Por: Roberto Dorantes

Katsuhiro Otomo: entre la ciencia ficción y el cyberpunk

En 1982, un joven dibujante de nombre Katsuhiro Otomo con apenas 28 años sacó a la luz un manga llamado Akira, esta obra al igual que su adaptación cinematográfica se convertiría en un referente de la cultura pop y abriría paso a un nuevo género de la ciencia ficción, el cyberpunk.

Para comenzar a hablar del trabajo de Otomo debemos volver al siglo XVIII, cuando ocurrió un evento que no sólo cambió el mundo para siempre, sino que lo guio hacia un sendero por el que aún seguimos caminando: la Revolución Industrial. En ese momento algunos pensadores y filósofos comenzaron a ver a la ciencia y a la tecnología con optimismo y como una alternativa para facilitar la vida de los humanos y llevarlos al progreso.

El primero en hablar sobre esto fue Oscar Wilde en su libro El alma del hombre bajo el socialismo (1891), en este ensayo visualizó un mundo en donde autómatas serían los encargados de realizar todas las labores manuales mientras que los humanos podrían enfocarse en actividades más elevadas; por otro lado, Karl Marx pensaba que a través de la tecnología la humanidad podría ser emancipada de su propia barbarie.

Este importante evento histórico logró posicionar a la ciencia dentro del foco de la humanidad y del cuestionamiento del cómo y hacia dónde nos llevaría la invención de máquinas que podrían ser usadas para lo que quisiéramos. De esta forma el uso de la ciencia en cualquier nivel llegó a la literatura y el arte, convirtiendo aquellas preguntas en lo que ahora conocemos como ciencia ficción.

Para hablar de ciencia ficción es necesario mencionar a sus referentes: según expertos, el primer indicio real de ciencia ficción aparece en 1818 en Frankenstein de Mary Shelley, donde conocemos al primer ser viviente nacido gracias a la ciencia, quien, además, era consciente de serlo. A partir de esto, la tecnología sería usada para explorar los límites de la imaginación casi siempre desde un punto de vista optimista y fantástico como lo podemos ver en Cinco semanas en Globo (1863) de Julio Verne o en La máquina del tiempo (1895) de H.G Wells.

A pesar de este entusiasmo por la ciencia, a partir de los años 50 surgió una corriente muy fuerte dentro la ciencia ficción en la que escritores como Isaac Asimov, Aldous Huxley, Philip K. Dick o George Orwell escribieron acerca de futuros y sociedades distópicas en las que la tecnología era usada para someter y subyugar al ser humano y a la naturaleza a través de sistemas totalitarios, tal es el caso de 1984 (1949) de Orwell o Fundación (1951) de Asimov, de estas historias surgiría el género en el que Otomo vio nacer sus obras: el cyberpunk.

El cyberpunk nace en 1984 con la publicación de Neuromante de William Gibson, esta novela cuenta la historia de Case, un hacker drogadicto con el cuerpo atrofiado que vive en un mundo futurista y decadente, en donde el centro del conflicto es la obtención de información a través de sistemas computacionales. Pero más allá de eso, lo que hace que Neuromante sea la pieza fundamental para este género es el ambiente y filosofía que hay dentro de toda la narrativa y sus personajes, en donde las enormes ciudades con luz neón, los complejos sistemas informáticos, las prótesis robóticas y las grandes corporaciones funcionan como un móvil deshumanizante, lo cual obliga a su protagonista a tomar el papel de un antihéroe.

Estas mismas características las encontramos de forma muy clara en el trabajo de Katsuhiro Otomo, y en conmemoración de su cumpleaños número 66, queremos que conozcas un poco su trabajo cinematográfico.


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Akira (1988)

Este es sin duda el trabajo más importante y trascendente de Otomo, como dijimos al comienzo, Akira primero fue un manga que posteriormente, en el año de 1988, se adaptó a la pantalla grande. Esta es una obra tan importante que no sólo impactó al mundo del manga, sino que además se convirtió en un referente para el cómic, la animación y la cultura popular.

