Por: Alexis Puentes

Mujeres con capacidades diferentes que rompieron la brecha y cambiaron el paradigma social

Aunque lo ignoremos -estoy seguro de que es así- la narrativa en la historia está muy delimitada, los relatos históricos notablemente están contados con perspectiva patriarcal. Se conocen las obras de hombres que sin negarlo han dejado una huella interesante en lo relativo a escritura, poesía, cine, política, ciencia y demás; sin embargo, escasamente son contadas las mujeres a las que se les ha dado representación, a las que se les ha reconocido su papel ya sea como artistas, activistas, pioneras, innovadoras, científicas y/o educadoras, pero lo que más llama la atención es que hacer una búsqueda a través de la historia sobre mujeres que contaron con alguna discapacidad y fueron importantes en su época significa recorrer un camino espinoso como si se tratara de una especie de censura sobre aquellas que levantaron su voz y que la misma historia las silenció sólo por salirse de esos cánones denominados como “normales”.

Efectivamente, los tiempos cambian y con este sus formas de educar, pero antes se nos enseñaba el rol de la mujer con modelos de conducta específicos caracterizados por velar los valores religiosos, familiares, éticos y morales propios para dar continuidad al patrón paternalista configurado en nuestras sociedades, me refiero a que esta enseñanza se enfocaba en un perfil idóneo de una “buena mujer” seguido por la santidad, devoción y sumisión que la harían digna de un buen hogar y cuya finalidad era apartarlas al anonimato en donde su obligación era cumplir con su papel como esposa y madre, siendo sometidas al macho con obediencia, fidelidad y dedicación a labores como la de criar y cuidar a los hijos; actualmente hay realidades que siguen tomando en cuenta este prototipo de mujer. Con todo esto podemos comprender las causas tan injustas por las cuales las mujeres en la sociedad pasaron a representar un papel pasivo por lo que les costó un trabajo arduo -y les sigue costando- poder ser las protagonistas en la historia humana.

Si esta es una situación bastante difícil, ahora pensemos en las realidades de las mujeres con discapacidad las cuales están aún más lejos de cumplir sus sueños o al menos de posicionarse en un lugar debido al rechazo social construido en nuestras mentes, porque para el principio del siglo XX surgió en la sociedad -que anteriormente (durante la Edad Media) trataba a las personas con discapacidad como retardados o incapaces y se les denominaba como una maldición o un castigo divino creyendo que con su asesinato sería su única solución- un fenómeno en los ciudadanos que comprendió las diferencias físicas, sensoriales, intelectuales y psicosociales pero siguió con la idea de que era algo inaceptable y creyó que lo correcto era esconderlas o construir lugares donde fueran aisladas. De esta forma las personas que se consideraban “normales” construyeron un mundo aún más excluyente y lleno de barreras.

Por eso la importancia de darle un giro a las narrativas porque a falta de referentes se prolonga la ignorancia, ya que si no los tenemos es difícil cambiar nuestro panorama en cuestiones de arquetipos o estereotipos y aun cuando los contenidos televisivos se están abriendo a representar la diversidad de personas en nuestra sociedad, se sigue brindando un relato de desigualdad y rechazo sobre asuntos de discapacidad con alusión a algo raro, comparable a feo como lo peor que te podría pasar o equiparable a persona con pureza: la malvada de la serie sufre un accidente que la deja sin sus extremidades, la chica más tierna y bondadosa está en silla de ruedas y su madre se lamenta del por qué su hija -tan buena que es- está pasando por esta situación; si bien es cierto que una discapacidad limita las activades humanas, esto no significa que se limiten las posibilidades de ser humano y el humano sueña, siente, vive, se expresa… Por eso debemos cambiar nuestra perspectiva “normativa”.

Por un mundo con mentes libres en este Con-Ciencia exponemos a cinco mujeres que hicieron historia a pesar del estigma por su invalidez física -más no profesional- y lo dedicamos a la lucha de todas las mujeres con discapacidad que por años -siempre- han batallado por el reconocimiento de su papel como personas con derechos e igualdad de condiciones en un mundo donde los prejuicios predominan y las invisibiliza.


