Este año la industria cinematográfica despertó en una realidad distinta. Tras un 2020 de cines vacíos, producciones congeladas, festivales digitalizados o cancelados y estrenos que se demoraron meses y meses, el 2021 trajo al cine un nuevo aliento más que necesario, así como una transformación permanente. Ahora el público está regresando a las salas y la experiencia frente a la gran pantalla se retoma de a poco, aunque parece que también los estrenos híbridos, o exclusivos, en plataformas de streaming llegaron para quedarse.
Todavía muchos se resisten a este cambio en el que cada vez más películas son exhibidas únicamente en estas plataformas digitales y los filmes de menor presupuesto cuentan con un periodo más corto de tiempo en salas de cine, si es que acaso llegan. La única certeza que todos celebramos, sin duda, es que los realizadores, ante cualquier circunstancia, han encontrado la forma de compartir sus visiones y no han parado de filmar.
Este Top #CineSinCortes está dedicado a esos cineastas y las obras que este año nos devolvieron a la ensoñación compartida que es asistir al cine, autores que resistieron o se adaptaron para volver a contar el mundo con su propio lenguaje. Para ello hicimos esta lista con algunas de las cintas que destacaron este año repleto de nuevos paradigmas de distribución y exhibición, películas que dan testimonio de cómo cineastas veteranos o debutantes siguieron contando todo tipo de historias.
Comedia negra y claustrofobia aseguradas aquí. Este es el predicamento de una joven, Danielle, que, rebelándose contra toda expectativa de sus acomodados y respetables padres judíos, lleva una vida paralela en una relación con un sugar daddy, Max, que le da efectivo y regalos caros a cambio de sexo mientras acepta felizmente su mentira de que él la está ayudando a pagar una carrera universitaria inexistente. Un día Danielle se despide apresurada de él porque su familia y amigos de la familia, todos entrometidos, la esperan en una Shiva, o funeral judío, donde tendrá que pretender que sigue estudiando y que ya dejará de depender de sus padres económicamente. Pronto comienza el disparate porque resulta que Max también forma parte de los conocidos del difunto y se une a la Shiva con todo y esposa modelo y bebé llorón. Entre las mentiras de Danielle que se van derrumbando, la tensión con el sugar daddy y su propia puesta en escena, además del conflicto sin resolver con una exnovia de Danielle que también está en el funeral, se desenreda una tensión casi dolorosa pero genialmente intensa y divertida.
Esta película representa la ópera prima de la joven cineasta canadiense Emma Seligman, quien la desarrolló a partir de un corto anterior que presentó como su película de tesis en la Universidad de Nueva York y luego arrasó con las ovaciones en cada festival en el que se presentó Shiva Baby desde Toronto hasta Miami.
Antes de que la quiten de las salas de cine (aunque también se encuentra en esa bien conocida y gigante plataforma de streaming) esta es una cita obligada con uno de los grandes conflictos ineludibles para cualquier mexicano, que es la relación temor-odio con los policías. Bien consciente del problema, el director Alonso Ruizpalacios armó esta película que navega entre el documental y la ficción para confrontarnos a todos con otra realidad a la que no podemos escapar: los policías mexicanos también son vulnerados y vulnerables en medio de un sistema judicial basado en corrupción y negligencia. Cabe aclarar que esta no es una apología del servicio policial, aquí se narran sus extorsiones diarias y sus incompetencias, lo deficiente de su entrenamiento y su ignorancia, pero también se nos muestra cómo desde que entran al servicio todos los policías se ven expuestos a la precariedad, la extorsión y al abuso dentro del propio sistema.
Ruizpalacios aprovecha las posibilidades del cine y primero nos hace creer que estamos siguiendo el día a día de una pareja de patrulleros enamorados y sus mejores anécdotas dentro del servicio, pero pronto la narración da un giro y vemos que estos personajes son actores encarnando a dos policías reales y pronto comienzan a revelarnos el proceso detrás de la película. También los actores han crecido con el temor y la reprobación que muchos experimentamos hacia la policía, pero esta película les revela, como a nosotros, que las personas detrás del uniforme también tienen historias complejas, también son peones de este juego de impunidad y deshumanización en el que todos nos encontramos.
