La grandeza de uno significó el ocaso del otro. Dos de los más grandes estudiosos del firmamento, Johannes Kepler y Tycho Brahe, unieron sus conocimientos buscando explicar el movimiento de los planetas. Al menos, lo intentaron, pues a pesar de que ambos se necesitaban, la rivalidad siempre salía a flote. Tycho, presumía de sus logros y su posición económica y social. Kepler, aunque brillante, vivía de la autocompasión, por sus enfermedades, entre ellas, su mala visión y por la austeridad en la que vivía.
Sin embargo, las limitaciones de Kepler, que dieron pie a que su trabajo sólo fuera teórico, no fueron impedimento para que lograra descifrar el cielo que observaba con la ayuda de las tablas de Tycho Brahe. De esa relación codependiente —Amor, odio. Grandeza, fracaso— trata la puesta en escena La desobediencia de Marte, dirigida por Antonio Castro.
La cuarta obra dramatúrgica de Juan Villoro, —autor de Filosofía de vida, El filósofo declara y Conferencia sobre la lluvia— revela aspectos imprescindibles de la condición humana, entre ellas, la competencia, el engaño, la desconfianza, el miedo a la muerte, la incertidumbre, la insatisfacción, la vanidad, la envidia, la gloria deseada y la decadencia inminente.
Aunque el argumento principal es la relación entre los científicos, en medio de la trama se descubre una obra teatral dentro de otra. Dos actores, Joaquín Cosío (Tycho Brahe) y José María de Tavira (Johannes Kepler), ensayan para una puesta en escena en la que las similitudes entre los lejanos personajes que interpretan, les revelarán el estrecho lazo que los une.
El lenguaje satírico en los diálogos, que vienen y van de la humillación a la admiración entre los personajes, hacen de esta obra una cátedra acerca de la historia que vivieron —y que forjaron— Kepler y Brahe, al mismo tiempo que da enseñanzas sobre reparar los errores, aceptar la derrota cuando es tiempo y aprender del más experimentado.
Tanto Cosío como de Tavira representan la dupla de sus personajes a semejanza: Cosío, el imponente, experimentado y veterano. De Tavira, el jovial y ansioso, en el brote de su carrera.
Para finalizar este verano, no dejes de asistir a La desobediencia de Marte en el Teatro Helénico de viernes a domingo hasta el 1 de octubre.