Maria Theresia von Paradis

Maria Theresia nació en Viena en 1759 y fue una compositora austriaca que por desgracia -como otras mujeres de su época- no fue reconocida, destacó por ser una gran pianista durante el clasicismo y pese a su ceguera -tras su primer concierto exitoso en París- viajó por toda Europa dando conciertos y componiendo todo tipo de obras entre las que destacan sonatas, tríos y óperas; a partir de los 3 años empezó a padecer problemas de visión hasta perderla por completo; sin embargo, superó su discapacidad física y se convirtió en una respetada intérprete y compositora admirada por grandes nombres de la música como Mozart, quien al parecer le habría dedicado una de sus obras. No podía leer, por lo que memorizó las notas para luego interpretarlas en el piano y así sobresalió no sólo por ser una persona ciega, sino por ser la primera persona en aprender de forma táctil (aprendizaje tridimensional) y utilizar una máquina dactilográfica para escribir en relieve.

Aprendió de Leopold Kozeluch, Vincenzo Righini, Antonio Salieri y Carl Friberth y desarrolló un método que consistía en un aparato con alfileres ordenados que al oprimirlos le indicaban la posición de la nota y duración de su sonido, con esto ayudó a Valentin Haüy -pedagogo interesado en la integración sociocultural de los invidentes- a desarrollar un programa de estudio basado en los métodos de enseñanza que emplearon con ella sus profesores -los inicios del sistema Braille-; así fue hasta 1808 que fundó su propia escuela de música en donde representó un importante papel educando a personas con discapacidad visual e impartió lecciones de piano, canto y teoría musical a chicas jóvenes.

Como tantas, la historia de Maria Theresia quedó en el olvido pues como compositora quedaron unas pocas obras ya que la mayoría se han perdido, su repertorio musical está compuesto por Ariadna und Bacchus, melodrama de Grove, obra perdida en 1791; Der Schulkandidat, Viena 1792, operata cuya parte también está perdida; Rinaldo und Alcina, Praga 1797, basada en el libreto de su autor ciego Ludwig von Baczko, actualmente sólo el texto sobrevive, pero la música está perdida; Grosse militärische, perdida en 1805; Zwei ländliche Opern, perdida en 1792 y; Sicilienne en mi bemol mayor como su única obra reconocida y en donde se transmite la idea de cómo fue esta maravillosa compositora.

“¿Me perdonará el artista masculino, si yo como mujer me atrevo a medirme como ellos?” No obstante, con Rinaldo und Alcine no tuvo mucho éxito al momento de su estreno, por lo que Maria Theresia decidió invertir sus esfuerzos en la enseñanza de la música hasta su muerte, en 1824.


Harriet Tubman

Harriet Tubman, registrada como Araminta Ross, nació en esclavitud en marzo de 1822 en Maryland, se desconoce el día de su natalicio, pero fue una líder militar e importante enfermera en el ejército de la Unión muy fiel a sus principios durante la guerra civil estadounidense; era una afroamericana abolicionista, humanitaria y espía unionista. Tuvo una infancia difícil destinada a la condición de esclava desempeñando los más diversos trabajos en casa de sus amos los Brodess -y de otras familias blancas a quienes la alquilaban-, a los trece años fue enviada a trabajar en los campos y un capataz enfadado tiró una pesa de dos libras a un esclavo que huía, sin medir que el impacto alcanzaría a Harriet y le provocaría una fractura en su cráneo de la cual nunca se recuperó; la lesión le causó ataques parecidos a la epilepsia y pérdidas de conciencia durante toda su vida.

Diseñó su primera fuga en 1849 tras el fallecimiento de su esclavizador y convencida de que iba a ser vendida y separada de su familia el 17 de septiembre escapó con dos de sus hermanos, pero tras la publicación de un anuncio donde se ofrecía una recompensa a quien pudiera capturarlos, estos se arrepintieron y decidieron volver a la plantación propiedad de los Brodess; Harriet continuó sola y tras recorrer más de 100 kilómetros por caminos secundarios, bosques y áreas pantanosas llegó a la frontera con Delaware: un estado abolicionista.

