Un cuerpo frágil que portaba un sencillo vestido negro, fúnebre, sus manos delgadas que rozaban la luz del escenario. Y, sin embargo, de aquella pequeña mujer de facciones menudas surgía la voz más potente y conmovedora, una que conquistó cada uno de los escenarios en que se presentó, desde sus humildes orígenes en las calles y la pobreza hasta los más elegantes salones internacionales.
El canto de Édith Piaf arrebató la admiración del mundo entero y permanece como una de las voces más importantes de la canción francesa. Este mes de diciembre al cumplirse 104 años de su nacimiento vale la pena continuar celebrando al Gorrión de París por el doble mérito de haber triunfado pese a las desgracias que plagaron su vida y, principalmente, por haber sobrepuesto su enorme talento y su libertad a todas las absurdas convenciones de la época.
Nacida en las calles de la capital francesa en 1915, la gran diva de la chanson atravesó una historia llena de complicaciones desde el principio de su vida. Abandonada por sus padres, pasó su infancia al cuidado de su abuela en el prostíbulo que ésta administraba. Acosada por múltiples problemas de salud, como un cáncer de hígado, y sus adicciones al alcohol y la morfina. Sus escándalos, y fracasos amorosos explotados por la prensa hasta el cansancio.
Y a pesar de todo, Piaf vivió sin disculparse por nada. Sin hijos (la única hija que tuvo falleció muy pequeña), rebelde e insubordinada, siempre se comportó orgullosa de conceder mayor primacía al amor que al consentimiento del público o al patriotismo. Enferma y envejecida antes de tiempo, apenas a los 47 años, el Gorrión falleció; pero lo hizo acompañada de amistades entrañables y del romance que siempre disfrutó.
En esta Pantalla Sonora dedicamos un recorrido por las piezas que encumbraron a Édith Piaf como la voz más estremecedora de la chanson, así como la mujer más talentosa e irreverente de su época.
Uno de los principales colaboradores que tuvo la diva francesa fue el popular cantante y compositor Charles Aznavour. Junto a él Piaf hizo este cover de una canción estadounidense que hace referencia a una mujer del antiguo testamento.
La letra de esta canción hace referencia a un ritmo que acosa hasta la locura. El título no tiene un significado real, se trata de una onomatopeya, pero la interpretación de Édith Piaf la convirtió en un popular himno sobre la angustia, la decadencia y la arrasadora pasión que puede provocar la música.
En Latinoamérica es bien conocido el ritmo de esta canción que originalmente era un vals del argentino Ángel Cabral y que hoy es sobre todo conocida como la cumbia Que nadie sepa mi sufrir. Pero en los años 30 la cadencia de esta pieza cautivó a Piaf, quien la interpretó en francés con una letra totalmente diferente, no sobre despecho sino acerca de dos amantes que añoran volver a bailar juntos entre la multitud que los separa.
En 1947 se estrenó la canción que le dio fama internacional a Édith Piaf y se volvió su tema insignia. La vie en rose, escrita por la propia cantante y su melodía por Louis Guglielmi, habla del éxtasis al encontrar el verdadero amor.
Piaf estaba prácticamente retirada cuando Michel Vaucaire y Charles Dumont la buscaron incansablemente para ofrecerle sus composiciones. Ella quedó prendada únicamente de esta canción que representaba tan perfectamente su forma de pensar y vivir. Non, je ne regrette rien parece haber sido escrita para la mujer moderna y osada que siempre fue Édith Piaf. Fue sin lugar a duda su himno definitivo.