Por: Alexis Puentes

Alice Guy Blaché, la madre del cine narrativo

Despidiendo los muros de aquella fábrica, la clase obrera se disponía a tomar las calles al finalizar su jornada laboral; este fue el primer registro de cómo un experimento sin narrativa, sin discurso, sin relato y sin historia, sólo un recurso para archivo alcanzaba exitosamente la satisfacción de obtener la imagen en movimiento.

Aun así, aquel material visual perteneciente a los hermanos Lumière representó toda una inspiración a quien vería a través de esta nueva técnica una innovadora forma de expresión artística, pues en ese 22 de marzo de 1895 estos científicos invitaron a una demostración de su cinematógrafo al empresario Gaumont el cual asistió junto con su secretaria Alice Guy Blaché; ella de inmediato se interesó en el nuevo invento y trató por todos sus medios de convencer a su jefe del gran futuro que traía el aparato para la creación de historias. Él accedió siempre y cuando esto no interrumpiera en sus funciones como asistente; de esta manera comienza la carrera artística de la primera cineasta en la historia.

Alice nació el 1 de julio de 1873 en Saint-Mandé, Francia y creció entre Chile y Suiza. Pero, por azares del destino, sus padres tuvieron que regresar a Francia, en donde Alice terminó sus estudios como mecanógrafa; para 1894 fue contratada por la Compañía General de Fotografía del inventor e industrial Léon Gaumont, que años más tarde sería una de las empresas productoras de cine más exitosas y conocida como Compañía Gaumont gracias al deslumbrante trabajo de la directora.

Sin embargo, la historia está plagada de errores por atribución, pues en los inicios de esta manifestación artística no existían parámetros para la realización ni mucho menos penalización alguna por los derechos de autor y se tornaba aún más denso el asunto si se trata de cuestión de género. Alice es la evidencia de esto, ya que ella rodó más de mil películas a lo largo de su vida, pero lamentablemente algunas de estas se perdieron, otras se les concedió la autoría a los actores protagonistas y una gran cantidad más fue robada por otros farsantes, incluso por Gaumont, pues él cambió el nombre de la artista por el suyo.

Todo esto sucedió a espaldas de ella, ya que al pasar los años Alice se tuvo que ir a los Estados Unidos con su entonces esposo Hebert Blaché, con quien fundaría los Estudios Solax y es en este periodo donde le roban la autoría de sus películas. Lo duro de conocer la verdad no es cuando te enteras de esta sino cuando te das cuenta de que todo el mundo sabía excepto tú; por culpa de su esposo, Alice había perdido los Estudios, por lo que regresaba a Francia separada y desilusionada, pero esa noticia le pega mucho más fuerte y es cuando comienza su lucha por rescatar este material fílmico. En este contexto es en donde escribe sus memorias: The Memoirs of Alice Guy Blaché.

He aquí lo grave del tema, primero porque gran cantidad de estos filmes se perdieron y lo que se puede rescatar son publicaciones en periódicos o revistas de la época sobre el lanzamiento de esos filmes que certifican su autoría; segundo, porque se dispone de poca información a partir de fuentes directas y documentos contrastados e irrefutables en donde la misma historia mencione a Alice Guy Blaché como la madre del cine narrativo, pues prácticamente ha sido borrada de la misma.

Por ejemplo, una de esas propuestas por la que batalló para obtener nuevamente el crédito es Le billet de banque -que este año cumple 116 años de su estreno siendo el 23 de abril de 1907 el lanzamiento- con una duración de 11 minutos. El filme trata de una pareja que es socorrida por un transeúnte de mal vestir y de aspecto indigente, quien con valor logra ahuyentar a los ladrones que intentaron asaltarlos; como recompensa, el hombre le ofrece un billete de gran valor, pero su apariencia física y presentación personal impiden que este salvador de los dos amantes pueda gozar y consumir el dinero a su antojo. Evidentemente grandes historias jamás pensadas para la construcción de toda una industria cultural.



Alice nunca imaginó el gran legado que nos dejaría y más aún porque en vida nunca fue reconocida, por eso es a ella -la primera persona en dirigir una película de ficción- a quien le debemos el ingenio perspicaz y la seducción en la narración cinematográfica. Dedicamos este Top #CineSinCortes a la fundadora de lo que más tarde se ha considerado como la profesión de producción, dirección, el playback, la sincronización de imagen y sonidos, y a la creadora de la fantasía, la comedia, la sátira, los relatos sociales, la crítica a la sociedad, los melodramas, las adaptaciones, la ciencia ficción fílmica, el lenguaje cinematográfico y el color a mano en los filmes. ¡Grande Alice!


La Fée aux Choux (1896)


Comenzaba la carrera tecnológica del cine y varios científicos apostaban todos sus recursos por obtener el mejor aparato que capturara la imagen y su movimiento perfeccionándolo una y otra vez, en este trayecto se elaboraron dos filmes La Sortie de l'usine (1895) y L'arrivée d'un train à La Ciotat (1896) ambos elaborados por los hermanos Lumière y pensados únicamente como material de archivo.

