El segundo sexo de Simone de Beauvoir

Por: Alejandra López Sánchez


Las mujeres deben ganar menos porque son más débiles y menos inteligentes

Declaración de Janusz Korwin-Mikke. Eurodiputado polaco ante el pleno de la Eurocámara. Marzo del 2017.

En distintas sociedades se ha aludido a la supuesta "inferioridad" femenina para promover y legitimar procesos de discriminación hacia las mujeres. Diferentes pensadores han buscado exponer y explicitar estos hechos a través de la filosofía y la teoría social. Una de las más destacadas pensadoras del siglo XX en este ámbito, fue Simone de Beauvoir, ideóloga francesa que evidenció, teóricamente, el origen de la situación de desventaja que ha condicionado a la mujer.

En una de sus más conocidas obras, El segundo sexo, escrito entre 1948 y 1949, la autora plantea un problema claro y sencillo ¿qué es una mujer? Es a partir de esta pregunta que se introduce en un debate que busca dar respuesta desde distintos enfoques: biológico, psicológico, psicoanalítico, filológico, filosófico y social. Conforme Beauvoir avanza en este diálogo se hace explicita la condición social negativa, de inferioridad y opresión en la que se ha ubicado a la mujer a través de la historia.

La obra se presenta como un esfuerzo por retratar tanto la génesis de la condición de la mujer, como las estructuras contemporáneas que la cruzan. En este marco, te presentamos de forma reduccionista, algunos de los más importantes argumentos del libro.

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La otredad

Para Beauvoir existe una subordinación conceptual que ha ubicado a la mujer como el Otro. Mientras el hombre es considerado como un absoluto indiscutible, pues su cuerpo y su naturaleza tienen sentido en sí mismo, la definición de la mujer se da en relación con el hombre. Como el objeto que adquiere sentido al relacionarse con el sujeto. Es así que se refieren a ellas como: la mamá de, la hija de, la esposa de, etc. De esta forma la mujer ha sido categorizada como el Otro social, lo inescencial, a pesar de no constituir una minoría, en ningún sentido:

La mujer se determina y se diferencia con relación al hombre, y no este con relación a ella; la mujer es lo inesencial frente a lo esencial. Él es el Sujeto, él es lo Absoluto; ella es lo Otro.

Para la autora, el lugar en el que se ha ubicado nominalmente a la mujer denota la posición de desventaja e inferioridad en la que se le ha situado socialmente en distintas épocas: […] los dos sexos jamás han compartido el mundo en pie de igualdad; y todavía hoy, aunque su situación está evolucionando, la mujer tropieza con grandes desventajas.


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El objeto

Al definirse como Sujeto, el hombre reduce a la mujer al Objeto, a aquel ser que: 1) adquiere sentido o se realiza solo en relación al sujeto (al hombre) y que, 2) existe para ser poseído: […] por el hecho de que se la mire como a un objeto, es ofrecida a toda subjetividad que opte por adueñarse de ella.

Es bajo esta premisa que, en diferentes sociedades, a través del tiempo, se le ha educado e instruido para agradar y para renunciar a su propia autonomía, con tal de cautivar. Y, por otra parte, a ser recatada, puesto que, cuanto menos ejerza su libertad de comprender y descubrir el mundo, menos recursos tendrá para afirmarse como un sujeto y rebelarse.


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El sexo

Para Simone de Beauvoir la mujer es lo que el hombre decide que sea y debido a que para los ojos de ellos aparece principalmente como un ser sexuado, su función o fin ha sido eso, el "sexo". Es así que aparece como el objeto de deseo, el cuerpo del placer. El objeto destinado a ser poseído:

Para la joven, la trascendencia erótica consiste en habituarse a hacerse presa. Se convierte en objeto, y se capta como objeto…

Mientras que el hombre asume su sexualidad como modo de apropiación del Otro, como una posesión que consume y destruye el objeto adquirido, a la mujer se le ha relegado a concebirse como un objeto. De ahí la aberración y el rechazo que en las sociedades occidentales ocasionan las mujeres feas o viejas, pues en ellas se expresa el Objeto sin atractivo, el Objeto que no quiere ser poseído.