Sucedió en el 2006, en España, Señor Buebo, escritor del blog El lado Oscuro del Señor Buebo, convocó a la comunidad de fanáticos de diversos productos de la cultura popular -como películas de ciencia ficción y fantasía, libros de los mismos géneros, así como de cómics, videojuegos y mangas- para celebrar sus pasiones e identificarse bajo un mote que hiciera referencia a sus aficiones. Los miembros de esta comunidad acordaron llamarse frikis: resignificaron esta palabra que había sido utilizada de forma burlona para señalarlos e hicieron de ella un estandarte, fue así que instauraron el Día del orgullo friki el día 25 de mayo, mismo en el que en 1977 se estrenó en Estados Unidos la primera entrega de la saga de sagas y el modelo por excelencia de franquicia y culto fanático Star Wars...
La celebración se adoptó en 2008 en los Estados Unidos, donde se conoce como Día del orgullo geek, pues, aunque friki viene del anglicismo freak que se usa para designar a las personas raras o que no encajan, geek es también la palabra que se usa en ese país para referir al tipo de fanático arriba mencionado, aunque solemos atribuirla sólo a quienes están inmersos de forma apasionada en las nuevas tecnologías y la informática… Hoy por hoy, el Día del orgullo friki se celebra en distintos rincones de la galaxia -quise decir, del mundo- y está fuertemente vinculado a las personas que han hecho un verdadero culto alrededor de fenómenos como la ya citada Guerra de las galaxias, El señor de los anillos, Dragon Ball, Pac-Man, Spider-man y tantas otras cosas de ese gran multiverso de productos mediáticos que se producen en nuestro mundo contemporáneo.
Friki es un término tan al uso que el diccionario de la RAE lo incorporó desde el 2014 bajo tres acepciones: como adjetivo coloquial que significa extravagante, raro o excéntrico; o como sustantivo, también coloquial, que refiere tanto a aquellas personas pintorescas y extravagantes, como a las que practican desmesurada y obsesivamente una afición… Como se ve, se puede ser friki de muchas más cosas de las que celebra el Día F y en sentidos distintos al de ser un fanático desmedido de algo, es por esto que dedicamos este Top #CineSinCortes a algunas otras formas de ser un friki.
Dirigida por Tod Browning -realizador de la versión cinematográfica de Drácula protagonizada por el mítico Béla Lugosi-, la cinta fue protagonizada por personas con condiciones físicas reales como enanismo o microcefalia y ambientada en una carpa de circo en la que estas personas son presentadas como fenómenos. Es debido a este filme que la palabra freak designó en primera instancia a personas que no encajan en el estándar de normalidad estipulado para los cuerpos humanos, discriminados como monstruos a lo largo de historia y relegados las más de las veces a la exposición pública como rarezas de la naturaleza… Pero en esta carpa sucede una cosa bien distinta al teatro cruel que podríamos imaginar: el enano Hans, heredero de una gran fortuna, es enamorado por la bella trapecista Cleopatra, quien ha planeado esto junto a su amante el fortachón Hércules para arrebatarle su dinero… la situación nos confronta con la pregunta sobre quiénes son los verdaderos monstruos de la historia al denunciar la mezquindad de los “bellos” del cuento, por un lado, y enaltecer la empatía, cuidado y cooperación que los freaks de la carpa tienen unos con otros.
Filme que transita las fronteras de la ficción, la animación y el documental en el que Shari Springer y Robert Pulcini, joven pareja de realizadores que debutó en la ficción con este largo, narran la historia de Harvey Pekar, empleado en el archivo de un hospital local en Cleveland que coincidió hacia finales de los 70 con el dibujante Robert Crumb para llevar a papel el comic American Splendor, en el que Pekar plasmó la lente de pesimismo con que miraba su día a día. Este comic marcó un distanciamiento con los tópicos imperantes del género gráfico que giraban en torno a superhéroes y otros personajes de ficción al retratar de forma irónica las vidas ordinarias de la clase trabajadora estadounidense de la época, inspirado en la propia precariedad existencial de Harvey. American Splendor es un referente dentro del llamado comic underground y seguramente objeto de culto de alguno que otro friki, pero lo que cabe destacar en toda esta historia es que el propio guionista de esta novela gráfica era lo que se denomina un friki en sentido amplio: Pekar era un fanático frenético del jazz, del que hacía crítica y que fue la pasión común que lo unió con Crumb en un primer momento.
Muchos, muchos frikis protagonizan hoy películas y series de televisión, y ni qué decir de aquellos llamados prosumers o creadores de contenido que han logrado hacerse de una comunidad en línea al compartir en diversas redes sociales y plataformas digitales sus pasiones desbordadas hacia los más diversos productos del entretenimiento; tal como consignaban los pioneros del Día del orgullo friki: se han hecho del mundo. La cinta de Edgar Wright que llevó a la pantalla el épico combate de Scott Pilgrim, personaje de la novela gráfica homónima, contra los exnovios de la chica de sus sueños es considerada ya una obra de culto, a pesar de las primeras renuencias de los fans del comic hacia la adaptación cinematográfica… Al margen de estos debates y en pleno consenso sobre el talante friki de nuestro Scott, lo que cabe poner sobre la mesa es que algo no ha terminado de desmontarse, incluso en quienes buscan reconocerse como los raros o divergentes de la normalidad del mundo, los frikis, y que son esas aspiraciones tan normalizadas que no las vemos: ese ideal romántico que cruza longitudinalmente todo el asunto de la película y del comic, eso de que exista alguien tal como “la persona de nuestros sueños”.