“El cosmos es todo lo que es, todo lo que fue y todo lo que será. Nuestras más ligeras contemplaciones del cosmos nos hacen estremecer: sentimos como un cosquilleo nos llena los nervios, una voz muda, una ligera sensación como de un recuerdo lejano o como si cayéramos desde gran altura. Sabemos que nos aproximamos al más grande de los misterios”.
No era un hombre de ciudad, era un hombre del cosmos. Articulado e ingenioso, Carl Sagan fue ante todo un defensor incansable del universo, que ocupó la mayor parte de su vida en humanizar la ciencia y hacerla accesible y apasionante para todos.
Sagan nació en 1934 y creció en Brooklyn, Nueva York. Se graduó de la Universidad de Chicago en 1960 con un doctorado en Astronomía y Astrofísica. Luego fue catedrático en Harvard y Cornell, donde asumió entre otros cargos el de director del Laboratorio de Estudios Planetarios de Cornell y el de Profesor David Duncan de Astronomía y Ciencias del Espacio.
También era un gigante entre la comunidad científica. Recibió 22 títulos honoríficos de colegios y universidades en todo Estados Unidos, publicó más de 600 artículos de divulgación y trabajos científicos, fue autor de los libros más exitosos en ventas. Sus teorías acerca de ciertas características de planetas como Venus y Marte fueron finalmente comprobadas en distintas exploraciones de la NASA.
Sin embargo, las contribuciones más memorables de Carl Sagan ocurrieron fuera de las aulas y los laboratorios científicos, y en cambio tuvieron lugar en los hogares a los que llegaba a través de las muchas iniciativas que encabezó para popularizar la ciencia, su mayor pasión. Por ello, se le ha llamado visionario, activista, y ocasionalmente teatrero. Pero para cientos de miles de lectores y televidentes de todo el mundo fue el hombre que les enseñó el cosmos.
No es ninguna exageración afirmar que la obra de Sagan ha servido para que innumerables jóvenes de todo el mundo se dediquen a la ciencia. Sus conferencias llenaban a rebosar cualquier auditorio, los alumnos concursaban para poder matricularse en sus clases de inscripción limitada. Muchos de los científicos planetarios más prolíficos y destacados en activo fueron alumnos o colaboradores suyos. Y aún hoy sus obras, que permanecen igual de vigentes y accesibles, continúan cosechando mentes ávidas de ese conocimiento.
Este 9 de noviembre Carl Sagan cumpliría 85 años y sin duda continuaría trabajando en acortar la brecha entre el vasto conocimiento y la gente, hablando con la misma pasión de los más sorprendentes mensajes que nos depara la ciencia. Buscando celebrar y conservar ese legado, aquí hacemos un repaso por tan solo algunas de las enormes contribuciones que hizo Carl Sagan como el gran vocero del cosmos que siempre fue.
Desde el nacimiento del programa espacial estadounidense, Carl Sagan jugó un papel fundamental. Como consultor líder de la NASA instruyó a los astronautas de las expediciones Apollo antes de sus vuelos a la Luna y participó en los experimentos de las expediciones planetarias Mariner, Viking, Voyager y Galileo. Y lo más importante: participó en misiones innovadoras que avanzaron en nuestra comprensión del Sistema Solar. Por ejemplo, él fue el primero en sugerir que Venus no poseía un clima tropical templado similar al de la Tierra, como la comunidad científica consideraba anteriormente. Al estudiar las emisiones de radio de Venus, teorizó que el planeta podría tener una temperatura superficial de 480 °C y una atmósfera aplastante. Más tarde ayudaría a diseñar y administrar las expediciones Mariner de la NASA hacia Venus, que confirmarían sus teorías. También trabajó en el cambio del conocimiento científico en torno al planeta Marte, especulaciones que también serían demostradas gracias a las expediciones Mariner 9 y Viking a Marte en la década de 1970.
Si Sagan se convirtió en un rockstar de la ciencia fue gracias al lanzamiento de la serie para la televisión púbica Cosmos en 1980, que fue seguida por 500 millones de espectadores de 60 países, con tan sólo 13 capítulos, superando todos los registros previos de máxima audiencia y causando gran impacto en todas partes. En Cosmos él realiza un magnífico análisis del surgimiento y desarrollo de la vida, la civilización y la ciencia sobre la Tierra. Examinó conceptos científicos complejos de una manera que cualquiera pudiera entender, con temas que van desde la historia de la observación astronómica hasta la estructura del átomo. El legendario sentido de asombro de Sagan impregnó cada episodio e hizo que estos conceptos fueran atractivos para un público amplio, consolidando su fama como la cara pública de las ciencias planetarias.
Sagan con frecuencia puso en juego su propio prestigio científico planteándose la misma polémica pregunta desde que era pequeño: ¿estamos solos en el universo? Por discutidas que fueran sus inquietudes, éstas le llevaron a ser uno de los científicos clave en la organización y concepción de programas para la búsqueda de inteligencia extraterrestre. Pero no hay que confundir aquí su trabajo, pues siempre mantuvo una firme oposición contra las "pseudociencias" como la astrología y la medicina alternativa, y contra el culto a los avistamientos de ovnis y secuestros extraterrestres. En cambio, como miembro del equipo Voyager de la NASA, sugirió poner un mensaje a bordo de la nave espacial basado en la posibilidad de que los seres extraterrestres eventualmente se cruzaran en su camino. Adjuntó un disco de fonógrafo de 12 pulgadas, enfundado en aluminio, al exterior de la nave. De acuerdo con The New York Times, incluía "saludos de personas en muchos idiomas y sonidos de ballenas, un ensayo sonoro de 12 minutos, 90 minutos de música y una serie de blips para decodificar fotografías en blanco y negro y en color". Una botella lanzada al océano cósmico.
Sus conferencias eran muy solicitadas en todo el mundo, no sólo por el interés que despertaban los temas que estudió, sino porque además poseía un talento extraordinario como orador, siempre capaz de fascinar, enseñar y hasta entretener a cualquier auditorio.
Sobre todo, en todo el mundo se convirtió en un popularísimo autor de obras de divulgación científica en las que siempre destacaba la importancia de estos conocimientos para la humanidad. Recordemos tan sólo su obra Los dragones del Edén, por la cual recibió el premio Pulitzer en 1978 (la primera vez que se galardonaba un libro de difusión científica). Aquí Sagan ofrece una fascinante panorámica desde la prehistoria hasta la actualidad para explicar la evolución intelectual del ser humano. Desde nuestros antepasados, Sagan se ocupó de describir las mecánicas del cerebro humano, la memoria y el origen de la inteligencia humana, la función de nuestras leyendas antiguas (e inquietantes) y sus vínculos (por sorprendente que parezca) con descubrimientos recientes.