Por: Rebeca Avila

Gael García, actor e incansable observador

Cada cierto tiempo, el cine nacional “da a luz” a figuras que, por sus interpretaciones y papeles icónicos, se vuelven especiales para el público. Existen las divas desdeñosas, las sufridoras inagotables, los galanes altivos y los villanos inescrupulosos. Pero están otros que, gracias a su encanto nato, sonrisa coqueta, ojos pizpiretos y una labia sublime, se ganan los aplausos y admiración de la audiencia. En la época del Cine de oro mexicano, fueron Germán Valdés Tin Tan y Pedro Infante; en los 60 y 70 fue Mauricio Garcés; y de los 2000 en adelante, ya posicionado el Nuevo cine mexicano, el actor que debutó con bombo y platillo en el cine, nada más y nada menos que en Amores perros (alabada en Cannes y emblema de la industria nacional en el extranjero) de Alejandro González Iñarritu, lo es Gael García Bernal.

Su biografía es bien conocida: hijo de los actores Patricia Bernal y José Ángel García, comenzó en la actuación desde los 11 años, en el mundo escabroso de las telenovelas mexicanas con El abuelo y yo (1992). Se mudó a Londres para estudiar actuación en el Central School of Speech and Drama y regresó a su país para hacer cine. Desde su ya mencionado debut, vinieron otras propuestas con directores compatriotas, otros latinoamericanos, otros europeos y, lo que para muchos es EL sueño, en Hollywood. Sin embargo, para Gael “Hollywood no es el techo, no es lo máximo. Lo máximo es hacer una película que hable de tu naturaleza”. Del cine mexicano, a cintas nominadas a los premios más famosos de la industria y de ahí a ocupar el protagónico de populares series, el actor nacido en Guadalajara ha mostrado su versatilidad a la hora de hacer gala de sus dones histriónicos. Además de actor, es productor, director (se estrenó en ese ámbito en 2019 con Chicuarotes), apoyo e impulsor del séptimo arte con el festival (no competitivo) de cine documental itinerante Ambulante. Pero, si algo caracteriza a Gael García, además de su desbordante carisma y amabilidad eterna, es su capacidad de observador, no sólo para la interpretación, sino como espectador social y político de una realidad que, aunque pareciera no serle cercana, lo alcanza por el simple hecho de ser humano.

En este Top #CineSinCortes, hacemos una breve selección de algunos de los trabajos más destacados de Gael García Bernal – en el marco de su cumpleaños número 42 (30 de noviembre)-, quien ha sido un sacerdote consumido por el pecado de la carne, el mismísimo Che Guevara, un indocumentado, un médico enamorado, un director de orquesta poco convencional, un periodista secuestrado, el Eligio de Ciudades desiertas, un chileno exiliado y, a últimas fechas, el jefe de un grupo de espías cubanos, entre otros tantos personajes.


La mala educación (2004)
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Después del éxito apabullante de Amores perros e Y tú mamá también (2001), la suerte llevaría a Gael a trabajar con uno de los directores más transgresores del cine español, Pedro Almodóvar. Conocido por realizar filmes en los que sus personajes homosexuales o travestis muestran su corazón abierto, en La mala educación Almodóvar pone de cara a Ignacio (Gael) que, cuando niño, acudió a un colegio religioso, donde uno de los curas abusaba sexualmente de él. Al menos, eso aparece en los primeros minutos de la cinta, para después descubrir que Ignacio, en realidad es Juan, el hermano menor de Ignacio. Ahora que es adulto, se viste de mujer, prefiere que le llamen Ángel y busca pasar del cabaret a la ‘verdadera actuación’. En esta cinta, el actor ofrece una de sus interpretaciones más memorables, al “cantar” el tema Quizás, quizás, quizás. Para los ademanes femeninos de Ángel, Gael se inspiró en su propia madre, Patricia Bernal, de quien copió movimientos y gestos para darle mayor realismo a su personaje.


