Por: Arody Rangel

Poetisas mexicanas para abrazar la primavera

En su 30° Conferencia General en París en 1999, la UNESCO celebró por primera vez el 21 de marzo como Día Mundial de la Poesía, desde entonces, cada año en esta fecha el organismo internacional conmemora una de las formas más preciosas de la expresión lingüística humana, cultivada a lo largo de la historia, en cada pueblo que ha pisado la faz de la tierra. La poesía es una dimensión indisociable de lo humano y esta fecha, al igual que sirve para homenajear a los grandes exponentes de este arte, recitar poesía y fomentar su enseñanza y lectura, también busca visibilizar las expresiones poéticas que se dan en espacios e idiomas no hegemónicos.

Lejos del lugar común que enlaza a la poesía con la primavera, la belleza o la cursilería, o que ciñe este arte como propio de varones inspirados por fulgurantes musas, en este Librero compilamos cinco voces de poetisas mexicanas para celebrar con sus versos la vida y el eros, pero también la denuncia y la renuncia. Con ellas, abrazar la primavera deja de ser una trillada frase motivacional y abre otros espacios para pensarnos, otros idiomas para nombrarnos.


María Enriqueta Camarillo
(Coatepec, Veracruz, 1892 – Ciudad de México, 1968)

Escritora y compositora. Estudió en el Conservatorio de Música. Publicó poesía, narrativa y ensayo en periódicos como El Universal, El Mundo Ilustrado y la Revista Azul de Manuel Gutiérrez Nájera. En 1902 publicó su primer libro, Las consecuencias de un sueño, y entre el resto de su obra destacan los poemarios Rumores de mi huerto (1908) y Álbum sentimental (1926); así como sus novelas Mirlitón (1918), Jirón del mundo (1919) y El secreto (1922), influenciadas por el Realismo español. Los siguientes versos aparecen en Álbum sentimental y por ellos se ha considerado a la autora como la primera poetisa modernista de Hispanoamérica.

Mármol y carne

Paisaje de jardín donde la nieve
Cayó toda la noche… Es la mañana.
El alto chorro de la azul fontana
A deshelar sus arcos no se atreve…

Silencio. Claridad. Paz matutina
Y, reinando, una estatua, blanca diosa
De mármol, inmutable, victoriosa…
¡Oh mujer, mientras tú, bajo la encina,

Triunfalmente desnuda haces un alto
Sobre esbelta columna de basalto
Ostentando por único atavío

Una nimia corona de laureles
Yo, arrebolada con mis negras pieles,
Tiemblo junto de ti, yerta de frío.


Rosario Castellanos
(Ciudad de México, 25 de mayo de 1925 – Tel Aviv, Israel, 7 de agosto de 1974)

Escritora imprescindible de las letras mexicanas y una de las más reconocidas a nivel nacional e internacional. A la par de su labor creadora se dedicó a la promoción cultural, la docencia, el periodismo y la diplomacia. Se desenvolvió con éxito en la novela, el cuento, la poesía y la dramaturgia. Sus obras, entre las que destacan Balún Canán, Oficio de tinieblas, Álbum de familia o Poesía no eres tú, dan cuenta de dos aspectos que hasta entonces no habían sido tratados en la literatura o sólo de forma sesgada: la mujer y lo indígena, si bien, Castellanos no comulgaba con clasificaciones como indigenismo y feminista, pues sus letras desbordan estos encasillamientos. Del poemario De la vigilia estéril recogemos los siguientes versos.

En el filo del gozo (I)

Entre la muerte y yo he erigido tu cuerpo:
que estrelle en ti sus olas funestas sin tocarme
y resbale en espuma deshecha y humillada.
Cuerpo de amor, de plenitud, de fiesta,
palabras que los vientos dispersan como pétalos,
campanas delirantes al crepúsculo.
Todo lo que la tierra echa a volar en pájaros,
todo lo que los lagos atesoran de cielo
más el bosque y la piedra y las colmenas.

(Cuajada de cosechas bailo sobre las eras
mientras el tiempo llora por sus guadañas rotas.)
Venturosa ciudad amurallada,
ceñida de milagros, descanso en el recinto
de este cuerpo que empieza donde termina el mío.


Pita Amor
(Ciudad de México, 30 de mayo de 1918 – Ciudad de México, 8 de mayo del 2000)

Personaje mítico, cargado de historias y leyendas. Guadalupe Amor fue tanto una de las figuras más polémicas como inusitadas de la literatura en México durante la segunda mitad del siglo pasado: su talento literario se ha visto obnubilado las más de las veces por la excentricidad supuesta de su decisión de no seguir los atavismos de la mujer en México; con todo, Amor fue la mayor cultivadora del soneto, la décima y la lira de su época. Entre sus textos sobresalen Yo soy mi casa, Décimas a dios, Círculo de angustia y Puerta obstinada.

Biznieta de los bisontes

Biznieta de los bisontes
prima hermana de panteras
yo colecciono quimeras,
fulmino los horizontes

Quemo la luz de los montes,
eternas mis primaveras
y son lilas mis ojeras
y verdes los saltamontes

Los contornos de la luna
se doblan en la laguna;
los contornos del lucero

brillan allá por enero
y los contornos del tiempo
suelen ser mi pasatiempo.


