"La vida humana sólo acontece una vez y por eso nunca podremos averiguar cuáles de nuestras decisiones fueron correctas y cuáles fueron incorrectas".
Apenas hace un año (2019) le fue devuelta la nacionalidad del país que lo vio nacer. En 1979 a Milan Kundera, expatriado en Francia desde el 75, le retiró la nacionalidad el gobierno comunista de la, en aquel entonces, Checoslovaquia. No fue gratuito, por supuesto. Kundera fue siempre rebelde y un opositor y crítico del régimen postsoviético, teniendo importante participación detractora en los actos que dieron lugar a la Primavera de Praga en 1968: aquella “pequeña” revolución que provocó movimientos sociales juveniles en todo el mundo, desde las protestas en Francia y el hipismo estadounidense contra la guerra, hasta el fatídico 68 en México.
Kundera hizo de varias cosas para ganarse el título de persona non grata para el gobierno de su país y ser exiliado. Entre ellas estuvo instar al partido comunista de garantizar y proteger la libertad de expresión, tanto a medios de comunicación como a la población manifestante. Además de ello, dentro de su obra novelesca cargada de temas existenciales por su naturaleza humana (amor, amistad, sexo y otras relaciones humanas), se encargó de integrar siempre su crítica al autoritarismo comunista el cual consideraba un totalitarismo donde no cabe la verdad relativa, sino únicamente la que el sistema imperante decide revelar. Lo hizo desde su obra más representativa La insoportable levedad del ser, pero es en La broma, donde con su sátira hacia el totalitarismo estalinista se ganó el veto de su país natal.
Para recordar al que es considerado el mejor escritor checo, y que cumple 91 años este 1 de abril, recordaremos cuatro de sus obras más sobresalientes sólo en género novelesco, pues también se ha decantado por el ensayo, la poesía y la dramaturgia.
Para Milan Kundera, el humor era una cosa incansable e impensable para los dogmas del totalitarismo, y pieza clave de sus novelas. “Cuando el hombre piensa, Dios ríe”, solía decir el autor acerca del origen de la novela y del poder absoluto. Quizá por ello en su primera novela, La broma, expresa cómo la falta de sentido del humor de algunos puede arruinarle la vida a aquel que goza de reírse de lo mismo que profesa. En esta obra en la que un enamoradizo Ludvik es expulsado del partido comunista por abusar de la ironía en su afán por conquistar a una mujer, se forja el hilo de muchas futuras novelas del autor, donde las historias (crudas y realistas) acerca del amor, se entremezclan con la detracción al sistema totalitario. Así, mientras se entretejen los amoríos de cuatro personajes, también se realiza un rechazo a los falsos ideales comunistas que promueven la hipocresía, la anulación de la libertad de pensamiento y la alienación social.
Jóvenes incrédulos que se creen superiores al resto; un grupo de médicos que por las noches comparten sus ideas sobre el amor y el sexo; viudas que visitan la tumba de su marido y en el camino se reencuentran con viejos amigos; juego de roles entre pareja; el amor versus la religiosidad; y la nostalgia por la juventud perdida son los temas de los siete episodios en los que se divide El libro de los amores ridículos, escritos entre 1959 y 1968 y en los cuales, a través de las relaciones sentimentales que experimentan sus protagonistas, se muestra al mismo tiempo el adoctrinamiento (y el porqué de éste) autoritario que fue moldeando a la sociedad checa durante esa época. Sin afán de romantizar el amor, Kundera desmenuza a sus personajes para escudriñar en sus miedos, deseos y motivaciones.
Jaromil, el poeta protagonista de esta novela, lanza una serie de preguntas respecto a lo que implica el acto sexual. Y es justo a través de estas preguntas -que nacen de su condición de poeta- y otras más sobre el origen de las cosas, que en su búsqueda de respuestas termina indagando en el origen de la suya propia: su madre y el momento específico de su concepción.
En esta novela cuya narrativa no es lineal, se juega con el alter ego, esa figura a través de la cual se pueden ejercer aquellas vivencias que los miedos, la manipulación y la idiosincrasia nos frenan a hacer, y al mismo tiempo se hace gala de la causa y efecto de cada una de las decisiones que tomamos.
No podíamos dejar de mencionar su obra más conocida, escrita en 1984 cuando ya había sido nacionalizado como francés y escrita en el idioma galo, por supuesto, como todo aquello que escribió después de ser expulsado de Checoslovaquia. En esta historia, donde un triángulo amoroso pone en jaque la perspectiva hedonista de uno de sus integrantes, Tomás, enemigo del amor romántico (el mismo Kundera tachaba al matrimonio como “la cárcel burocrática del deseo”), quien comienza a cuestionarse acerca de las relaciones de pareja, el porqué de su propia existencia y el sentido de ésta. La trama de (no) amor se ambienta en aquella, ya lejana para Kundera, Primavera de Praga.
“…precisamente las preguntas que no tienen respuesta son las que determinan las posibilidades del ser humano, son las que trazan las fronteras de la existencia del hombre”, es quizá la oración de La insoportable levedad del ser que más pone en perspectiva el existencialismo, que de forma no activa profesaba Kundera. Para maestros del existencialismo que nos vuelcan la cabeza, tenemos a Jean-Paul Sartre, para reírnos de nuestra propia existencia y nuestros amores ridículos, tenemos a Milan Kundera.