Grosso modo, el color es una potencia que influye directamente sobre el alma. El color es el teclado del piano y los ojos son los macillos; el alma es el piano con todas sus cuerdas. El artista es la mano que toca una tecla u otra para provocar emociones en el alma
A inicios del siglo pasado, el arte experimentó una revolución definitiva. Hasta entonces en la pintura, el dibujo, o la música incluso, el mundo se expresaba de forma “fotográfica”, a través de un arte figurativo que describía los objetos, las personas o los paisajes tal cual los veía el artista. Hasta que apareció un joven ruso que veía en esa forma de expresarse una barrera que había que derrumbar.
Ese joven nacido en Moscú era Wassily Kandinsky (1866, 1944), y su empeño por liberar al arte de la función tradicional de reflejar la realidad visible fue la que transformó definitivamente la manera en que en adelante se ha representado el mundo. Cuando Kandinsky miraba una pintura no valoraba el objeto o el personaje, sino los colores que allí se concentraban y la fuerza que adquirían en la obra al combinarse.
Aunque su primera formación fue como estudiante de derecho y economía, Kandinsky se dedicó de lleno al arte gracias a dos experiencias que ahora son historia: su descubrimiento de un cuadro de Monet que representaba un campo con almiares, y su experiencia en un concierto de Lohengrin de Wagner. Desde entonces se volcó en el objetivo de explotar en la pintura ese mismo tipo de abstracciones de la realidad, al mismo tiempo que, gracias a las formas y colores, se genera una respuesta emocional en el espectador. Nacía así el arte abstracto.
Pero aunque Kandisnky tenía muy claras esas ideas en su cabeza, en realidad el camino hacia la abstracción de su arte fue mucho más gradual y complejo de lo que podríamos imaginar. Se trató de una búsqueda e investigación tan fascinante y prolífica como el mismo artista.
Entonces, ¿cómo es posible iniciarse en el discurso liberador de Kandinsky y el arte abstracto? Las respuestas las encontrarás en la última exposición que ofrece este año el Museo del Palacio de Bellas Artes, Kandinsky. Pequeños mundos, una amplia panorámica de la evolución personal y la trayectoria extraordinaria del llamado “padre de la abstracción”.
Ya hace unos años pudimos disfrutar de algunas obras de este pionero en el arte abstracto como parte de la muestra La Vanguardia Rusa, sin embargo, Kandinsky. Pequeños mundos es la primera exposición individual de este artista en México, y reúne piezas de recintos tan destacados como el Metropolitan Museum of Art de Nueva York y el Centre Georges Pompidou de París, entre otras importantes colecciones internacionales.
La basta muestra está organizada en cinco secciones temáticas donde podrás comprender cada experiencia que influyó a Kandisnki a lo largo de su vida, los esquemas, motivos y configuraciones que expresan las impresiones de sus grandes viajes por el mundo, experiencias que enriquecían cada vez de forma más vivaz e intensa la famosa paleta de colores de su obra.
Además de las emblemáticas pinturas, en Kandinsky. Pequeños mundos se encuentran diversos objetos relacionados al artista, algo que permite comprender a mayor profundidad su arte. Se trata de más de 60 piezas entre textos, apuntes de sus clases, un libreto de una adaptación escénica de su adorado Wagner, pinturas, grabados y dibujos.
La siempre cambiante obra de Kandinsky parece descifrase con claridad en esta oportunidad imperdible que estará disponible en el Palacio de Bellas Artes hasta el 27 de enero de 2019.