Desde que Alice había visto este experimento supo que tenía delante de sí al medio en el cual podía explotar toda su creatividad y no quería dejarlo vacío, ella quería dotarlo de un discurso; contaba con el sentimiento creador y como ya había dirigido obras de teatro, aprovechó el nuevo recurso que tenía a su disposición y de inmediato quiso adaptar un cuento de hadas francés que cuenta que los niños nacían de los repollos y las niñas de las rosas.

Este es el primer cortometraje más largo en la historia hasta ese momento, cuya duración es de un minuto y mezcla elementos de la fantasía y el folklore francés; la historia se centra en un hada con un vestido decorado con flores que extrae bebés de la parte posterior de unos enormes repollos. Este filme fue bien aceptado por el público y este gran éxito le sirvió a Alice como impulso a su carrera cinematográfica a tal grado que, en 1897, Gaumont creó un departamento de cine y Alice asumió el cargo como la directora y jefa de producción, un rol en el que supervisó la creación de todos los filmes realizados por la compañía para vender sus cámaras. De hecho, realizó dos adaptaciones más de esta historia que llevan por nombre Midwife to the Upper Class (1902) y Madame a des envies (1906) que también tuvieron muy buena aceptación.


A Fool and His Money (1912)

Empoderada en su carrera, Alice empezó a crear discursos incluyentes con temáticas reales y sociales. Una de las cintas que dan testimonio de esto es A Fool and His Money siendo el primer filme en donde todo el elenco es conformado por afrodescendientes. El contexto de su estreno se da en un momento en el que todavía existían actores blancos que se pintaban la cara para pasarse por “negros”.

Alice tenía un gran bagaje cultural y por ello no se le hacía extraño la representación, pues había sido criada mientras viajaba entre Chile y Suiza, así conoció distintas culturas y las retrató en sus historias. Se dice que en este filme el elenco de tez blanca no quiso aparecer al lado de estos protagonistas porque para ellos esto dañaría su reputación y trabajo; por lo que la directora prescindió de sus servicios y se aventuró a filmar la cinta.

Este cortometraje es una comedia satírica que retrata la vida de una familia negra de clase media y la trama se centra en un personaje que por azares del destino se vuelve rico y adopta un estilo de vida aristocrático. De esta forma la historia se ve enredada entre lo material y el poder que da el dinero y el interés farsante que se disfraza de amor.




Le départ d’Arlequin et de Pierrette (1900)


Alice no se consideraba feminista, pero el retrato que dejó en sus cintas refleja una clara posición en contra de las ideas paternalistas. En ese entonces era aún más notable la distinción y el beneficio entre ser hombre y mujer.

Este filme retrata a una bailarina que en su habitación es visitada por un hombre que le profesa su amor, ella rechaza el acto y aquel sale de su vista; hay varios puntos interesantes en la película, como su temática, pues en esta breve secuencia de ballet de Arlequín y Pierrette adaptada por la directora, toca un tema novedoso en su obra: el travestismo, ya que los personajes son interpretados por mujeres y una de ellas se traviste. Al final, la historia combina una celebración mediante un baile que termina con un beso entre ambos personajes.

Lo aún más interesante en esta cinta es que hasta este entonces el mundo cinematográfico era en blanco y negro, pero a Alice se le ocurrió la idea de pintar nuestro imaginario, y como toda una elegante artista, entintó y pintó a mano cuadro por cuadro regalándonos la primera película a color.


La Vie du Christ (1906)

Pero el color en los filmes no fue lo único que innovó Alice, también aportó diferentes técnicas que hoy se perpetúan para su elaboración. Durante su carrera, Alice experimentó con diferentes tomas y tiros fotográficos, convirtiéndose en pionera en el uso del close-up, en el movimiento hacia atrás y sobre todo en la ralentización y aceleración de las cintas.

A todos sus filmes le dio el toque teatral con la construcción de escenarios bastante trabajados -pintados y elaborados a mano- para cada representación. De esta forma comenzó a construir una narrativa, dio profundidad de campo y abrió paso para los distintos planos -general, primer plano, segundo plano, etc.- que tiene cada personaje dentro del cuadro; empezó a jugar con la iluminación y conformó lo que conocemos como puntos de interés.

La madre del cine la jugó ¡con toda! en esta nueva práctica creativa, como los paneos de cámara en La Vie du Christ, inspirados en las obras que Tissot pintó en un viaje a Palestina; este filme retrata la vida de Cristo, desde su nacimiento hasta su redención, y es uno de los trabajos más notables de ese período con una duración de 33 minutos en donde elaboró 25 sets, filmó en numerosas locaciones al aire libre y utilizó a más de 300 extras.