No cabía duda de que la nueva película del siempre desconcertante y provocador realizador francés Léos Carax llegaría a salas de cine y, ahora que se exhibe en nuestro país finalmente, representa una cita imperdible con lo bizarro, lo grotesco y lo fascinante que siempre se encuentra en las historias del director de Holy motors (2012). Annette no es la excepción, esta es una película extraña y desgarradora que nos pide encontrar la humanidad dentro de la irreal trama del ascenso a la fama de una niña/¿títere? Y además es un musical, o un antimusical, o quizá mejor dicho una ópera rock salvajemente melodramática. La historia gira en torno a una pareja interpretada por los grandes Adam Driver y Marion Cotillard, él es un comediante controvertido y agresivo con una carrera en decadencia, ella es una bella y adorada cantante de ópera en ascenso, polos opuestos. La turbulencia de su relación termina con una tragedia luego del nacimiento de su inquietante bebé, Annette, que parece una marioneta de madera y puede cantar con la increíble voz adulta de su madre. Si la extraña trama no basta, hay que decir que tan sólo las actuaciones de los protagonistas son razón de sobra para no perderse este antimusical aterrador del siempre astuto anarquista del cine francés.
Como en muchos casos de películas exhibidas este año, el segundo largo de la directora noruega Mona Fastvold se estrenó en los festivales de formato híbrido del año pasado y no fue hasta 2021 que alcanzó las salas de cine de manera muy limitada. The World to Come trata de una amistad que se convierte en romance entre dos mujeres muy distintas, pero que tienen en común ser esposas de granjeros de mediados del siglo XIX en algún lugar de la frontera de la costa este de Estados Unidos. Abigail y Tallie encuentran en su relación un refugio de sus matrimonios sin alegría, sus rutinas de servidumbre, así como una alternativa a la resignación que parece determinar sus vidas. Con una voz en off invariablemente suave, Abigail sirve como narradora a través de palabras poéticas que escribe en su diario sobre la conexión entre ellas, que nace de las confidencias compartidas sobre sus matrimonios en los que las "obligaciones de esposa" son solo una molesta adición a una larga lista de tareas que también incluye zurcir, ordeñar vacas y palear excrementos de pollo. El de Mona Fastvold es un tipo de narración singularmente tenue, que pone más atención a la ternura que a las pasiones, algo que asegura que las delicadas luchas exploradas en esta historia nunca se vean amenazadas por un drama explotador. No en balde esta película ganó el premio Queer Lion a la mejor película de temática LGBTQ en la 77 edición del Festival de Venecia.
Volviendo sobre este nuevo paradigma que vive el cine, hay que lamentarse que esta película no haya contado con un período de exhibición en salas, y en cambio tras su paso por algunos festivales se fue directamente a la distribución por medio de una de las más grandes plataformas de streaming. Producida por Alfonso Cuarón (quién también colaboró especialmente en la edición de sonido), esta cinta del director indio Chaitanya Tamhane no es una película de acontecimientos extraordinarios o grandes sucesos, en realidad el conflicto está al interior del protagonista, Sharad, un aprendiz de música clásica india que desde niño se ha buscado en la perfección de este arte. Fiel discípulo de su gurú, y de la gurú de su propio maestro, se ha ocupado cada día de seguir al pie de la letra las enseñanzas e indicaciones de éstos con el fin de alcanzar la maestría y el autoconocimiento que conjunta su arte. Dedicado a practicar cada día, a mejorar su canto y ejecución instrumental, dejando de lado a su familia o cualquier otra ocupación que le remunere más y siendo un verdadero purista en contra de cualquier otra música popular, no comprende por qué no alcanza su talento, si es que tiene, para la excelencia y la satisfacción. Su incertidumbre se desarrolla a saltos de su infancia a su madurez y Chaitanya Tamhane nos hace compartir la duda del discípulo en una experiencia sonora y meditativa extraordinaria.