El amor líquido de Zygmunt Bauman

Por: Alejandra López Sánchez

Llegó febrero y con él, un mar de globeros en las calles, reflexiones cursis en las redes sociales y chick flicks en la televisión por cable. Y, para no romper con esta práctica social extendida por el mundo, ni caer en lugares comunes como todo es un invento del mercado (no por ello menos ciertas), te presentamos el análisis acerca del amor y de las relaciones de pareja, de uno de los sociólogos más conocidos mediáticamente en los últimos años: Zygmunt Bauman.

El texto en cuestión El amor líquido, presenta una serie de argumentos, no conectados necesariamente, sobre el concepto amor. Siguiendo esta lógica, a continuación enumeramos algunos de los que nos parecieron los más importantes:

La única destreza que hemos perfeccionado es la capacidad de enamorarnos y desenamorarnos

El autor inicia el texto con una idea clara y sencilla: el amor y la muerte no tienen historia propia. Se trata de acontecimientos humanos, no conectados causalmente con otros sucesos similares, que llegan de manera sorpresiva. Por lo tanto, no se puede aprender a amar, ni se puede planear alrededor de este acontecimiento.

Sin embargo, para Bauman, en la actualidad crece el número de personas que llaman amor o amar a más de una experiencia. Al mismo tiempo que se modifique la visión romántica: hasta que la muerte nos separe, debido a la trasformación de las estructuras de parentesco que la sostenía. En este marco, los estándares de lo que es amor han bajado. El más claro ejemplo: a una relación sexual, casual, se le describe como hacer el amor.

Para el autor de origen polaco, la mayor disponibilidad de experiencias amorosas (o que calificamos de esta manera) nos hacen pensar que se puede aprender a amar. Sin embargo, la única destreza que parece haber aumentado es la capacidad de terminar y comenzar una nueva relación. Destreza desarrollada en el contexto de la cultura del consumo, partidaria de los productos listos para su uso inmediato, la satisfacción instantánea, los resultados que no requieren esfuerzo prolongado y las recetas infalibles.

Se trata de una sociedad que, guiada por el mercado y el shopping, satisface las ganas del momento y no el deseo (madurado). Seguir las ganas significa, en términos de relaciones de pareja, dejar viva la esperanza de que no habrá compromisos duraderos que cierren la puerta a otras posibilidades románticas.

La moderna racionalidad líquida ve opresión en los compromisos duraderos

En una época donde no hay trabajos seguros, ni carreras a largo plazo, explica Bauman, firmar una hipoteca con cuota de valor desconocido significa una amenaza que solo puede traer inseguridad y ansiedad, pues siempre quedará la duda del futuro que puede empañar la felicidad. De esta manera, decidir tener pareja o hijos, hacer una familia, significa arrojarse a un futuro de profundidades impredecibles que, además de generar malestar y tensión van en contra de la propia comodidad. En la época del consumo, apunta el autor, una relación a largo plazo es igual que una mala inversión en la que se pone tiempo, dinero y esfuerzo, pero de la que no se asegura se obtendrá ganancia.

En el caso del sexo, la práctica se adapta a la lógica de la compra y el alquiler. La vida útil de los bienes por lo general sobrevive a la utilidad que tienen para el consumidor. Al usar con recurrencia un bien, comienzan a perder su brillo y florece el sentimiento de no tener variedad ¿Por qué conformarse con un solo producto cuando se puede consumir una gran variedad de los mismos? En este marco, los encuentros puramente sexuales en los que la ausencia de ataduras queda clara desde el principio, representan una garantía de reembolso económico.

Si lo que plantea Bauman es cierto nos enfrentamos a un mundo volcado hacia el egocentrismo, a individuos solos y relaciones desechables que van y vienen, de acuerdo a los proyectos personales y las circunstancias. A personas que dejan de buscar la eternidad para sumergiese en la fugacidad.

Pareciera que, aprender a vivir sabiendo y asumiendo que nada es para siempre, es la premisa del nuevo siglo.