No se casaron, ni tuvieron hijos. No vivieron juntos, no se hospedaban en la misma habitación. Se amaban de una manera peculiar, con la convicción de que el otro es un ser libre y que debe de ser fiel ante todo a sí mismo. Su relación comenzó cuando él tenía 24 y ella 21, duró 51 años, hasta que la muerte de Sartre los separó; durante ese tiempo compartieron conversaciones, fiestas, viajes, amantes. La afinidad de sus espíritus y convicciones les procuró un amor más allá del bien y del mal.
Simone de Beauvoir y Jean Paul Sartre fueron dos de los filósofos más importantes del siglo pasado; el pensamiento de ambos es una apuesta por la libertad humana: la mujer y el hombre son lo que hacen de sí mismos. Filósofa feminista y filósofo existencialista, ambos posicionamientos intelectuales parecen exigir su sucedáneo ético: un modo particular de habitar el mundo y la búsqueda constante de transformarlo. Filósofos consecuentes: ambos militaron a favor de diferentes causas, tomaron posición respecto de los sucesos vertiginosos que caracterizaron la segunda mitad del siglo pasado; esta congruencia también caracterizó sus vidas privadas.
El matrimonio y los roles de género pueden ser tan arbitrarios como las normas, costumbres, estereotipos e instituciones sociales, que coartan la voluntad de los individuos, los limitan a ser de una forma y castigan cualquier desviación. La relación de Sartre y de Beauvoir fue calificada de libertina e inmoral, sin embargo, habría que comprender las convicciones que alimentaron a este amor para reconocerlo como un acto de rebeldía.
Sartre decía que el amor que lo unía a de Beauvoir era necesario, frente a los amores contingentes que ambos tuvieron. Amor rebelde, amor libre. Hicieron de su amor un puente que comunica y no un lazo que ata, no permitieron que ningún adjetivo ni ninguna buena costumbre intoxicara lo que de real tiene la compaginación de dos que se encuentran y reconocen, y desean estar juntos.
Resulta admirable que este par haya llevado sus convicciones a un ámbito tan peliagudo como el amor, pero es que el amor no es otra cosa que libertad.