Top Cine

Eva, periplo y madre de la insurrección

Por: Frida Rosales V.
Gaceta Nº 202 - 2 de enero, 2024


Perón se lee en las pancartas; Perón es el eco de las voces que gritan en religiosa armonía; solo que no es para el Perón que llena la silla presidencial, es para el asiento reservado a su lado, aquel utilizado por María Eva Duarte de Perón, Santa Evita, mujer que no fue símbolo religioso únicamente porque su corriente política discretamente demandaba un cierto nivel de ateísmo.

Quizás fue la sonrisa, quizás fueron los múltiples discursos, quizás fueron sus orígenes o quizás simplemente, supo utilizar lo que tenía, pero Eva Perón poseía la baza que le daría la gloria ante el pueblo argentino mucho antes de que el complejo Kennedy-Mansfield la volviera mártir, aunque sin duda, recordarla ahora tan vívidamente es un indicio de que la muerte a la edad de Cristo le sentó bien.

El calendario marcaba un miércoles 17 de octubre de 1951, ese día los argentinos descubrieron la transmisión televisiva que la protectora de los descamisados inauguraba irónicamente con su despedida.


Yo no valgo por lo que hice, yo no valgo por lo que he renunciado, yo no valgo por lo que soy ni por lo que tengo.

Yo tengo una sola cosa que vale, la tengo en mi corazón, que quema en el alma, me duele en mi carne y arde en mis nervios: es el amor por este pueblo y por Perón.


Una multitud enardecida y cubierta en llanto en la Plaza de Mayo despedía a una líder que atravesó décadas como la abanderada de los más vulnerables. Hoy esa figura sigue presente en muchos corazones, algunos recuerdos se rodean de nostalgia y amor, otros, de un profundo y reacio odio; sin embargo, con la abrupta, y al mismo tiempo esperada, llegada del 2024 y nuestra perenne afirmación de que es preciso soltar para recibir, en este Top Cine hablaremos de cuál es su extremo opuesto y qué tan justamente extremo puede resultar el no soltar, y lo haremos en manos de una de las más vertiginosas experiencias de Eva Perón, la de su cadáver.


Eva no duerme
(Dir. Pablo Agüero)


Esa santa pagana que destronó a Dios. La voz de esa hembra es una plaga. 22 años después de su muerte, Eva Perón regresó.


La yegua, ella provocó el caos, por esa hembra las bestias invadieron la capital; obreros, indios, paisanos desdentados. Una mirada de enfermiza afición que retoma hechos, documentos y literatura para exponer en tres capítulos la primera de muchas etapas que el cuerpo de Eva Perón enfrentaría, comenzando por la Confederación General del Trabajo (CGT) y con El embalsamador a cargo de preservar el cuerpo de Eva; Imanol Arias deja a la familia Alcántara para encarnar al doctor Ara, alma que dedicó desvelos y arte para que la figura inquebrantable de Eva fuera eterna.
El transportador y El dictador son el segundo y tercer capítulo respectivamente, y cada uno agrega amargura y desasosiego a la atmósfera; aquí no aplica el fundamento mientras más avanza la historia, porque desde el primer momento, la crudeza de un cadáver que permaneció robado, profanado, desaparecido y recuperado por poco más de dos décadas, invade hasta los huesos.


Evita
(Dir. Alan Parker)


Unos años después del Expreso de medianoche, Alan Parker se aventura en el musical y explora el talento de Madonna en la figura de Evita y de Antonio Banderas, omnipresente narrador que encarna al Che. En acciones insinuada, en palabras, explícitamente cantada, Tim Rice y Andrew Lloyd Webber (encargados de las letras y la música respectivamente) llenaron de tintes y desparrames irónicos la figura de María Eva Duarte, reestructurando su imagen para enmarcar a una mujer mucho más ambiciosa, casi vulgar, cuyo sentido moral era cuestionable, limitándose a explotar sus encantos y carisma para dejar de lado a la actriz y locutora hasta llegar a las cumbres del poder, y por si no fuera suficiente, el sarcasmo también se lleva entre las patas al Coronel Juan Domingo: ella es la que nos mantiene en donde estamos, dice el presidente Perón, ella es la que te mantiene en donde estás, corrige su gabinete.
Por supuesto el pueblo argentino hace parte importante de la cinta con una mirada que los deja casi deformados por el fanatismo, pero remarcando la moraleja de la historia, ¿quién se atrevería a subestimar a la actriz ahora?


Eva, trazos de una infancia
(Dir. Martín Ladd)


Un personaje no es nada sin los hechos, así se olviden, así incluso se modifiquen, siempre habrá un lugar a dónde regresar cuando el mito desdibuje la realidad, y en este documental, historiadores procuran reconstruir el enigma de los primeros años de Eva con origen en Los toldos, Argentina. Hablar de Eva es hablar de un rostro conocido por muchos, una mujer de mirada fuerte y profunda, y en este material la historia se apoya de Mi hermana Evita, una obra escrita por su hermana Erminda, quien recuerda esos años de la infancia, desordenados como son esos primeros recuerdos, pero que ayudan a contar esta historia desde un lugar más íntimo, donde no hay cabida para el morbo, solo la memoria que reconstruye al personaje.


Santa Evita
(Dir. Rodrigo García Barcha y Alejandro Maci)


Como la abundancia es parte de lo que deseamos para este nuevo año y, además, un pilón nunca se rechaza, terminamos esta lista de manera audaz agregando en esta ocasión una miniserie. Este es un ángulo mucho más dramatizado, mucho más telenovelesco y que, como buen drama, rellena los vacíos con ficción, detalles que para algunos pueden rayar en lo soez y para otros, en la temporal obsesión de una historia para maratonear; sí hay fundamento en los hechos reales, como el cuerpo de Eva hurtado del edificio central de la CGT en donde además, el Dr. Ara mandó hacer copias del cadáver; también ofrece las imágenes sobre este procedimiento y los nombres de aquellos involucrados, amigos y enemigos; Julio Alcaraz, estilista de la ex primera dama de Argentina y el Coronel Moori Koenig, mítica figura que robó el cadáver y las dichas copias para enterrarlas bajo nombres ficticios. Es una historia que ofrece el drama que promete y que usa los recursos propios de una realidad que, por sí sola, ya supera lo que la ficción habría tardado un poco más en lograr.

Para conocer un personaje o una realidad, es imperativo tomar en cuenta la voz de quien lo está presentando; muchos documentales, libros y películas se han hecho sobre grandes personalidades que eran naturalmente llamativas, ya sea por lo que lograron o lo que perjudicaron, pero la pantalla siempre ha sabido destacar los detalles y usarlos como mejor convenga al lente de quien lo cuenta y nuestros ojos siempre los recibirán con miradas y mentes que harán lo que mejor saben hacer: traducir.


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