Por: Arody Rangel

Rosario Castellanos: ser escritura, ser escritora

“Ahora estoy de regreso.
Llevé lo que la ola, para romperse, lleva
-sal, espuma y estruendo-,
y toqué con mis manos una criatura viva;
el silencio.
Heme aquí suspirando
como el que ama y se acuerda y está lejos”.

Nostalgia, Rosario Castellanos


Rosario astellanos joven
Rosario Castellanos

Fue educada como cualquier mujer de su época, con los preceptos de sumisión, abnegación y realización a través del matrimonio; la muerte de su hermano menor marcó en ella la misión de realizar las cosas que estaban destinadas para él, como cursar la universidad. Muy joven descubrió las letras y fue el verso su primera manera de verterse en papel, publicó su primer poemario a los 15 años. La muerte de sus padres, cuando ella era una jovencita, le dejó tras el duelo la posibilidad de ser ella misma y decidió dedicarse por completo a la literatura.

Rosario Castellanos se realizó como escritora en el pleno sentido de la palabra: incursionó con éxito en la novela, el cuento, la poesía y la dramaturgia. Además, ejerció el periodismo y colaboró con diversos periódicos y revistas. La chiapaneca es una de las intelectuales más importantes del siglo XX en México y símbolo del feminismo en Latinoamérica. Estudió filosofía y literatura en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, donde posteriormente fue profesora. Fue promotora cultural en su estado natal y embajadora de México en Israel.

Castellanos rehuyó a las clasificaciones de indigenismo y feminismo pues, si bien es cierto que en su obra hay dos constantes: la mujer y lo indígena, en su literatura se abordan ambas temáticas -al igual que muchas otras- sin apegarse a un programa de ideas específico y sin idealizar a sus personajes. A 48 años de su deceso, dedicamos este Librero a una de las escritoras más entrañables de nuestra literatura.


El eterno femenino

Rosario terminó esta obra teatral poco antes de su muerte, en sus tres actos asistimos a una sátira hacia la estereotipación femenina y también hacia el androcentrismo que marca la norma. Lupita, la protagonista, visita el salón de belleza para que la arreglen para su boda, en el lugar cuentan con una secadora de cabello que induce al sueño para que las mujeres se entretengan y no piensen mientras esperan; entre visiones, Lupita ve la realidad del matrimonio, conoce a las mujeres combatientes de la historia y, finalmente, toma el papel de distintas mujeres -desde la trabajadora sexual hasta la científica o intelectual pasando por el ama de casa- y así, da con el hecho de que a pesar de la lucha feminista por la equidad, la sociedad exige lo mismo a cada una de las mujeres. Después del viaje onírico, Lupita dirá “es que yo me iba a casar”.

El eterno femenino
El eterno femenino

Balún Canán

Balún Canan
Balún Canan

Balún Canán, del maya antiguo Balunem K’anal que significa "nueve estrellas", fue publicada en 1957 y es la primera novela de la autora y el nombre del poblado donde se desarrolla la historia. Balún Canán, ubicado en su natal Chiapas, es escenario de la implementación del reparto agrario que realizó Lázaro Cárdenas. Castellanos aborda el conflicto entre la comunidad indígena y los mestizos terratenientes; sin tomar posición, tanto una clase como la otra aparecen retratadas: la cosmovisión indígena y la moral ladina. Al conflicto social, se suman elementos autobiográficos -su infancia en los Altos de Chiapas y la muerte de su hermano menor-, así como la permanente problematización de Castellanos sobre el estereotipo de lo femenino.


Poesía no eres tú

En respuesta a la más famosa de las Rimas de Bécquer, Rosario lanza sus versos: “Poesía no eres tú / Porque si tú existieras / tendría que existir yo también. Y eso es mentira”. Bajo este título, una antología reúne la producción poética de Castellanos, de 1948 a 1971; como poeta, Rosario transmutó su ser en versos, están ahí sus preocupaciones más íntimas, el amor y la muerte, la soledad abriéndose paso y tiñéndolo todo, así como la constante aparición del otro, pues “Con el otro / la humanidad, el diálogo, la poesía, comienzan”.

Poesía no eres tú
Poesía no eres tú