Impulsada por la nostalgia de reunirse con su familia y por su sentido de la libertad decidió regresar a Maryland después de enterarse de que su sobrina pronto sería subastada. Repitió y planeó este tipo de incursiones al menos otras doce ocasiones en la que liberó a más de 70 esclavos sin fracasar en ninguna de estas, lo hizo empleando numerosos disfraces como caminar llevando gallinas para hacerse pasar por trabajadora de granja o disimular que leía un periódico para evitar las sospechas, ya que se sabía que era analfabeta, también empleaba cánticos y canciones como mensajes en código para sus seguidores; así fue como adquirió su apodo “Moisés”. Harriet es sobre todo famosa por ser la conductora del ferrocarril subterráneo, una red clandestina compuesta de abolicionistas libres y esclavos, a través de los cuales llevaron a más de 300 esclavos a la libertad hasta que el presidente Lincoln aprobara la Proclamación de Emancipación, una orden ejecutiva que reconocía a los esclavos huidos de los Estados del Sur como hombres y mujeres libres.


Rosario Acuña y Villanueva

“Viví ciega, con cortos intervalos de luz, más de veinte años, desde los tres hasta los veinticinco. En todo ese tiempo aprendí historia de España e historia universal, no en compendios, sino en obras amplísimas y documentadas. Mi padre me las leía con método y mesura, yo las oía atenta, y en mis largas horas de oscuridad y dolor, las grababa en mi inteligencia”.

Nace en Madrid el día 1 de noviembre de 1850 en la época del reinado de Isabel II y fue una gran dramaturga, pensadora feminista, regeneracionista, autodidacta, librepensadora, masona, viajera y humanista que dejaría a su muerte, el 5 de mayo de 1923 en Gijón, Asturias, una amplia muestra de su pensamiento a través de su obra comprometida con la libertad de pensamiento. A la edad de 4 años comienza a padecer los primeros síntomas de una enfermedad ocular que hasta los treinta y cuatro años, cuando se somete a una intervención quirúrgica, le ocasiona la pérdida intermitente de la vista.

Vivió de su trabajo, conoció el rechazo y desprecio de una parte de la sociedad, pero también el reconocimiento y el halago de otra parte, esa que comulgó con sus ideas de libertad, igualdad y fraternidad. En 1874 publica sus primeros poemas en La Ilustración Española y Americana bajo el título En las orillas del mar, aunque su primer gran drama Rienzi el tribuno fue estrenado en el Teatro del Circo el 12 de enero de 1876 -se inspira en el tiempo en el que ella vivió en Roma, enfrente de la santa sede, pero ambientada en la Roma del siglo XIV y trata de un pueblo que se levantó en contra del poder de sus gobernantes- llevándose los aplausos del público que le imploraban a la escritora salir a escena. Desde ese momento encontró el reconocimiento propio que le trajo más fama y aceptación a sus otras obras como Amor a la Patria estrenada en Zaragoza el 28 de noviembre de 1877 y Tribunales de venganza, representada en el exigente Teatro Español el 6 de abril de 1880, entre otras.

En su tiempo, fue toda una rebelde ya que en ese entonces el papa Pío IX firma el acuerdo en donde las autoridades eclesiásticas toman el control y vigilancia del respeto y seguimiento de la ideología y costumbres católicas en España, pero ella se mostró como todo lo opuesto y consecuente a sus convicciones librepensadoras y progresistas, amiga del conocimiento, del humanismo y de su abierto feminismo varios intelectuales se manifestaron en su contra para censurar su obra. Se expresó con gran valentía hacia los ataques de la Iglesia católica, denunciando el fanatismo y las supersticiones idolátricas como una toda revolucionaria y en un episodio de revueltas y protestas estudiantiles en 1884 a favor de la libertad de cátedra recibe el cargo de presidenta de honor del Ateneo Familiar.


