Por: Sergio Meza

El mundo raro de José Alfredo Jiménez, el rey poeta del despecho


En los años 40 en la Ciudad de México, en la colonia Santa María la Ribera, existía un restaurante de antojitos llamado La sirena, cuenta la leyenda que entre el barullo de los comensales y el tintineo de los platos podía verse a un joven mesero en sus 20 que se inclinaba, lápiz en mano, hacia una servilleta para volcar su inspiración durante los ratos libres que le permitía el trabajo. En ese momento no podía saberse que esos pedazos de papel escritos, como se diría después, en el rincón de una cantina, formarían parte fundamental del legado musical mexicano del siglo XX.

Eran tiempos de transición, si bien la temática ranchera estaba en su apogeo en las industrias del cine y la música, aparecía también el bolero, el mambo, el cabaret y el arrabal propio del ambiente citadino más que del campirano.

Las diferencias culturales entre estos dos escenarios daban pie a que las vivencias que experimentaban sus sociedades también fueran distintas, no era lo mismo el amor del campo que el amor del barrio, al menos no en ese momento. Hacía falta un poeta con voz universal que cantara los placeres, y sobre todo las desventuras, de la vida amorosa. En ese momento llegó José Alfredo Jiménez.

Pese a su voz agreste el joven mesero tuvo la suerte de cantar por ratos con el grupo Los Rebeldes dentro del restaurante, interpretando composiciones propias. Ahí lo escuchó Andrés Huesca quien, impresionado por la calidad del tema Yo, lo solicitó de inmediato para interpretarlo junto con su grupo Andrés Huesca y sus costeños. Ese sería el inicio de una gigantesca lista de cantantes que prestarían su voz para los versos del dolorense, Miguel Aceves Mejía, Jorge Negrete, Lola Beltrán, Luis Aguilar, Amalia Mendoza La Tariácuri, Javier Solís, Pedro Vargas, Lucha Villa, Antonio Aguilar, Libertad Lamarque, Vicente Fernández, Rocío Durcal, Plácido Domingo, Eugenia León, Luis Miguel, Juan Gabriel, entre una infinidad más.


José Alfredo Jiménez de niño

Si bien la obra de José Alfredo se ubica dentro del catálogo de la música ranchera, y que muchas de sus composiciones beben del imaginario propio del género, los caballos, los duelos al descampado, los imponentes cerros verdes, las fiestas de pueblo, etcétera, no cabe duda de que los temas principales de las composiciones de José Alfredo son el desamor y el despecho. Aquí se ubica quizás su principal aporte, el desamor bajo la lírica “josealfrediana” se distancia del modelo del macho mexicano que mantiene dominio absoluto de la pareja, dictando todo término y condición y en donde resulta imposible la posibilidad del desprecio por parte de la figura femenina.

El mundo raro de José Alfredo es el de la autocompasión, el del rechazo que busca curarse en la cantina, la borrachera y tras las persianas del Tenampa. Cuando el amor es correspondido se vuelve dulce y trascendental, se amanece entre los brazos del otro al son de las guitarras de medianoche, cuando sale la luna. Pero si el cariño no es correspondido el escenario torna entonces en sentida tragedia y dolor descarnado. José Alfredo se vuelve entonces el primer compositor de la época que pone el foco en la autocompasión, dejando atrás el orgullo perdido y abrazando la miseria que acarrea el desprecio del amor no correspondido; esa será quizás la principal diferencia con, por ejemplo, Agustín Lara, quien acompañaba el despecho con el desprecio, en José Alfredo en cambio la admiración por quien rechaza no cesa. Aunque tampoco se puede negar el matiz evidentemente machista que acompaña a varias de las composiciones del guanajuatense, sin embargo, en la búsqueda del dominio, lo que se encuentra el amoroso es la negativa del amado, y así de vuelta a la cantina, entre cuatro copas, exigiendo su tequila y exigiendo su canción. Esta visión del amor marcó un antes y un después en las composiciones de la música mexicana, ranchera o no.

Para recordar a uno de los mayores compositores mexicanos del último siglo Canal 22 presenta una programación especial con motivo de su 50° aniversario luctuoso.

El lunes 20 de noviembre a las 21 horas, Javier Aranda presenta una edición especial de Debate 22, en un homenaje a José Alfredo Jiménez. Dicho homenaje continúa el miércoles 24 de noviembre en Con la X en la frente a las 19 horas.

El jueves 23 de noviembre se exhibirá el documental José Alfredo Jiménez, cuántas luces dejaste encendidas del director Guillermo Montemayor. Al terminar, a las 22:30 horas, Cinema 22 mexicano proyectará la película Me cansé de rogarle del director Emilio Gómez Muriel.

En el contexto del 51° Festival Internacional Cervantino la flautista Elena Durán y el pianista Edgar Ibarra presentan el sábado 25 de noviembre el concierto Ella y el Rey: Celebrando la vida e inspiración de José Alfredo Jiménez, a las 16 horas.

Para continuar con la música se presenta el Homenaje a José Alfredo Jiménez desde Palacio de Bellas Artes, el sábado 25 a las 17:30 horas.

En el último día del homenaje el domingo 26 de noviembre Canal 22 presenta una emisión especial de ¡Que lindo es mi México! con Mary Sánchez a las 16:30 horas. Y la Banda de Música del Estado de Guanajuato presenta a las 17:30 horas el concierto José Alfredo Jiménez; La otra música, concierto realizado en el marco del 51° Festival Internacional Cervantino.