Por: Arody Rangel

Francisco Toledo, el último gran artista de la plástica mexicana

“Creo que el arte enriquece a la gente. Da, le abre mundos; cambiar en el sentido de que nos haga mejores el arte, ahí sí no creo, no sé… Pero bueno, creo que el que haya bibliotecas, exposiciones, conciertos, poesía, todo esto enriquece a la gente y es bueno para la gente sensible...”

Francisco Toledo, en entrevista para Proceso
(Francisco Toledo: El arte le abre mundos a la gente, 2003)


Iguana, chapulín, colibrí, lagarto, mono… contemporáneo y ancestral, primitivista de vanguardia, un artista plástico excepcional, juchiteco que a través de sus trazos universalizó el espíritu de la región del Istmo de Tehuantepec y convirtió a Oaxaca en la capital artística de México, para México y el mundo. Francisco Toledo fue un maestro del arte al igual que de las causas éticas, políticas y humanas; comprometido promotor de la cultura y las artes fundó museos, bibliotecas y centros culturales; como activista político confrontó al gobierno por sus vejaciones y a los intereses de algunas de las grandes corporaciones del capitalismo rapaz.

Francisco Toledo de niño y su hermana, aproximadamente en 1945. Foto: www.smithsonianmag.com
Francisco Toledo y su hermana en Oaxaca, aproximadamente en 1945.
Foto: www.smithsonianmag.com

Toledo no gustaba de los homenajes y tampoco solía hablar de sí mismo, sin embargo, su gran legado artístico, cultural y humano, tan imprescindible como es, le mereció el epíteto del último gran artista de la plástica mexicana. Francisco Benjamín López Toledo, tal fue su nombre completo, nació el 17 de julio de 1940 en la colonia Tabacalera de la Ciudad de México, por accidente, como alguna vez comentó, pues a pesar de esto y de que vivió los primeros años de su infancia en el sur del estado de Veracruz, la sangre del artista ‒su madre era de Ixtaltepec y su padre de Juchitán‒ y más tarde su vida y obra se ligaron a la tierra oaxaqueña, a donde llegó a vivir a los 11 años.

Un sinfín de momentos marcaron el camino vital de Francisco Toledo: su interés por los libros desde muy temprana edad; las imágenes de Juchitán, del Istmo, de Oaxaca, como potencias creativas en su arte; su estancia en París, donde Rufino Tamayo le legó el lugar de su pincel y Octavio Paz lo guio en el mundo de las letras y la cultura; el carácter inescrutable y trasgresor de sus obras cargadas de un profundo erotismo; la relación entrañable con su hija Natalia y sus colaboraciones como en el Cuento del Conejo y el Coyote; la profunda amistad con Graciela Iturbide, a quien se deben algunas de las fotos más icónicas del artista y a quien ella debe una de sus fotos más famosas, Nuestra señora de las iguanas; así como sus acciones en la promoción cultural, gracias a las que existen y persisten espacios como el Museo de Arte Contemporáneo de Oaxaca (MACO), la Casa de Cultura de Juchitán o el Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca (IAGO), por mencionar algunos; y sus importantes andanzas activistas: Toledo fue un defensor de causas sociales y ambientalistas, como atestiguan, por ejemplo, su participación en el Patronato para la Defensa y Conservación del Patrimonio Cultural y Natural de Oaxaca (PRO-OAX), su denuncia artística ante la desaparición forzada de los 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa, su lucha contra el cultivo de maíz transgénico en el país o su oposición a la apertura de un local de Mac Donald ’s en el Centro Histórico de Oaxaca.


Éstos y muchos otros detalles de la biografía única del maestro Toledo se recogen en el documental Un mundo sin Toledo, escrito y dirigido por el cineasta Gabriel Santander, y coproducido por Canal 22 y Sopa de Pato Producciones, el cual busca honrar la memoria del último gran artista de la plástica mexicana. El audiovisual reúne el testimonio de un coro de voces integrado por Natalia Toledo, poeta e hija del artista; la fotógrafa Graciela Iturbide, amiga de Toledo; la escritora y periodista Silvia Cherem, también cercana al pintor; el escritor Juan Villoro; y los especialistas Cuauhtémoc Medina, curador y crítico de arte, y Jaime Moreno Villareal, escritor e investigador de arte. Asimismo, cuenta con material audiovisual en el que Toledo y su obra son los protagonistas, en tanto que la música, interpretada por la Banda Santa Cecilia, con los sones La Llorona y Candela, o temas como Dios nunca muere, Canción mixteca o Guendanabi, crea una atmósfera que transporta hasta la tierra del artista, a sus formas y colores.

Francisco Toledo y su hija Natalia Toledo Foto: Facebook | Natalia Toledo
Francisco Toledo y su hija Natalia Toledo
Foto: Facebook | Natalia Toledo

Un mundo sin Toledo | Dirección: Gabriel Santander



La obra artística de Toledo se expuso en galerías y museos de Francia, Noruega, Suiza, Alemania, Colombia y Estados Unidos; y su cotización en el mercado del arte es significativa; no obstante, el hombre vestía y vivía con cierta austeridad, en su trato era sencillo y afable, una persona para la que resultaba incómodo sentirse un hacedor de dinero y que destinaba sus recursos a la creación de espacios para la cultura y el arte. Su compromiso con la cultura, especialmente con la de Juchitán y la de la región del Istmo, fue parte de su propia identidad, pues él fue formado dentro de la lengua zapoteca, sus costumbres y tradiciones. La primera concreción de este compromiso se remonta a las décadas de los 60 y 70, cuando Toledo y un grupo de artistas de Juchitán se dieron a la tarea de rescatar la producción de artistas de la región de tiempos de la Revolución, tanto plástica como poética, montaron exposiciones y publicaron las poesías y canciones en lengua originaria para poner las obras en contacto con las personas; fue en esta época que se fundó la Casa de la Cultura en Juchitán y que el artista atestiguó cómo el arte y la cultura ayudan a tender y fortalecer los vínculos comunitarios e identitarios.

Sobre la relación que guarda el arte de Francisco Toledo con la cultura zapoteca, el modo como comprendía el compromiso artístico y la lucha social, o su parecer sobre los efectos que tiene la globalización cultural en detrimento de los pueblos y lenguas originarios, así como sus haceres para preservar las lenguas indígenas de Oaxaca, el artista juchiteco compartió en entrevista con Mardonio Carballo, estos y otros tópicos, en el capítulo final de la 8ª temporada de …de Raíz Luna, en 2013.


…de Raíz Luna. Francisco Toledo



Artista prolífico, Toledo se desempeñó como impresor, dibujante, pintor, escultor y ceramista. En sus obras son recurrentes los motivos, formas y colores de los pueblos del Istmo y de Oaxaca; hay presencia de referentes del arte occidental, como Goya, Klee o Tàpies; más su preponderante imaginario de bestiarios, figuras que lindan las fronteras entre el animal y el hombre, así como la conjunción de los más diversos elementos plásticos que hicieron de su arte una manifestación erótica y mágica imposible de clasificar.


Cosmódromo. Ensayos para TV con Otto Cázares. Francisco Toledo, políglota de los elementos