“No tengo dinero, ni recursos, ni esperanzas. Soy el hombre más feliz del mundo”.
En la literatura, la ficción juega un papel muy importante, muchos son los lectores que buscan en los libros historias fantásticas de mundos extraordinarios y personajes fuera serie, con aventuras que superen nuestra imaginación o historias que nos lleven a otros planetas y realidades. Pese a esta tendencia, en los años 60 un grupo de jóvenes escritores y poetas conocidos como la Generación Beat comenzaron a escribir historias acerca de sus vivencias, generalmente rodeados de drogas, sexo y una vida al límite, de aquí surgieron algunas de las novelas road trip más famosas, como En el camino de Jack Kerouac, sin embargo, esto no era algo nuevo, alguien ya lo había hecho mucho antes, su nombre: Henry Miller.
Mucho se ha hablado en los últimos años acerca de separar al artista de su obra, quienes están a favor de esto aluden que lo que crea un artista se queda en el mundo de lo no real, de la ficción y por tanto quien crea estos mundos no debe ser culpado por las acciones de sus personajes, al menos en el plano literario se dice que no necesariamente el escritor se proyecta en sus personajes. Sin embargo, en el caso de la obra de Henry Miller esto se cae completamente, es imposible separar a este creador de sus obras, esto se debe a que la obra de Miller es nada más y nada menos que una enorme y descarada autobiografía.
Henry Miller se caracterizó por ser uno de los escritores norteamericanos más polémicos y controversiales de la historia, incluso su obra estuvo prohibida durante mucho tiempo en su país, ya que era tachada de pornográfica y obscena. Siendo contemporáneo de escritores como Hemingway, Orwell o Fitzgerald, Miller siempre tuvo en su mente la intención de ser escritor, sin embargo, él no pensaba ni escribía como los demás, ya que a diferencia de sus coetáneos, Miller optó por escribir acerca de la realidad, acerca de lo que vivía, hacía y veía diariamente, sin importar que esto fuera política, ética o moralmente correcto, por ello en gran parte de su obra -si no es que en toda- encontramos temas como la pobreza, la miseria, la podredumbre y el sexo, mucho sexo.
Henry Miller nació en Brooklyn, Nueva York, en 1891 y a pesar de que se convirtió en uno de los escritores más representativos de Estados Unidos, él no sentía aprecio alguno por su país natal y mucho menos por su ciudad, para Miller este lugar no era más que "un agujero de mierda" (como él lo llamaba) que lo único que le ofrecía era hambre, humillación y desesperanza. En Nueva York fue donde Miller vivió su infancia, juventud y gran parte de su adultez, en donde tuvo un sinfín de trabajos, pero en donde, sobre todo, experimentó el sufrimiento y la pobreza, además de la censura de un país extremadamente conservador.
Por ello, en 1930, durante la crisis económica de la Gran Depresión viajó a Francia, lugar en el que el desafortunado escritor sufrió una pobreza y miseria aún peor que la de su país, al grado de no tener ni para comer y verse en la necesidad de vivir debajo de puentes. Sin embargo, en Europa encontró algo que su país jamás le dio: libertad. Así fue como, gracias al carácter liberal francés y a la ayuda la escritora Anaïs Nin, quien fuera su amante y amiga, publicó su primer libro Trópico de Cáncer (1934) a los 43 años.
Con este libro Henry Miller comenzaría una de las autobiografías más extensas y aventuradas de la historia, siendo él mismo el personaje principal de su obra, aquí es donde el escritor marcaría su peculiar forma de narrar y pondría la pauta de lo que toda su obra sería. Desde el principio de este trópico lo deja todo claro:
“Éste no es un libro. Éste es un libelo, una calumnia, una deformación de carácter. Éste no es un libro en el sentido ordinario de la palabra. No, éste es un insulto prolongado, un escupitajo en la cara del Arte, una patada en el culo a Dios, al Hombre, al Destino, al Tiempo, al Amor, a la Belleza; a lo que ustedes quieran".
