Sea el Sol o la Luna, mirar al firmamento siempre ha sido la principal manera en la que la especie humana racionaliza y razona la construcción del tiempo y su medición. La constitución de tiempo como lo conocemos tiene que ver más sobre cómo entendemos el mundo que en cómo y cuándo suceden las cosas y su importancia, pues en el orden natural lo que designamos como tiempo no es más que el fluir de la vida.
En pleno año 22 del siglo XXI del segundo milenio van apenas poco más de un siglo en los que el mundo entero ha resuelto adaptarse y regirse por una única y universal manera de concebir el tiempo. Otro fruto de la globalización. Sin embargo, existen algunas culturas que, aunque han adoptado lo que conocemos como calendario gregoriano -invención europea desde el siglo XVI- guardan en los vestigios de sus ancestrales tradiciones algunas fechas destacadas que difieren del entendido y dominio occidental.
Este 1° de febrero se celebra el año 4720 para la cultura china. El Año Nuevo Lunar o conocido también como Año Nuevo Chino, se basa en el calendario lunisolar, guiado por las fases de la luna y no por los movimientos solares como la mayoría de las culturas occidentales.
Le lectura celeste del movimiento de la Luna alrededor de la Tierra -cuya duración es de 29 días y 12 horas-, a la que por supuesto no es ajeno el Sol, pues es gracias a la luz que irradia y es proyectada sobre la superficie del satélite natural que podemos ver lo que llamamos las fases de la Luna, y la contabilidad de 12 de estos ciclos lunares que suceden durante la rotación de la Tierra alrededor del Sol (lo que concebimos como año), han dado como resultado cientos, quizá miles, de calendarios basados en el fenómeno lunar desde las más antiguas civilizaciones alrededor del mundo y a lo largo de la historia antigua. Babilonios, fenicios, hebreos, hindús, musulmanes e incluso pueblos mesoamericanos como los Mayas, se han regido, sino en su totalidad, sí en algunas particularidades del calendario lunar para realizar desde funciones elementales para su supervivencia, como la cosecha o la pesca. Pero también lo han hecho para eventos importantes e imprescindibles en sus culturas, como festividades, funerales, casamientos, incluso partos, así como la relación directa del ciclo lunar con el menstrual de las mujeres.
Pero de entre todas las cotidianeidades y festividades lunares destaca la más celebre de todas: el Año Nuevo Lunar, aquel marcado por la segunda luna nueva posterior al solsticio de invierno y que, a diferencia del Año Nuevo tradicional en el resto del mundo, no tiene una fecha establecida y suele suceder a finales de enero y principios de febrero en el calendario gregoriano.
Llamado popularmente Año Nuevo Chino, por basarse en el calendario chino, el más antiguo registrado por la Historia, y por ser la cultura con más extensión de dominios por gran parde de Asia, esta celebración tiene lugar desde la dinastía Zhou, entre los 1046 y 256 a. C., y además de basarse en el calendario lunar, ha derivado en sus rituales místicos a raíz de diversas leyendas, la más popular, la Nian, un monstruo maligno que cada año lunar aprovechaba la penumbra que otorgaba la luna nueva para poder aterrorizar y devorar a poblaciones entreras.
Para evitar las atrocidades de Nian, las personas idearon una serie de rituales para ahuyentarlo, entre ellas llenar sus calles y hogares de ornatos de color rojo; pero Nian también teme a la luz y al ruido, por ello, encienden linternas y lanzan fuegos artificiales, China es el inventor de la pólvora, para qué usarlo si no es para salvaguardarse de enemigos extranjeros y un ente maligno.
Finalmente, el Año Nuevo Lunar marca también el final de la oscuridad y da la bienvenida a la luz y la estación más colorida, la Primavera, por eso también se le relaciona y conoce como la Fiesta de la Primavera, que comienza con el Festival de las linternas, el día 14, marcando el cierre de las festividades del Año Nuevo y coincidiendo con la luna llena.
El Año Nuevo Chino, que bien podríamos llamar el Año Nuevo Oriental, pues es festejado con distintos nombres en otros países de Asia, como Vietnam (Festival del Tet), Hong Kong, Taipéi, Taiwán, Indonesia, Malasia, Corea del Sur, Filipinas, Brunei, incluso Japón -que renunció a su festejo desde el siglo XIX durante la Era Meiji como muestra de su apertura al mundo occidental-, entre otras naciones, significa un atesoramiento a sus tradiciones antiquísimas, pero también al entendimiento y medición del tiempo basado en los astros, en este caso la Luna, y cómo se le trata de dar sentido a través de mitos, religiones y creencias, como lo es la importancia para esta cultura del horóscopo chino, conformado por 12 signos representados por animales y cinco elementos, y que se repiten de manera cíclica cada 12 años, como 12 son los ciclos de la Luna.
Este 2022 es el año del tigre de agua en el horóscopo chino, y compartamos o no estas creencias místicas y astrológicas, siempre es enriquecedor aprender y abrirnos a otras cosmogonías, pues al final, no nos hablan sólo de una cultura al otro lado del mundo, sino de la historia misma del ser humano, que al final es la historia de todos.
Xīnnián Kuàilè (Feliz Año Nuevo).