Elsa Cross
(Ciudad de México, 6 de marzo de 1946)

Poeta, ensayista y traductora. Doctora en Filosofía por la UNAM, donde actualmente es profesora titular de Filosofía de la Religión en la Facultad de Filosofía y Letras. Estudió Filosofía Oriental y Meditación en Ganéshpuri, India. También ha sido profesora en la Escuela de Arte Teatral del INBA y codirectora de la Casa del Poeta. Su obra se ha publicado en diversas partes del mundo, como Líbano, Cuba, España, Estados Unidos, Francia, Colombia, Bélgica, Brasil, entre otros. Entre sus reconocimientos se encuentran el Premio Diana Moreno Toscano 1967, el primer lugar en la categoría de Poesía del Concurso Nacional de la Juventud 1971 (SEP) por La dama de la torre, el Premio Internacional de Poesía Jaime Sabines 1992 por su libro Moira, el Premio Xavier Villaurrutia 2007 (junto con Pura López Colomé) por Cuaderno de Amorgós, el Premio Universidad Nacional 2009 y la Medalla de Bellas Artes 2012 en reconocimiento a su trayectoria, por mencionar algunos. Aquí dejamos los versos que publicó en la revista ¿Por qué?, el 11 de octubre de 1968, como respuesta a la barbarie.

A quien corresponda

Y bien señores:
En la ciudad y el idioma que prefieran
Tenemos quince, veinticinco, dieciocho años,
Cuerpos hermosos, saludables,
Tenemos la cabeza y la conciencia claras
Y derecho a vivir humanamente.
¿Hasta aquí vamos bien?
¿A alguien le parece injusto o torvo?
Casi todos tenemos una gana profunda de armonía:
Lo que nos pertenezca sea como nosotros
Abierto y transparente,
La tarde mejor del mes de octubre.
Nos gusta la escuela.
Y también irnos de pinta al bosque
Y poner a los maestros un apodo irrespetuoso
Y sonar muchas veces con torpeza, ardientes,
El mismo sentimiento en la guitarra.
Nos gustan los Beatles, las fiestas y el fútbol
Y todos amamos a una muchacha de grandes ojos negros,
a un muchacho y pensamos en trabajar para casarnos.
Somos tan jóvenes aún que no tuvimos voluntad ni tiempo
de crear más intereses que nuestra
Propia virtud de adolescentes locos
O de muchachos sabios y serenos.
Muchachos, simplemente.
Violenta capacidad para el trabajo y el amor,
Violenta también para la rebelión, la ira, el combate, violenta.
Triste para la evasión y la anarquía.
Pero amamos, sin retórica, la belleza y la paz
Y no nos gusta, señores, a ninguno de nosotros,
Yo lo juro, que un muchacho de nuestros mismos
Años (ni cualquier hombre o mujer sobre la tierra)
Se vuelva difunto o asesino en las guerras imbéciles
Sea aplastado por presupuestos o por tanques,
Castrado, encerrado en la prisión.
No nos gusta que no le enseñen a leer
Pero si a engordar políticos ladrones,
A tener hambre y a dar gritos solamente para aclamar
el acelerado desarrollo y el nacional y unánime progreso…
Como que lo del hambre suena ya muy dicho
¿No les parece así?
Ni modo, gracias a ustedes la miseria
En todos sus colores y niveles es un lugar común.
(¿Miseria? ¿Cuál? Si el generoso pueblo
costea nuestros estudios y además
paga fiestas, joyas caras, yates, pieles…)
Pero vamos al grano. En dos o tres palabras,
Lo que pasa, poderosos señores,
Es que el mundo que ustedes nos heredan
Es un poco demasiado puerco, viejo y podrido
Y definitivamente no nos gusta.


Natalia Toledo
(Juchitán, Oaxaca, 1967)

Poeta bilingüe, escribe en zapoteco y español. Es egresada de la Sociedad General de Escritores de México (SOGEM). Ha participado en distintos talleres y cursos como el Taller magistral de poesía, impartido por la poetisa Elsa Cross, y Ruptura en el Arte, con la doctora Teresa del Conde en el Museo de Arte Moderno. Ha combinado su trabajo literario con la elaboración y difusión de la cocina del Istmo de Tehuantepec y el diseño de textiles. En 2004 obtuvo el Premio Nacional de Literatura Nezahualcóyotl por su poemario Olivo negro. De esta antología transcribimos los siguientes versos.

Ni náca’ ne ni reedasilú naa

Ti mani’ nasisi napa xhiaa ne riguite.
Ti ngueeengue rui’ diidxa’ ne riabirí guidiladi,
naca’ ti badudxaapa’ huiini’ biruche dxiña cana gutoo ne
qui nindisa ni
ti dxita bere yaase’ riza guidilade’ ne rucuaani naa.
Rucaa xiee ti yoo beñe zuba cue’ lidxe’,
naca’ layú ne guirá lidxi.
Ti bandá’ gudindenecabe,
ti miati’ nalase’ zuguaa chahui’galaa gui’xhi’ ró.
Ti bacuxu’ sti nisa, sti yaga guie’, cadi sti binni.
Naca’ tini bi’ na’ Xabizende.
Naca’ ti bereleele bitixhie’cabe diidxa’ gulené.

Lo que soy, lo que recuerdo

Una libertad que retoza y no se ha hecho fea.
La sensibilidad de un loro que habla,
soy la niña que se le caen las cocadas y no las levanta,
un huevo de gallina negra me recorre y despierta.
Soy una nariz que huele el adobe de la casa de enfrente
un patio y todas sus casas.
Una fotografía regañada,
un trazo delgado en medio de la selva.
Una flor para el agua, para otras flores y no de las personas.
Soy una resina que lloró San Vicente.
Soy un alcaraván que ahogó su canto en otro idioma.