Por: Frida Rosales V.

Mujeres, musas y fundadoras de la música vanguardista

El sesgo de la historia por una visión masculina es casi tan antiguo como la historia misma y la música no ha sido excluyente con este fenómeno, pero grandes descubrimientos conllevan grandes mentes, mentes capaces de seguir sus propios consejos delirantes y totalmente omisas de los impedimentos de época, género, raza o religión. Así, los créditos de la historia se ven lastimados por visiones unilaterales, mayormente masculinas y totalmente desbalanceadas, pero que, en las manos correctas, cobran un nuevo y poderoso sentido, donde la historia no se repite, sólo se mejora.

Es por ello que en Pantalla sonora presentamos a tres mujeres inglesas que flecharon a la producción sonora y fueron capaces de romper barreras y definir un antes y un después en las entrañas del audio.


Oram y el arte de dibujar la música

Pasando drásticamente de la enfermería a las artes, la inglesa Daphne Blake Oram contaba con un antecedente clásico, donde el piano, el órgano y la composición le otorgaron una oferta en el Royal College of Music, una institución un tanto insuficiente a las necesidades de Oram, quien sin mucho hesitar, rechazó el cupo.

Así, con la Segunda Guerra Mundial en puerta, la BBC y todo aquello que no fuera el ejército se encontraba baja en elementos masculinos, por lo que Daphne, quien hasta ese entonces era ingeniera en audio en la radiodifusora, se encargó de mezclar los sonidos que captaban los micrófonos en los conciertos, un trabajo meticuloso que debía hacerse en directo por las complejidades y altos costos de lo que en ese entonces implicaban las grabaciones.

Años después y confrontando las grandes fuerzas masculinas, Oram se unió al también ingeniero en audio, Desmond Briscoe y juntos fundaron el Radiophonic Workshop, una unidad que la BBC quiso dedicar a la creación de efectos sonoros y musicales para radio, pero que, tras múltiples conflictos y escaso financiamiento, motivaron a Oram a presentar su renuncia y montar su propio estudio. Ahí fue donde sucedió la magia; con algunos jingles para Lego y Nestea, el estudio mantuvo la fuerza suficiente para financiar el gran proyecto de su vida: Oramics, una visión orgánica, imperfecta y aventurera que tenía un principio casi místico: todo aquel que sea capaz de dibujar simples líneas, es, por lo tanto, capaz de componer.

Un sistema basado en cintas de cristal que, al cruzar elementos sensibles a la luz, permitían a las marcas de la película leer las alteraciones de las ondas, traduciéndolas como modificaciones en el tono y volumen, generando nuevos sonidos y marcando para siempre la música, desvinculando por primera vez el sonido acústico para crear obras íntegramente electrónicas y permitiendo sintetizar y componer al mismo tiempo. Fue también en esta máquina que en 1949, Daphne crearía Still Point, considerada como la primera obra que mezclaba sonidos de orquesta acústica con manipulación electrónica en directo.



Doctor Who, The Delian Mode y Pink Floyd

Burbujas de viento y sonido de nubes. Dos instrucciones tan inverosímiles como complejas que llevaron a la británica Delia Derbyshire a crear uno de los temas más reconocidos de la ciencia ficción televisiva. Así, Doctor Who obtuvo la cereza en el pastel con una intro sideral y desenfrenada como la serie misma.

Con una trayectoria marcada por sonidos propios del siglo XXI, Delia Derbyshire, nacida en 1937 en Inglaterra, demostró tenacidad con dos carreras terminadas, una en matemáticas y la otra en música, así como en su incursión a la difícil industria musical cuando la disquera Decca Records rechazó su petición para trabajar con ellos, dándole vuelta a la página y llegando a la Unión Internacional de Telecomunicaciones de la ONU en Ginebra.

Un año después y de vuelta en Inglaterra, entró como asistente de gerente de estudio en la BBC, donde encontraría el taller de la recién mencionada Daphne Oram y se dejaría seducir por las infinitas posibilidades experimentales que dicho departamento tenía para ofrecer. Apasionada por teorías de la percepción del sonido y de los cambios en el estado de ánimo de la audiencia a través de fuentes electrónicas, recibió a sus 26 años una solicitud importante: debía interpretar una composición de Ron Granier para un nuevo show que narraba las aventuras de un viajero en el tiempo y el espacio. Por su larga trayectoria creando proyectos de corte fantástico, en donde monstruos, robots y hombres del espacio eran los protagonistas de la historia, Delia entregó una pieza capaz de capturar el tono fantasioso del programa.

En una década donde los ordenadores y los softwares de edición de audio eran una cuestión de tinta y papel, Delia trabajaba de manera rudimentaria. Cintas magnéticas dejaban rastro de los instrumentos o de los sonidos de la naturaleza que posteriormente, mezclaba con grabadoras que le permitían explorar agudos, graves, ecos, y todo tipo de modificaciones que volvieran a la fuente inicial, un elemento prácticamente indistinguible.

Años después, la inglesa estaría recibiendo en su estudio a bandas como The Beach Boys, The Beatles y Pink Floyd, volteando la mirada de estos dos últimos grupos al estudio como un instrumento por sí mismo, y dándole a Delia el título de Madre del Rock Progresivo.



Flores de voz de Watts

Reino Unido, 1842. Margaret Watts Hughes se estrena en el mundo. Una cantante, compositora y posteriormente científica galesa, que uniría las dos grandes pasiones de su vida para asombrar al ojo humano con un logro inesperado: visualizar la voz humana.

Su invento, el eidófono, era un instrumento de funcionalidad aparentemente sencilla; compuesto de un tubo, un receptor y una membrana flexible de goma muy fina cubierta inicialmente de arena y después de polvo de licopodio, permitía dibujar sobre este figuras geométricas extraordinariamente bien definidas y frecuentemente muy bellas, todo a partir de la resonancia de la voz.

Su invento atravesaría pequeñas metamorfosis con sus debidas mejoras, utilizando algún líquido como agua o leche, lo que le permitió comprobar que el tono de su voz modificaba la imagen, y que era preciso hacer un uso específico, pues una nota cantada con gran fuerza elevaba el líquido, generando movimientos violentos que impedían mantener el registro. Después la sustancia se sustituyó por glicerina y talco humedecido, donde la densidad facilitaba el elemento de la volatilidad, generando imágenes aún más sofisticadas y controladas.

Siguiendo sus experimentos, Watts plasmó en su texto de 1891 Sonido visible: Figuras-voz, que en su aparato, además de plasmar el movimiento emitido por la voz, ciertas curvas registraban sobretonos inaudibles, permitiéndole al ojo percibir lo que el oído no.