La imagen por antonomasia que formulamos al pensar en una terapia psicológica es la siguiente: una persona recostada sobre un sillón, mirada enfocada al techo, cuerpo relajado. Esta idea se debe a que Madame Benvenisti donó, en 1890, una cama de día estilo victoriano –objeto semejante a un diván– a su psicoanalista Sigmund Freud, quien lo utilizó posteriormente en sus sesiones terapéuticas.
En un sillón color marrón, de apariencia cálida, suave y cómoda, Juno MacGuff y Paulie Bleeker llevaron a cabo el acto carnal, con sabor a pastillas de naranja y limitada experiencia en el arte de los cuerpos. La amorosa escena sugiere que la presencia de este mueble va más allá de las tareas que atañen, comúnmente, a un mueble: es, de alguna manera, el testigo callado del encuentro que detonará la historia de la película. Por eso no resulta extraño que, una vez que Juno se entera de su embarazo, espere a Bleeker afuera de su casa, sentada en el mismo sillón. Aunque en estas dos escenas el sofá aparece acompañado de los mismos personajes, el contexto provoca que éstos no sean los mismos, como tampoco el sillón es el mismo sillón.
El sofá de Los Simpson es un caso similar: éste cambia según la situación; el recorrido de los personajes hacia él varía en innumerables episodios, incluso, en algunos capítulos es protagonista de la acción. El ejemplo que más ilustra el comportamiento de los sillones como algo más que sillones es el episodio en el que colaboró el animador británico Steve Cutts: LA-Z Rider. En este gag (variación de una misma acción), Homero es un detective –Joe Kaz Kazinsky– que lucha, junto a su fiel sofá, contra el mafioso Fernando Whitmore –Ned Flanders–. La criatura de madera y tela es, además de sillón, el transporte y compañero de armas del musculoso Kazinsky.
Estos ejemplos, aunados a otros más que resultaría difícil agotarlos, exhiben el valor que estos artefactos tienen, también, en la vida real. Por eso, Alberto Villalpando y David González fundaron en 2014 Sofamatch, una empresa mexicana que innovó la producción y venta de sofás a nivel nacional e internacional.
Sobre cómo surgió este proyecto, ambos comentan: “Sofamatch parte de una premisa básica: la experiencia personal como comprador. Este hecho permite que la atención que brinda esta empresa de sofás sea cercana y cómoda para el consumidor”.
Esta marca mexicana busca el equilibrio entre funcionalidad, diseño y comodidad. Para ello, cuenta con materiales de gran calidad: la madera de pino está certificada por Forest Stewarship Council (FSC) y las telas de microfibra (mezcla de algodón y poliester) son importadas.
Por otra parte, la estandarización de la producción permite también la estandarización de sus precios: según el tamaño, sus productos tienen sólo dos precios. Cabe precisar que el costo de los productos cambia, únicamente, en caso de que el cliente desee aumentar las dimensiones del sillón, pero no incrementa por la elección de telas y color. Sobre todo, es necesario comentar que el costo –mucho más accesible en comparación con el resto del mercado– no implica que la calidad de los productos sea menor.
Además, Sofamatch se distingue por sus diseños clásicos y la innovación en los modernos. Así, el cliente puede elegir entre una amplia gama de diseños que convivan con el espacio y con los gustos personales.
Finalmente, uno de los mayores beneficios que proporciona Sofamatch es la entrega a corto plazo (15 días), independientemente de la región en que se ubique el comprador.
Como lo mencionamos previamente, Sofamatch utiliza madera de pino certificada por Forest Stewarship Council (FSC) y, además, colabora permanentemente con Reforestamos México A.C.: por cada sofá vendido plantan una mayor cantidad de árboles de los que utilizaron para su fabricación.
Sofamatch es patrocinador de Contraseñas, programa conducido por Rosa Beltrán y Mónica Lavín que se transmite en la pantalla de Canal 22, todos los jueves a las 19:30 horas.