Por: Rebeca Avila

Star Wars y el inicio de la era del sinfonismo comercial

Pensemos en Giuseppe Verdi, Frédéric Chopin, Richard Wagner o Richard Strauss. Pensemos en que si vivieran en nuestra época quizá tendrían la oportunidad de que su música fuera escuchada, y comprada, por cualquier persona alrededor del mundo. No es que en pleno siglo XXI no existan virtuosos compositores sinfónicos, no es la forma, es el medio por el cual es propagado y escuchado este género musical que puede llegar a millones de personas que, quizá sin saberlo, están “consumiendo” música sinfónica. Ese medio es el cine.

Después del 21 de mayo de 1977, el día en que se estrenó La guerra de las galaxias (Episodio IV. Una nueva esperanza), una nueva concepción de la importancia de la banda sonora cambió el cine por completo. Con 4 millones de copias vendidas, el LP del soundtrack de la cinta de George Lucas se convirtió en la primera grabación instrumental más vendida de la historia, hecho extraordinario considerando dos cosas: el pleno auge de la música disco y que no era un álbum de música instrumental pop. El responsable de tal creación fue el legendario compositor John Williams.

¿Que por qué legendario si no todos lo conocen? Porque en su mundo, el de Hollywood, es el rey Midas de la música de algunas de las sagas más famosas de la historia. Probablemente su éxito también ha radicado en trabajar con dos mentes hacedoras de dinero, Steven Spielberg y George Lucas. Lo que es un hecho es que la música compuesta por Williams —formado profesionalmente nada menos que en Juilliard— ha logrado situarse en el imaginario colectivo y ha hecho que la música sinfónica —la suya por supuesto—, meramente instrumental, se convierta en un producto, en parte de la cultura pop.

Los métodos para crear composiciones musicales han cambiado, ahora se hacen en estudios digitales, con consolas y sintetizadores. Sin embargo, Williams a sus 87 años, sigue componiendo a la manera antigua, escribiendo con lápiz y papel en mano. Vamos a recordar algunas de las bandas sonoras más famosas creadas por él.


La guerra de las galaxias

Se considera que el soundtrack de la segunda franquicia más rentable de la historia —a partir de su regreso en 2015—, educó el oído de millones de jóvenes desde 1977 hacia un género más sofisticado y complejo. Para la fecha y el género musical del que se trataba era alucinante que se hicieran filas para comprar el LP en las tiendas especializadas.






Tiburón

Antes del fenómeno de La guerra de las galaxias, la creatividad de John Williams ya había dado sus frutos en la pantalla con el tema de Tiburón (1975). Con fagotes, cuernos franceses, trompetas, contrabajos y violines, Williams logró tener a los asistentes de las salas de cine al borde de sus asientos.




Indiana Jones

Con la llegada de los años 80 llegó también el inició de, quizá, la década más productiva en la carrera de Williams, la cual abrió con Raiders March y el resto de la banda sonora de Los cazadores del arca perdida (1981). Raiders March no siempre fue el tema principal de la película, ya que cuando se estrenó ésta no tenía un tema de obertura, así que la partitura sólo inmortalizó la persecución principal de la primera entrega de la saga para quedarse para siempre en la memoria.




E. T., el extraterrestre

Hubo otros grandes proyectos en los que participó John: El imperio del sol (1987), los episodios V y VI de La guerra de las galaxias (1980 y 1983), y obras menores como Monseñor (1982), Heartbeeps (1981) y Por siempre (1990). Por supuesto también estuvo E. T., el extraterrestre (1982) y el conmovedor momento de triunfo cuando Elliott y sus amigos huyen con E. T. a bordo de la canasta de su bicicleta y justo cuando piensan que serán atrapados se elevan por el cielo.




Harry Potter

Para cerrar este breve conteo y ya entrados en los 2000, mencionamos el último trabajo trascendental de John Williams: Harry Potter. La banda sonora de la saga del mago más famoso del cine ha tenido varios compositores, pero fue Williams quien creó el tema icónico de la franquicia y con la que crecieron los milenials más jóvenes. Aunque Harry Potter sea un producto, la música del creador nacido en Nueva York es —como la de todos sus trabajos citados anteriormente— verdaderamente una obra de arte que dota de emociones a las imágenes en la pantalla grande.