Eleanor Zabel Willhite

Registrada con el nombre de Nellie, Eleanor Zabel Willhite nace el 22 de noviembre de 1892 en Yankton, una pequeña localidad de Dakota del Sur, pero a la edad de 2 años se enfermó de sarampión que como consecuencia la dejó en situación de persona sorda; aun así, su padre quiso que se formara en la Escuela para Sordos de Dakota del Sur. Su carrera se desarrolla en tiempos cruciales de discriminación hacia la mujer a pesar de haber logrado su derecho al voto y se convierte en la primera mujer sorda en conseguir la licencia de aviación y pasa a ser parte de las primeras mujeres pilotos en los Estados Unidos de América.

Su infancia estuvo marcada por el dolor y la ausencia, ya que su madre falleció cuando Eleanor tenía 8 años y su padre al ver que no podía atenderla la dio en adopción; pero su destino cambiaría con sus nuevos padres, que le brindaron buena educación y le enseñaron a leer los labios. Llegados sus años de adultez laboraba como mecanógrafa pero incrementaba en ella el sueño de pilotear un avión y fue una amiga que era aviadora la que le animó para que tomara clases de vuelo. Hasta que el viernes 13 de enero de 1928 realizó su primer vuelo en solitario con un entrenamiento que había durado 13 horas y por el resto de su vida trabajó llevando el correo y participando en espectáculos aéreos; se especializó en bombardeos de harina y carreras de globo y un año más tarde se decidió en ayudar a otras mujeres que querían ser pilotos siendo miembro fundador de Ninety-Nines -organización fundada en 1929 y que promueve el avance de la aviación a través de la educación-. Antes de su muerte en 1991, cuando iba a cumplir 99 años, ingresó al Salón de la Fama de la Aviación de Dakota del Sur; su primer avión, el Pard, se expone en el Museo del Vuelo del Sur en Birmingham, Alabama.


Gaby Brimmer

Nació el 12 de septiembre de 1947 con parálisis cerebral tetrapléjica ubicada en la categoría de trastornos del neurodesarrollo del DSM-5, el cual le impidió el movimiento corporal, salvo su pie izquierdo. Sus padres pensaron que no podría ser alguien en la vida, pero desde muy joven se interesó por la literatura y con la ayuda de su cuidadora -una mujer indígena llamada Florencia Sánchez, clave en la vida de la autora- empezó a escribir cuentos y poesías a través de una máquina de escribir; enfrentó los rumores sobre que Florencia hacía sus trabajos de estudio y posteriormente luchó para ser admitida en la universidad. A pesar de su condición y de todo lo que le tocó vivir estudió Sociología y Periodismo en la UNAM de 1971 a 1974.

Su activismo por los derechos de las personas con discapacidad hizo que estos temas se llevaran a la pantalla grande con el retrato de su propia vida. En 1989 fundó la Asociación por los Derechos de las Personas con Alteraciones Motoras, que proveía servicio médico, psicológico y asesoramiento a personas con discapacidad y luchó por la libertad de educación inclusiva en todos los niveles; su vida fue autorretratada en colaboración con Elena Poniatowska en Gaby Brimmer y filmada por Luis Mandoki en Gaby, una historia verdadera (1987).

Florencia la acompañó en todo momento, pues la cargaba, la sacaba del automóvil, la sentaba en la silla de ruedas, incluso asistía con ella a sus clases y aunque Gaby estaba impedida de valerse por sí misma escribió en 1980 Gaby, un año después y en 1982 se publicó las Cartas de Gaby; recibió en 1995 la Medalla al Mérito Ciudadano y al año siguiente fue nombrada vicepresidente de la Confederación Mexicana de Limitados Físicos y/o Deficiencias Mentales; para 1998 fue elegida miembro del Comité de la Mujer con Discapacidad para América Latina Región de DPI por la Confederación Mexicana de Personas con Limitaciones Físicas Representantes de los discapacitados mentales (COMELFIRDEM) en donde obtuvo consideración de sus méritos y su trabajo. Con todas las limitantes impuestas por la sociedad adopta una niña a quien llamó Alma Florencia y a finales de los años ochenta, Gabriela perdió la movilidad de su pie izquierdo, pero siguió expresando sus ideas por medio de su cuidadora; fallece el 3 de enero del año 2000 debido a un paro cardiaco y tras su fallecimiento se instaura en México el Premio Nacional de Rehabilitación.