Babel (2006)
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Siendo uno de los actores favoritos de Iñárritu, Gael regresó a trabajar con él en una historia que, al igual que Amores perros, conecta varias tramas que parecen no tener nada en común, sólo que aquí, además de los diversos panoramas de cada relato, también los separan los puntos geográficos donde sucede la cinta. Ahora, el actor hace de un mexicano dotado de un carácter contradictorio: el simpático, pero irresponsable; el entusiasta, pero rencoroso. El filme, dotado hasta el tope de tragedia humana en varias de sus formas, muestra tensas escenas donde el personaje de García se enfrenta a sus propios actos viscerales, productos enojo.


La ciencia del sueño (2006)
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Este filme, del siempre surrealista Michel Gondry, marcha una vez más hacia el mundo onírico, que se mezcla con mostrar la fatalidad que existe en la necesidad del amor. Aquí, Gael interpreta a un perdedor con alma artística y serios problemas para conectar con el mundo real; a través de una especie de televisión y otros recursos creativísimos y alocados, Gondry nos muestra lo que ocurre en la mente del incomprendido Stephane. Al mismo tiempo que ofrece estas secuencias del subconsciente, el filme retrata esas relaciones en las que dos personas parecieran treparse a un barco, aún sabiendo que chocarán contra un iceberg.


Neruda (2016)
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Este filme de Pablo Larraín, alabado en varios festivales y premiaciones, trata sobre el poeta chileno Pablo Neruda, quien durante 1948 fue perseguido por el gobierno chileno en turno por pertenecer al Partido Comunista. En este falso biopic, Gael interpreta – al mismo tiempo que funge como narrador durante todo el filme- a un decidido detective que ha sido encargado de encontrar y encarcelar a Neruda, después de que éste escape del país. Sin embargo, en este juego del gato y el ratón, uno de los dos es más audaz que el otro. Así, mezclado ficción con un poco de verdad, y construyendo el mito que envuelve al controversial escritor y político, este filme sumerge con mucha gracia a los dos protagonistas en una suerte de film noir contemporáneo.


Museo (2018)
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El segundo filme de Alonso Ruizpalacios, está basado en un hecho real: el mega robo al Museo Nacional de Antropología e Historia durante la década de los 80. Aquí, Bernal hace de un joven (aunque ya con unos años encima) que vive en la emergente Ciudad Satélite, en la periferia de la Ciudad de México. Juan (Bernal) junto con su fiel amigo Wilson, que saltaría del peldaño más alto si éste se lo pidiera, orquesta un robo al museo en la víspera de Navidad de 1985. Sin nada de tecnología que pueda comprobar su crimen y con bastante maña e ingenio, este par logra escabullirse en el inmueble y salir victoriosos con un botín que les traerá más problemas que soluciones monetarias. La odisea de ambos empieza cuando escapan al sur del país para tratar de vender estos tesoros robados, entre ellos, una máscara de jade casi mística. En este road trip, se desentraña la banalidad en la vida de estos amigos, que en su juventud, carente de emociones y una causa propia, buscan pasarse al lado de la aventura, la rebeldía y, torpemente, de la anarquía.


Y tú mamá también (2001)
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Charolastra: relación entre amigos que lleva la amistad a un nivel supremo de complicidad. Complicidad que, en la ficción, pero al parecer también en la realidad, existe entre Gael García y Diego Luna, coprotagonistas de Y tu mamá también (2001), filme que catapultó a Alfonso Cuarón en el cine fuera del país. “Cada cual puede hacer de su culo un papalote”, “Pop mata poesía” y “Un ‘toque’ al día… la llave de la alegría” son parte de los mandamientos entre Tenoch (Luna) y Julio (Gael), los charolastras del filme. Fue aquí donde, por primera vez, se escuchó la palabra que definiría el concepto de película en general: la amistad, casi hasta la muerte, entre dos hombres; aunque al final de esta historia rompen casi por completo todas las reglas de su contrato, debido a una cancerosa manzana de la discordia (Maribel Verdú), Y tu mamá también ofrece uno de los relatos -y cuadros fílmicos- sobre la amistad, más memorables.