Primero que nada, querido lector, esto no es el comienzo de una nueva sección con el horóscopo semanal. Déjame hacer la aclaración que éste es un artículo meramente informativo y reflexivo acerca de por qué, aún hoy en día, muchos le dejan el poder de sus decisiones al firmamento.
El fin de año y el inicio de uno nuevo siempre se presta a que, sin buscarlo, nos topemos con enunciados que rezan: "Tu planeta Marte por estos días se encuentra retrógrado en Capricornio"; "Tus números de la suerte son 32 y 11"; "Utiliza cristal de Obsidiana que te ayudará a retirar las viejas vibras para que pueda entrar energía renovada", entre otras patrañas. Estas fechas parecen un buen momento para exponer y pensar por qué, si el horóscopo es una falsedad, llena y vende por todos los medios de comunicación.
Aunque el mundo está dividido entre creyentes y escépticos de la astrología, lo cierto es que esta práctica antigua se ha infiltrado en la psique de la sociedad -sobre todo en el viejo mundo- por cientos de años.
Por supuesto, esto tiene una raíz tan aceptable como la religión: la necesidad de creer en algo. En este caso, en el futuro, en su buena o catastrófica fortuna y, sobre todo, en que es predecible.
Aunque sabemos que Astronomía y astrología son conceptos muy distintos, lo cierto es que, en algún punto de la Historia, convergieron y cabe mencionar que la astrología era mucho más seria que lo que es hoy en día. Incluso los más ilustres hombres de ciencia renacentistas se vieron influenciados por la astrología medieval.
Además de grandes reyes del pasado que basaron muchas de sus grandes decisiones - la guerra, el matrimonio y demás tipos de eventos decisivos - en la posición de los astros, matemáticos y astrónomos como Tycho Brahe, Nicolás Copérnico o Johannes Kepler, aparentemente regidos por la ciencia y los eventos fortuitos, también hicieron caso de las predicciones astrológicas. Hay que tomar en cuenta que por aquella época, astrología y astronomía no diferían abismalmente, de hecho, Copérnico es considerado el fundador de la astronomía moderna.
El historiador español Joan Vernet, menciona en su libro Astrología y astronomía en el Renacimiento, la fascinación que Kepler tenía por la astrología: “Kepler es, sin duda, el que más nos interesa de todos estos autores, puesto que en una carta a Fabricio (2 de diciembre de 1602) dice sin rodeo: ...Le ruego que tomé en serio lo que le escribí acerca de la astrología. Sí no recuerdo mal, demostré mediante consideración de principio y ejemplos, que no la rechazo totalmente.”
En ese mismo texto, Vernet menciona también la astrología como superstición de las observaciones astronómicas, que no son otra cosa que las predicciones, por ejemplo, del fin del mundo, las cuales nombra una mezcla del horóscopo con interpretación de la conjunción planetaria. Evidentemente falsas desde tiempos remotos, estas predicciones siguen dejando al planeta inmutado cada que va a llegar el fin de los tiempos, por enésima vez.
Se sabe que también se hacían predicciones o diagnósticos médicos a través de la carta astral que era elaborada con el día, hora y minuto en que nacía cada individuo. Una variante del sistema consiste en los dictámenes que los médicos levantaban al inicio de una enfermedad en los momentos cruciales de la misma para poder establecer un pronóstico. Incluso Vernet cita como ejemplo el 13 de octubre de 1601, cuando Tycho Brahe, “después de asistir a un banquete y de regreso a su casa ya no pudo orinar”. Al principio de la enfermedad que le aquejó, la Luna estaba en oposición a Saturno, en cuadratura con Marte en Tauro y este último planeta ocupaba el mismo lugar que en su horóscopo radical”.
Por otro lado, tenemos a los que han dedicado parte de su vida a mostrar el arte embaucador de la astrología, situándolo como una maraña de mentiras. El sacerdote francés Noël Antoine Pluche (1688), argumenta que la refutación de esta seudociencia está en su mismo origen. En su obra Tomo segundo de la historia del cielo, dice de la astrología: “nada otra cosa viene à ser, que una falsa interpretación de algunos signos entendidos al rebés”1.
Ahora podemos encontrar en el periódico, revista o portal web predilecto la forma más burda de la interpretación de los cielos. Pensar que nuestra suerte está escrita en las estrellas o que nuestro carácter está definido por las mismas, parece ser una burla a nuestra inteligencia. Sin embargo, aunque sea por mero morbo, de vez en cuando, echamos un ojo por el horóscopo semanal o anual.
[i]. Pluche, Noël Antoine. Página 7, Tomo segundo de la historia del cielo.
Traducida del francés al castellano por el P.M.FR. Pedro Rodríguez. Madrid, 1779.