Así, a través de una narración salvaje, cruda y explícita en la que no se guarda ningún detalle, Miller nos cuenta sus primeros años en Francia, rodeado de borrachos, vagos, prostitutas, comerciantes y todo tipo de personajes excéntricos sacados del submundo. Aunque para algunos este libro puede estar plagado de negatividad debido a los ambientes grises y decadentes que sobreabundan, en realidad al retratarlos tal y como son, es cuando el autor se libera de ellos, ya que lo que él busca trasmitir es aceptación, aceptación de un mundo que por más que quiera negar, no desaparecerá.
Unos años después, ya bien establecido en Francia, Miller escribiría Trópico de Capricornio (1939). En esta novela, a modo de un largo monólogo, continuaría narrando sus vivencias con el mismo tono que en el anterior trópico, sólo que en esta ocasión nos llevaría a Nueva York, en sus años de juventud, cuando trabajó en la compañía Western Unión. En esta historia que deambula entre el pasado y el presente del escritor, es donde introduce a un personaje crucial para su obra, Mona, alter ego de June Miller, su segunda esposa. Así, gran parte del libro se centra en el conflicto con esta mujer, quien probablemente fue la más auténtica contraparte del autor y pieza clave en sus posteriores escritos. Sin embargo, lo que más destaca de esta novela es la reflexión que el escritor hace entorno al sufrimiento, en donde logra liberarse de él, dándose cuenta de su inutilidad.
"Todo el drama que está representando el hombre de hoy mediante el sufrimiento no existe para mí: en realidad, nunca ha existido. Todos mis calvarios fueron crucifixiones rosadas, seudotragedias para mantener los fuegos del infierno ardiendo vivamente para los pecadores auténticos que corren peligro de verse olvidados”.
Sacando este concepto de Trópico de Capricornio, La crucifixión rosada es una serie de tres novelas compuestas por Sexus (1949), Plexus (1953) y Nexus (1960). En estos tres libros, Miller llega a la cúspide de su creación literaria, en donde al igual que en sus anteriores escritos, presenta al lector bastantes imágenes cargadas de sexo explícito, acompañadas de un extenso leguaje y sin ningún prejuicio y nos narra los años que vivió con Mona (June Miller), su amor predilecto.
Mucho se ha dicho acerca de si la literatura de Henry Miller entra en el género erótico, y aunque el sexo es un tema muy recurrente en su obra, en La crucifixión rosada nos muestra que en realidad, este escritor usa al sexo como un medio y no como un fin. A través de la sexualidad, este autor es capaz de explorar temas filosóficos y de reflexionar ampliamente en cuanto a la vida y la sociedad, esto es muy importante porque pese al escándalo que supuso para él abordar este tema y mostrarlo en su peculiar forma –al grado que sus libros fueron censurados- él nunca puso al sexo en un pedestal, todo lo contrario, para Miller esto era tan normal y natural que no tenía problemas en retratarlo tal y como era, aunque pudiera parecer obsceno. De esta manera, en Sexus, Plexus y Nexus, este escritor no hace más que presentar al mundo su más sincera historia de amor.
La obra de Henry Miller se puede mirar desde muchos ángulos, ya que abarca muchos aspectos, tanto literarios, como filosóficos e incluso sociales. Sin embargo, algo que define muy bien su obra es la libertad, esa pesada libertad que Miller tuvo que cargar. Como ya vimos, para Miller, la libertad no era una opción, era una necesidad, y era tan grande que la mayor parte de su vida sólo le causó desgracia y sufrimiento. A pesar de esto jamás dejó de buscarla, por ello es que viajó a Europa, por ello es que estuvo casado cinco veces y vivió como un vagabundo, por ello tuvo más trabajos que nadie y se convirtió en el escritor guía de la Generación Beat, porque para Miller por más pesada que fuera, la libertad era lo único que valía la pena, lo único real, lo único eterno.