Uno de los mejores discos de todos los tiempos acaba de cumplir un año más de vida, lo cual podemos utilizar como un buen pretexto para hablar acerca de una de las bandas británicas más importantes que hayan existido, nos referimos a Queen y su inolvidable, y siempre vigente, A night at the opera.
El 21 de noviembre de 1975, fue lanzada la obra maestra de esta agrupación, la cual los llevó al estrellato internacional, debido a que cada una de las doce piezas que la integran, fueron realizadas con grandes innovaciones para la época, gracias a que no se escatimó en recursos, con la intención de crear el mejor álbum que jamás se hubiera hecho. No obstante, a pesar de la presión que esto podía suponer, la realidad es que tuvo el efecto contrario, ya que, por primera vez, Queen se sintió con la absoluta libertad para componer.
Dicha libertad se dio también a raíz de su cambio de representante y de disquera, un paso decisivo en su carrera. A consecuencia de esto, dejaron atrás a Trident para firmar con la reconocida empresa EMI, quien creyó en el proyecto, el cual integra a la perfección la personalidad de Roger Tylor, Brian May, John Deacon y Freddie Mercury, quienes experimentaron con los sonidos de todo, por ejemplo, el que produce un peine.
Ahora bien, el mítico nombre del disco proviene de la película homónima filmada en 1935 por los hermanos Marx, ya que una noche, mientras estaban todos juntos, decidieron ver esa cinta para tomar un descanso después de un largo día de grabación y como el título encajaba perfecto en el concepto que habían planeado, creyeron que ésta sería una gran elección y ciertamente lo fue.
Debido a las características del material, se le ha catalogado bajo el género de ópera rock, sin embargo, en él convergen distintos estilos, ya que podrás encontrar desde hard rock hasta baladas. Sin más preámbulo, vayamos directo a lo más importante, las canciones. A continuación, algunos datos curiosos que seguro harán que quieras escuchar el álbum completo.
“Chupaste mi sangre como una sanguijuela, rompiste la ley y ahora suplicas”, de este modo da inicio el disco, con un sinfín de insultos que, tal como señala el título, estaban dedicados al ex mánager de la banda, Norman Sheffield. ¿Por qué? Si bien es cierto que él y su hermano fueron los primeros en ofrecerles un contrato discográfico, también es verdad que una vez que alcanzaron la fama los exprimió de muchos modos, ya que, al ser un grupo poco conocido, a ellos les tocaba grabar a las tres de la mañana, hora en que terminaban artistas de la talla de David Bowie o Elton John. Además, cuando finalmente comenzaron a tener éxito, les pagaba muy poco, razón por la que Freddie Mercury decidió escribir esta canción en cuanto se separaron de Sheffield, con la firme intención de hacer de ella la pieza más grosera que pudiera realizar.
Escrita e interpretada por el baterista Roger Tylor, en ella el músico relata su amor por la velocidad, así como por los autos. Y aunque en un inicio no tenía forma, razón por la que habían pensado en ella sólo como pieza de relleno, la realidad cambió en cuanto comenzaron a grabarla. Al final fue tan bueno el resultado, que se convirtió en un sencillo. Cabe destacar el interesante estilo vocal de Tylor, además de que, como detalle extra, quiso utilizar el sonido del motor de su auto (en ese entonces un Alfa Romeo) como parte de los arreglos.
Esta canción es una genial mezcla entre folk, blues y ciencia ficción. Compuesta e interpretada por el guitarrista y Doctor en astrofísica (de ahí el tema de esta pieza), Brian May narra la historia de un hombre que viaja al espacio y a consecuencia de las diferencias en tiempo y distancia que existen, al regresar descubre que mientras él ha envejecido sólo un año, en la Tierra han pasado diez.
Tal como su nombre lo indica, ésta es una canción con dedicatoria a un gran amor. Fue escrita por Freddie Mercury para Mary Austin, su mejor amiga y novia en ese momento, de quien siempre dijo era una de las personas que más amaba y amaría. La pieza pronto se convirtió en su balada más reconocida, gracias a la letra, así como a los arreglos realizados por May en los que sobresale el harpa.
Y claro, no había otro modo de cerrar que con la legendaria Bohemian Rhapsody, considerada como una de las mejores canciones de la historia, creación del gran genio de la música Freddie Mercury.
Si alguna vez has puesto atención a la letra, te darás cuenta de que es bastante extraña y aunque hay diversas teorías al respecto, lo cierto es que Freddie nunca quiso revelar lo que hubo detrás de ella. Lo que sí sabemos, es que el vocalista mandó a poner un piano como cabecera de su cama, ya que, muchas veces dormido le llegaba la inspiración y es justo así como “le llegó” esta canción, la cual comenzó a escribir en 1968, casi diez años antes de su lanzamiento.
La canción está compuesta por seis complejas partes y fue lanzada como sencillo, a pesar de la oposición inicial de las radiodifusoras debido a la duración de la misma de más de seis minutos. Cabe destacar que, a la par de Bohemian Rhapsody, Mercury se encontraba escribiendo otra reconocida pieza que saldría tiempo después, ya que pensó que no encajaba con el concepto del disco, estamos hablando, ni más, ni menos que de We are the champions. Finalmente, te diré que el piano que aparece en el mítico video clip es el mismo que tocó Paul McCartney durante la grabación de Hey Jude.