque el modelo económico del mundo no tiene en cuenta muchas formas con que la humanidad se gana la vida, como las de los pueblos originarios.
Lorena desprecia los zapatos deportivos, le gusta más correr 100 km a campo traviesa con sus sandalias. En ella va el canto rarámuri que habla del corredor; no te lo pierdas en https://www.netflix.com/mx/
Esta película de ficción, dirigida y escrita por Ángeles Cruz, retrata la vida de tres mujeres del pueblo de San Mateo en la Mixteca oaxaqueña, lugar donde la música, según el retrato que registra el filme, parece ser extraordinaria, a diferencia de la vida que llevan los y las habitantes, y particularmente, ellas, las mujeres.
En San Mateo rige una autoridad comunitaria representada en la figura de una persona que se encarga de determinar la aplicación de las leyes a lado de la autoridad gubernamental, así como de convocar al pueblo para tomar las decisiones difíciles o de carácter colectivo que se requieran.
Por ejemplo, a Chabela, una de nuestras protagonistas, el consenso comunitario le resuelve la acusación que su esposo le hace: no puede irse con otro hombre porque le pertenece a él. Y, para nuestra impresión, oímos en el largometraje cómo convocan para el caso a todas las gentes del pueblo en la plaza a las tres de la tarde.
También, en San Mateo, hay muchas casas de cuatro paredes construidas con troncos, como la del padre de María; pero hay otras, también de cuatro paredes, echas con tabiques de concreto que, en su mayoría, sólo están repelladas y pintadas al interior. Sus paredes son de colores pastel, como la del gran amor de María: Piedad. En esas casas se ama como dicta la familia, o simplemente, se pierde a la familia.
Y en el pueblo, también, están las historias más tristes, de las que se callan por vergüenza y miedo, como el abuso que sufrió Toña cuando era niña y que ahora sufre su hija. Historias que en todas partes favorecen al género masculino y justifican sus crímenes.
Esta película puedes verla en https://www.filminlatino.mx/
Es la vida de Hilda Rodríguez Méndez, una madre soltera tzotzil y excepcional. El documentalista Xun Sero, su hijo, quien escribió y dirigió esta hermosa película, nos confiesa en la misma, la probable motivación que lo impulsó a realizarla. Durante toda su infancia, por influencia de su padre y de la sociedad, consideró que su madre era la culpable del abandono del progenitor: Es doloroso saber que no supe ver lo que mi mamá estaba viviendo.
Las mujeres en Oxinam, Chiapas, de donde es Hilda, son quienes acuden de vez en vez a poner los altares en las tumbas de quienes ya han partido. Les ofrecen su trago, su Coca, un pequeño arco hecho con flores y plantas. Platican con ellas y ellos y les piden su compañía, en otras palabras, riegan las raíces.
También son quienes levantan la cosecha. Donde, cuando es buena, viene una calabaza del tamaño de una sandía que debe cortarse con un machete tan largo como una pierna. ¡Qué dominio tienen para el filo! y la sonrisa nunca falta cuando una cámara llega de improviso.
Además, ellas son quienes están hincadas al fuego, cosiendo las tortillas en su dura redondez o desgranando los elotes. De una de ellas, de su abuela, Hilda aprendió todo lo que se necesita saber, nos cuenta en el filme: trabajar la tierra y hacer tortillas.
A cambio, ellas no pueden elegir con quién se casan, tampoco pueden decir que no a ningún hombre y es impensable que críen solas a sus hijas o hijos. Por esta contradicción, resulta este documental, imperdible.
Para más información sobre la película, visita: https://www.documentalmama.com/