Por: Arody Rangel

Bukowski, el perdedor exitoso

Yo tenía talento, tengo talento. A veces me miro las manos y me doy cuenta de que podría haber sido un gran pianista o algo así. Pero ¿qué han hecho mis manos? Rascarme las pelotas, firmar cheques, atar zapatos, tirar de la cadena de los retretes, etc., etc. He desaprovechado mis manos. Y mi mente

Pulp, Charles Bukowski

En este mundo enfermo y triste, ¿cuál sería el destino obvio de un pobre chico violentado en su infancia, excluido en la juventud a causa de un terrible acné, desertor de la universidad, alcohólico y promiscuo? Seguro que el fracaso, como sucede con la vida de muchos perdedores del mismo tipo; nadie apostaría a que un hombre así podría ser un éxito literario, escribir igual de bien en verso y en prosa, aparecer en los medios y hasta trabajar para Hollywood como guionista, todo esto sin abandonar su decadente estilo de vida. Sin embargo, esta paradoja de perdedor exitoso alguna vez existió, se llamaba Charles Bukowski.

Hank, Chinaski, un antihéroe, el último poeta maldito de la literatura estadounidense del siglo pasado. Bukowski es el tema favorito de la literatura de Bukowski, vida destilada en literatura, un realismo sucio que elevó a categoría estética la resaca, la decadencia del underground, la suciedad de las calles y la vacuidad de todos los días; explícito, trasgresor, misántropo, nihilista y cínico, no hay reivindicación ni búsqueda de redención en su obra, sólo el gesto franco de quien fiel a sí mismo comparte sin más su visión del mundo y del hombre.

Consecuentemente, no hay ni cultismos ni academicismos, y a pesar de esto, ese viejo indecente fue en vida, y aún hoy a 25 años de su muerte, un autor de culto, el gurú de la embriaguez lúcida, ícono de los progres que se piensan marginales. Si queremos conocer sus influencias literarias tendremos que preguntárselo al polvo (a ese olvidado Fante-Bandini) o mirar hacia Céline, Camus, Dostoievsky y Kafka. Mejor aún, ir a conocerlo en persona, pues está ahí, volcado en sus libros.


Cartero (1971)

Bukowski rondaba los 50 años cuando publicó ésta su primera novela. A través del relato de Chinaski, su alter ego, conocemos cómo fueron los años en que trabajó para el servicio postal de Los Ángeles. Chinaski es un desencantado, alcohólico, apostador y promiscuo que apenas logra salvar el día a día; odia su trabajo, pero apenas logra salir de su círculo vicioso para dedicarse a lo que realmente quiere: escribir. Y al final lo consiguió: John Martin, futuro editor de Black Sparrow Books, le ofreció al viejo Hank un sueldo de cien dólares al mes para que dejara el trabajo odiado y se dedicara a escribir, así nació esta novela y así comenzó la leyenda viva de Bukowski y la mítica editorial de Martin.


Erecciones, eyaculaciones, exhibiciones / La máquina de follar (1972)

Estos dos volúmenes en español corresponden al original en inglés Erections, Ejaculations, Exhibitions and General Tales of Ordinary Madnesses, la segunda compilación de relatos de este realista sucio. El estilo, el tono y los tópicos están bien definidos: la juerga y la resaca, las mujeres, los barrios bajos y las vidas destrozadas, historias de la sórdida locura cotidiana.


Arder en el agua, ahogarse en el fuego (selección de poemas 1955-1973)

Este hombre se consideraba ante todo un poeta, esta selección corresponde a los años de producción anteriores al éxito literario. Solo el título es tremendo y será la constante de su obra poética.

Algunos no enloquecen nunca
Qué vida tan horrible
Deben llevar.


La senda del perdedor (1982)

Un joven Chinaski da voz a todos los Chinaskis del mundo, los del roto sueño americano o quizá es que a ellos les cobran la factura de ese sueño que es real para alguien más. Este clásico bukowskiano relata las historias de niñez y juventud, de pesimismo y desilusión, el difícil camino de las vidas destinadas al fracaso.


Ordinaria locura (1981) y Barfly (1987)

En Ordinaria locura Marco Ferreri llevó al cine por vez primera algunas historias de Bukowski, el famoso poema Estilo marca la primera secuencia del filme (El estilo es la respuesta a todo. / Una manera desenvuelta de afrontar algo aburrido o peligroso. / Hacer algo aburrido con estilo es mejor que hacer algo peligroso sin estilo. / Hacer algo peligroso con estilo es lo que yo llamo arte.). Años más tarde, Hank escribió el guion de Barfly (Dir. Barbet Schroeder), una historia “muy a la Bukowski”, aunque las impresiones de nuestro poeta maldito sobre su experiencia con la industria del cine hay que buscarlas en Hollywood (1989).