En la Italia de finales del medioevo un hombre de fe, Santo Tomás de Aquino, filósofo teologista también, aseguraba que el hombre (hombres y mujeres) posee conciencia moral, es decir, en su interior es capaz de discernir entre el buen y el mal comportamiento y así llevar una vida recta por el sendero de la virtud y las buenas acciones. Como si el ser humano viniera a este mundo con la plena conciencia de diferenciar el bien y el mal.
Años más tarde, otro compatriota, Dante Alighieri, se dispondría a hacer, en forma de poema, un mapeo de qué es lo que depara a las almas después de la muerte según las acciones que han cometido en vida. Basado en los pecados dispuestos por la iglesia católica, este florentino regaló al mundo cristiano la impresión del paraíso, el purgatorio y el infierno que hasta el día de hoy ronda en el imaginario colectivo. Nada tiene que ver con la religión que se profese, sino con la cultura y nuestra forma de asimilar a eso que llamamos "moral".
Su trascendental obra, La divina comedia, ha servido para ser representada gráficamente, en la pintura, la escultura, el grabado y desde hace más de 100 años, en el cine, sobre todo en el cine italiano, en el cual la influencia cultural de Dante es fundamental.
En este Top #Cinesincortes hicimos una breve selección de cintas, hoy convertidas en de culto, que representan o hacen alusión —en menor o mayor cantidad— a la interpretación de las malas y buenas acciones post mortem, de Dante Alighieri.
En los albores del cine, a principios de siglo XX, los italianos Francesco Bertolini, Adolfo Padovan y Giuseppe De Liguoro decidieron en 1909 comenzar a rodar La divina comedia. Para hacer esta primera versión cinematográfica muda del clásico literario, se basaron en los grabados del francés Gustav Doré (realizados para ilustrar una edición de finales del siglo XIX). El resultado fue la versión más teatral y a la vez experimental de la obra, a pesar de seguir fielmente el argumento de los primeros cantos dedicados al infierno en La divina comedia.
Para adaptar el clásico a la modernidad fue necesario cambiar a aquellos personajes famosos que perecían en el infierno, ya fuera por ser monstruos o por nunca haber sido cercanos al dios cristiano. Así, en vez de estar en el filme Aristóteles, Bruto, Judas o Francisca, los protagonistas eran Marilyn Monroe, Albert Einstein, Martin Luther King, Jimi Hendrix, Maria Callas o Ernesto Che Guevara y la representación de aquel capitalista que se enriquece a costa del pobre en la miseria. En esta adaptación llena de psicodelia, Dante es un drogadicto que deambula por Nueva York reflexionando sobre sus acciones, Virgilio es negro y Beatriz es la ex pareja de Dante que lo guía mientras masca chicle.
El infierno abordo de un barco es la primicia de este filme de 1935 en el que un hombre busca hacer un casino dentro de un barco. La atracción, en un principio, es mostrar una magna representación del infierno para todo público, sin embargo, el ahora hombre de negocios, Jim Carter, antes un pobre trabajador de carbón, piensa convertirlo en un lugar destinado al juego. Puede que ser millonario nos signifique el paraíso sin privaciones ni preocupaciones, pero la lección que intenta dar el filme es como el infierno mismo resulta de la corrupción del alma que implica la avaricia por el dinero.
Para Jean-Luc Godard y su cinta, el infierno, purgatorio y paraíso están en la tierra y son obra completa nuestra: la guerra. El filme se divide es esos tres rubros, el primero contiene imágenes de archivo acerca del rastro de miseria, violencia y destrucción que dejan consigo los conflictos bélicos: explosiones, fusilamientos, ciudades y campos en ruinas, tanques de guerra y poblaciones huyendo. El segundo hace una reflexión del presente acerca de esos errores del pasado; y el tercero, último y más utópico, utiliza la metáfora para alcanzar la tan deseada paz mundial.
Este filme de Manoel de Oliveira no está basado en la obra homónima de Dante, pero retoma ciertos aspectos producto de la alienación occidental religiosa, que se dan cita en un manicomio, donde los internados representan, en su demencia, a personajes famosos y sus demonios, como Adán y Eva, Lázaro, Raskolnikov y Sonia de Crimen y castigo, y el propio filosofo Nietzsche.