Por: Ahtziri González

Armonía, imaginación y creatividad con Francisco Gabilondo Soler Cri-Cri

¿Quién es el que anda ahí? es ¡Cri-Cri! y ¿quién es ese señor? el Grillo cantor; un hombre con imaginación, creatividad y al que le encantaba experimentar con instrumentos musicales, fue Francisco Gabilondo Soler mejor conocido como Cri-Cri, nacido el 6 de octubre de 1907 en Orizaba, Veracruz. Cuando era pequeño le gustaba aprender sólo por aprender, no por tenerle interés a la escuela y fue un niño curioso que decidió ser autodidacta, aprender de los sonidos de la naturaleza -e imitarlos- y de los libros que leía - como Las fabulas de Esopo, las historias de Julio Verne y los cuentos de Emilio Salgari, Hans Christian Anderson, Wilhelm Hauff y los hermanos Grimm-, además de la importante influencia de su abuela, que lo entusiasmaba con narraciones y alegres melodías de piano.

Esto permitió que a los 17 años viajara a Nueva Orleans donde estudió Linotipia, la cual nunca ejerció, y se dedicara por completo a la música. Parte de su trayectoria comenzó tocando en bares y casas de citas; compuso sus propias canciones en los años 30 y para 1934 inició su carrera en la estación de radio XEW, donde se le abrió un espacio para presentar su música. El 15 de octubre de ese mismo año, sólo con una voz y un piano, interpretó sus temas El chorrito, Bombón I y El ropero en solo 15 minutos, sin publicidad, sin patrocinador, con poca paga, a prueba y sin personaje. Pero en la misma radiofónica le propusieron que buscara un personaje para que se le reconociera, así que con la colaboración del violinista Alfredo Núñez de Borbón pensó en un grillito e influenciado por el idioma francés decidió llamarlo Cri- Cri, el Grillo cantor. Tuvo tanta popularidad que conoció a varias personalidades del medio.

Después de tantos años de transmisión y éxito, en su repertorio se encuentran 226 composiciones, de las cuales 120 fueron grabadas, creando así más de 500 personajes y escribiendo más de 3500 páginas de textos y cuentos; en esta Pantalla Sonora te mostraremos ocho de sus icónicas canciones que marcaron infancias.


El ratón vaquero
Ⓒ Gabsol

¿Quién no bailó o cantó El ratón vaquero?, un clásico entre el público infantil, que también se bailaba para festejar el Día de las Madres con los niños vestidos de vaqueros. La historia detrás de esta famosa canción comienza con Walt Disney, quien estuvo interesado en animar las canciones de Soler. Él se había dado cuenta de que el hit en México no era Mickey Mouse como en otros países, sino Cri-Cri y su ratón vaquero. Walter Elias Disney trató de hablar con el cantautor para poder animar sus cuentos, sin embargo, se negó rotundamente porque quería que estas animaciones partieran de la imaginación del público y que estuvieran sin etiquetas.



La muñeca fea

La muñeca fea fue inspirada en Mía, la muñeca que la abuela de Soler prestaba a las niñas vecinas, era la favorita de todas, hasta que un día la dejaron y la abandonaron; una letra triste y que muestra lo que todo niño ha hecho con sus juguetes; esta canción ha sido grabada por varios artistas como: Libertad Lamarque, Yolanda del Campo, Chabelo, Amparo Montes, Marco Antonio Muñiz y hasta en japonés, en la voz de Carlos Lida.


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La patita
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La patita de canasta y con reboso de bolita, un historia bastante divertida y curiosa; el cantautor contó que un día cualquiera se encontraba atrás de Bellas Artes y vio salir de un lugar a una mujer con canasta, que caminaba meneándose de un lado al otro, y fue en quién se inspiró para La patita -incluso le recordaba a su bella esposa como mamá patito y los patitos como sus hijos-. El cuento representa a la madre de familia que sale al mercado a comprar la comida para sus hijos, ¿apoco no le has dicho a tu familia, qué me trajiste mamá ¡Cuac- Cuac!?



Caminito de la escuela

Un ejemplo más de su ingenio y talento es esta composición donde utilizó varias combinaciones de géneros, estilos musicales e instrumentos como la guitarra, el violín y los sonidos de los animales, esta letra fue una de sus primeras interpretaciones de improvisación que realizó en radio.


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La marcha de las letras
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Una buena canción para aprenderse las letras, que marcha de la a y la z, es como un recuerdo de Gabilondo Soler en su infancia, pues no le gustaba la escuela y lo que hacía de pequeño era agarrar sus libros y subirse al monte a leer, para así observar la naturaleza, aprender e imaginar.



El comal le dijo a la olla

El comal le dijo a la olla: oye olla, ¡oye, oye!, ¿sabías que esta canción tiene un toque de música clásica?, Gabilondo Soler siempre trataba de que sus letras concordaran con el estilo de música y así fue como se realizó El comal le dijo a la olla, una canción tan común a la que hacemos referencia en la vida cotidiana.


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El chorrito
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Esta fue una de las primeras historias que cantó en la radio y formaba parte de un recuerdo del grillito cantor, pues él observaba los arroyos y fuentes que se encontraban en Orizaba, donde el creció; ahí vivía su abuelita, y en su casa tenía una fuente que no funcionaba bien y el agua salía de chorro en chorro, y fue ahí el comienzo de un chorrito que se hacía grandote y se hacía chiquito.



El ropavejero

¿Te habías dado cuenta de que El ropavejero tenía un pequeño toque de blues y swing?; a Cri- Cri siempre le gustó darle armonía a su música, y lo que buscaba en esta historia era darles un reconocimiento a todos los trabajadores de oficios como: el zapatero, el panadero y el herrero, en otros, incorporando una variación de sonidos.


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