Por: Rebeca Avila

Bowie, McCartney, los Doors y más, musicalizando el primer amor en Licorice Pizza

En una cápsula de tiempo se vierten, con el fin de guardar recuerdos de una época, toda clase de objetos que den fe de un tiempo que ya fue. En esta cápsula del tiempo, llamada Licorice Pizza (2021), de Paul Thomas Anderson, se vierten no sólo objetos, como el vestuario, los autos u otras muestras estéticas, sino detalles precisos de todo un suceso, su suceso: el amor juvenil que surge entre Gary y Alana.

La historia típica de chico conoce chica (y viceversa) se sumerge en la nostalgia californiana de los años 70: en el valle de San Fernando, conocido como epicentro de la industria fílmica hollywoodense, Gary, de 15 años, aún va a la escuela entre su ajetreada vida como actor adolescente. Un día, en una sesión de fotos escolar, con solo mirarla mientras organiza a las hordas de pubertos, se enamora de Alana. Pero ella tiene 25 años y a pesar de sus coqueteos y su invitación arrebatada para cenar, ella le deja bien claro que no pueden salir románticamente, porque, básicamente, sería ilegal.

Sin embargo, Gary es un niño (como ella lo llama) con una increíble seguridad en sí mismo, y no se da por vencido para lograr que la chica “con sex appeal y una nariz judía”, como la llama una agente de actores, corresponda a su corazón. Pese a los 10 años de diferencia, hay algo innegable entre ellos, ambos son impulsivos, ambiciosos y necesitan reafirmarse a sí mismos para mostrarse como alguien de valor. Gary lo hace jugando a ser un adulto hombre de negocios, pero sigue siendo un adolescente; Alana parece estar perdida aún entre la adolescencia y la vida adulta, y parece ir de una actividad a otra sin coherencia alguna, tratando de encontrar su lugar en el mundo.

Mientras uno al otro se restriegan a la cara romances fugaces, van formando una amistad genuina. Así, la historia de estas dos almas en descontrol, que en un momento y otro se niegan a aceptar la inevitable conexión que poseen entre ellos, encapsula el sueño setentero de PTA con guiños a la sociedad de aquella década, como la aparición de personajes políticos, la crisis petrolera, y al extravagante Jon Peters, el productor de cine, peluquero y pareja de Bárbara Streisand. Pero la cereza del pastel que termina por rematar esas evocaciones es la música que le acompaña. Y no es casualidad la importancia de la música como tercer protagonista de la cinta, dado que el título hace referencia a una popular y ahora extinta tienda de vinilos en California.

Si no has visto a la nominada al Oscar 2022 por Mejor Director, Mejor Película y Mejor Guion Original, en este Pantalla sonora te invitamos a entrar en el mundo de Licorice Pizza a través de algunas de las canciones que acompañan el viaje drama-cómico de amor y crecimiento entre los debutantes en la pantalla grande Alana Haim (Alana) y Copper Hoffman (Gary).


Life On Mars? / David Bowie


Ante el caos de y en un mundo donde no encajas, y ante de la decepción de la realidad, como ocurre a Gary y Alana, surge la pregunta ¿existe vida en Marte? Quizá no, pero tal como hace Alana, más vale correr en busca de ella o, al menos, en busca del regordete Gary y la realidad despreocupada y aventurera que le ofrece. Este clásico de Bowie del 71 se volvió uno de sus sencillos más apreciados y unos de sus mayores éxitos comerciales, perteneciente al álbum Hunky Dory.




Let Me Roll It / Paul McCartney


Para la cantante Alana Haim, Let Me Roll It, del Paul McCartney post beatleriano y Wings (su otra agrupación), es una de sus canciones favoritas de todos los tiempos, y en Licorice Pizza encumbra el primer momento emotivo entre los protagonistas, cuando los versos “You gave me something, I understand/ You gave me loving in the palm of my hand/ I can't tell you how I feel/ My heart is like a Wheel/ Let me roll it” cobran todo el sentido para dos personas que están asimilando una explosión de sentimientos.




Lisa, Listen To Me / Blood & Sweet & Tears


Una de las más grandes bandas de rock de los 60 fue Blood & Sweet & Tears. Grandes por su proeza de mezclar ritmos como jazz, pop, folk y rock, entre otros, y lograr que su apuesta fuera un éxito comercial; y también por el número de integrantes que la conformaban, 10 tan sólo. En Lisa, Listen To Me, Gary podría fácilmente cambiar el “Lisa” por “Alana”: “Once a girl I knew, all alone and unprepared/ Everyone she knew, running scared/ Then she found him or maybe he found her/ His were gentle words she had never heard before”.




Peace Frog / The Doors


Quizá nada grita más “verano californiano de los 70” que el rock funk psicodélico de The Doors. El clásico Peace Frog, basada en un par de poemas escritos por Jim Morrison y perteneciente al Morrison Hotel, escenifica el caos provocado por la crisis de combustible que se aborda la cinta: “In the terrible summer/ Bloody red sun of/ Fantastic L.A”.




Stumblin’ In / Chris Norman & Suzi Quatro


Tropezar el uno con el otro es exactamente lo que harán toda la película Gary y Alana, para quizás terminar -spoiler- inmersos en los pantanos del amor. El éxito del 68 de Chris Norman & Suzi Quatro, Stumblin’ In, describe a la perfección por lo que atraviesan Gary y Alana desde que se conocieron: “una llama que arde por dentro", así es su amor, pero aún no lo saben reconocer.




July Tree / Nina Simone


Al inicio de Licorice Pizza, cuando Gary está persuadiendo a Alana de salir con él mientras ella juega a rechazarlo, algo se asoma como rayo de esperanza con esta triste melodía de la gran Nina Simone, en la que se lanza la pregunta “¿cuánto tiempo tardará en crecer (el amor)?”. Como la canción de Nina, el amor de estos protagonistas florece en el verano, como el árbol de julio.




But you're mine / Sonny & Cher


La misma Cher dijo en una entrevista a Vice, lo mucho que la conmovió escuchar la que fuera un éxito suyo junto a Sonny, But you’re mine, mientras veía Licorice Pizza, por la cercanía que tenía de Encino y las ferias de adolescentes. En palabras de la propia Cher, el desenterrar esta pieza e incluirla en la cinta es perfecto, por el “You're ‘not too pretty, but you’re mine”.




Slip Away / Clarence Carter


Entre tantos efímeros romances y coqueteos pretenciosos para darse celos, no es raro que, en cierto punto, Alana y, sobre todo, Gary, atravesarán por ese sentimiento de conformarse con ser el “amante” del otro. Slip Away va de eso, de alguien que pide a gritos atención de la persona que ama, aunque en medio suceda una infidelidad.




Tomorrow May Not Be Your Day / Taj Mahal


“Mañana puede no ser tu día”, pero hoy busca a la persona que amas. La pesimista e irónica Tomorrow May Not Be Your Day, del blusero neoyorquino Taj Mahal (Henry St. Claire Fredericks, Jr) fue la elegida por Thomas Anderson para cerrar, quizá, su obra cinematográfica más personal.