Por: Rebeca Avila

Wes Anderson y el cine de los hipsters

Uno de los nuevos cineastas de culto es, sin duda, Wes Anderson, que tiene el don de hechizar con sus historias y su estética. Aún no decidimos cuál de las dos se lleva más el mérito o si es un conjunto de ambas.

Amado por muchos y odiado por otros tantos, Wes Anderson ha desarrollado una prolífica carrera que inició hace más de 20 años (su primer filme fue el corto Bottle Rocket en 1994). Su cine no entra en una categoría específica, es simplemente el cine de Anderson lleno de nostalgia que se hace visible desde sus ya distintivas paletas de colores y sus estéticas -pero singulares- composiciones, que nos dejan deseando formar parte de estos cuadros perfectos, simétricamente de ensueño. Como en Hotel Chevalier, MoonRise Kingdom o El gran Hotel Budapest.

Sus historias, siempre centradas en las emociones más vitales del ser humano han interpuesto una conexión entre su pantalla y el espectador, a pesar de la excentricidad; El fantástico señor Zorro, Tres son multitud y Los excéntricos Tenenbaum nos han dejado con un sabor de identificación, de mirarnos a nosotros mismos. La melancolía y la risa siempre están presentes de cualquier modo. Su humor -tildado por algunos de raro- que no es negro, ni cruel, ni tampoco el típico estadounidense, es una ironía hasta cierto punto inocente, sin caer en el ridículo o en la simpleza.

El tejano de 49 años, que ha causado revuelo en las ultimas semanas con su cinta de crítica social Isla de perros, está de moda. Tan lo está, que es de los pocos privilegiados pertenecientes a Hollywood que no necesita de aprobaciones. Hace lo que quiere cuando quiere, es independiente, pero les encanta a todos. Igual está en la Berlinale que en los Oscar y en ambos lados, se le adora.

Pero ¿cuál es su encanto en realidad? Quizás sea más de uno. En este Top #CineSinCortes enumeramos algunas causas y consecuencias del efecto Anderson.


El fenómeno Anderson

Ya hablamos de sus sublimes elementos visuales, pero más allá de admirarlos, también resultan inspiradores para otros, cuestión que ha desembocado en homenajes hacia su trabajo. Por ejemplo, en San Francisco, desde 2010 la galería Spoke Art organiza anualmente una convocatoria para montar la exposición gráfica, Bad Dads, creada a partir de alguno de los filmes o personajes de Anderson. Segundo ejemplo, en Canadá se remodeló una casa cuyas habitaciones y cada rincón son una representación de su filmografía. ¿Lo mejor de todo? puedes rentarla en esta aplicación. Uno más, la cuenta de Instagram Accidentallywesanderson recopila fotos que capturen lugares que podrían, sin falla alguna, formar parte de una cinta de Wes. Si encuentras un lugar así, saca tu celular, manda tu foto y se parte de los Anderson lovers.


Meticulosidad

Está claro que Anderson tiene una obsesión con la perfección y ha creado su propio sello estético. Desde la tipografía futura bold -color amarillo- que ocupa siempre en sus películas, las cartas escritas a mano que tienen un lugar en sus historias, el equilibrio en sus encuadres, comunmente horizontales, personajes casi surrealistas, son, en conjunto, ya una marca registrada que nos alerta que una película es suya.


Directores fetiche y lo nuevo

Anderson es admirador declarado de Roman Polanski, pero tiene, además, otras influencias. Algunas de sus cintas asoman esos homenajes implícitos y explícitos a Truffaut, Louis Malle o Jean Renoir, incluso Kubrick y Almodóvar. Martin Scorcese, por su parte, se ha confirmado fan del cine de Wes y el mismo creador de Pandillas de Nueva York, con toda la humildad, considera que será su sucesor.


Familia cinematográfica

Hijo de una arqueóloga y un publicista Wesley no viene de una familia del séptimo arte, pero si se formó la propia. Cuando acudía aún a la universidad, conoció a uno de sus mejores amigos que se convertiría también en uno de sus actores y coguionistas de cabecera: Owen Wilson. Después, se topó con los primos Jason Schwartzman y Roman Coppola e invitó a Bill Murray a participar en su segunda película Tres son multitud. De ahí en adelante el actor participaría en la mayoría de sus películas. Con el tiempo forjó otras amistades y la familia creció con Willem Dafoe y Andrien Brody, entre otras personalidades.


Wes y la moda

Con un estilo propio hasta para vestirse, -un icono del hipstersismo- no es raro que el cineasta esté inmerso en la industria de la indumentaria. Entre estas colaboraciones están haber dirigido los anuncios -mejor dicho, cortometrajes- del promocional de navidad para la cadena H&M, con Adrien Brody conduciendo un tren, así como los cortos para el perfume Candy de Prada, protagonizados por Léa Seydoux. Aquí también, su cine ha tenido gran repercusión y casas de alta costura como Gucci, lo han tomado de inspiración.