Esta historia nos sitúa en la ciudad de Neo-Tokio en el año 2019, una enorme metrópoli construida después de la tercera guerra mundial sobre las ruinas de un mundo que sufrió los estragos de la ciencia. Aquí conocemos a Kaneda y Tetsuo un par de adolescentes que forman parte de una pandilla de motociclistas llamados The Capsules; estos jóvenes se dedican a pelear a muerte contra otras pandillas, viven en un mundo en el cual su mayor aspiración es tener la mejor motocicleta —lo cual Kaneda logra sin duda— y donde las drogas y la violencia son algo cotidiano. Además, encontramos grupos terroristas, sectas religiosas, políticos corruptos y un gobierno sin escrúpulos al que no le importa experimentar con niños. Todo esto rodeado por enormes edificios luminosos que fallan en su intento de cubrir tanta podredumbre. Sin embargo, esta sociedad aún no está perdida del todo ya que algunos siguen esperando la llegada de Akira, un ente que alberga la “energía absoluta” y que llevará a las personas de este mundo a una nueva era.

Actualmente esta historia podría asemejarse a muchas películas hollywoodenses, sin embargo, lo que en verdad destaca a la obra de Otomo es la estética que creó tanto en su dibujo y animación como en su forma de narrar, aportando ese punto de vista japonés al género cyberpunk, que había sido más explorado por escritores estadounidenses.



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Roujin Z (1991)

Escrita por Katsuhiro Otomo, esta película cuenta la historia del señor Takazawa, un anciano moribundo de 87 años que es cuidado por Haruko, una estudiante de enfermería. En esta película el elemento cyberpunk es aportado por la máquina Z-001, una cama robótica inventada por el ministerio de salud que sirve para cuidar a pacientes que están inmovilizados, incluidas personas de edades avanzadas. Aquí es donde entra el señor Takazawa, quien será el conejillo de indias con el que probarán este, al parecer, inofensivo aparato. Sin embargo, como ya lo sabemos —al menos dentro de este género— las máquinas nunca son inofensivas y esta no es la excepción, ya que en realidad esta cama oculta un sistema experimental militar, que le da la capacidad de asimilar a cualquier otro ente electrónico y que se une con la mente del señor Takazawa. De esta manera y con ayuda de unos simpáticos hackers que viven en un asilo para ancianos, la Z-001 adquiere la conciencia de su esposa fallecida. Así, con una buena dosis de comedia, Otomo nos lleva a la pregunta: ¿si le implantamos recuerdos y características de una persona a una máquina o robot, ésta podría seguir viva dentro de la máquina? Este mismo cuestionamiento lo veríamos abordado años más tarde, aunque de forma más seria, en otro clásico del género cyberpunk, Ghost in the Shell (1995).


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Memories (1995)

Memories es una película antológica que se divide en tres episodios inconexos: 'Rosa magnética', 'Bomba apestosa' y 'Carne de cañón'. De estas tres partes la que más representa al género cyberpunk es 'Rosa magnética', basada en una historia de Otomo aunque no está dirigida por él. Esta historia nos presenta a un grupo de recolectores de basura espaciales, quienes en uno de sus viajes reciben una llamada de emergencia de una peculiar estación espacial con forma de rosa, allí Miguel y Heintz, dos de los tripulantes, comienzan a explorar y se dan cuenta de que aquel lugar alberga el fantasma de una cantante de ópera, el cual es creado a partir de una inteligencia artificial que es capaz de construir androides, manipular aparatos y recrear recuerdos a través de hologramas. Con elementos sacados del suspenso y el terror, este corto nos muestra cómo la tecnología tiene la capacidad de sacar a flote y mostrarnos nuestros miedos y deseos más profundos.


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Metrópolis (2001)

Esta película animada está basada en la obra Metrópolis (1949) de Osamu Tekuza —conocido como el dios del manga— que a su vez está basada en el clásico Metrópolis de Fritz Lang de 1927. Tomando en cuenta estos dos enormes referentes, Katsuhiro Otomo fue el encargado de realizar el guion que fungiría como una actualización de estas legendarias obras.

Esta historia, al igual que sus predecesoras, ocurre en una enorme ciudad iluminada en la que los edificios tocan el cielo. En esta metrópolis, dividida por marcadas clases sociales al más puro estilo de Asimov, los humanos conviven con robots los cuales les sirven y los protegen sin ningún cuestionamiento. Con una animación impresionante, esta película nos presenta a distintos personajes que van desde detectives y mercenarios, hasta gobernantes y revolucionarios, quienes, cada cual desde su trinchera, se ven inmiscuidos alrededor de Tima, una androide angelical que se convierte en el puente que unirá a humanos y robots. Así, esta historia situada en un evidente ambiente cyberpunk nos muestra, entre el sonido del jazz y los colores neón, la relación tan estrecha que el ser humano ha creado con las máquinas y de la cual ya no podremos escapar.