Por: Rebeca Avila

La señora Osmond

Junto a personajes como Jane Marple de Agatha Christie, Hester Prynne de Nathaniel Hawthorne, Elizabeth Bennet de Jane Austen, Beatriz de Dante Alighieri o Lucía de Julio Cortázar, figura una de las protagonistas más desafiantes dentro de la literatura: Isabel Archer.

La estrella de la novela de Henry James, Retrato de una dama, escrita hace más de un siglo, fue una quebrantadora de esquemas para su época (1881). El personaje de Archer mostraba a la antagonista de las “buenas” costumbres británicas y abría un mundo de posibilidades para las mujeres. Isabel Archer, una joven estadounidense, queda huérfana y al cuidado de su tía que vive en Inglaterra por lo que debe mudarse al viejo mundo. Dotada de una gran belleza —fortuna— y personalidad, los pretendientes le están a la orden del día y pronto se convierte en la señora Osmond. Sin embargo, su elección de esposo no es la más acertada y aunque no tiene un largo matrimonio, sí transcurre el tiempo suficiente para darse cuenta del villano al que está “atada”: el hombre busca, con ayuda de su hermana, despojar a Isabel de su riqueza. A pesar de pecar de ingenuidad, al final, la gracia de Isabel está en ser consciente de su entorno, de las personas que le rodean, de sus decisiones y errores. No busca lamentarse por ello y dar por sentado su destino.

Aunque pareciera que su fallo es abandonar a su yugo en Roma y volver a Londres, al final decide regresar a la vieja ciudad italiana.

El desenlace de Retrato de una dama está abierto a cientos de interpretaciones, ¿regresará a encarar a su marido? o ¿volverá con él? Mientras el lector da rienda suelta a su imaginación, existe un escritor que decidió aventurarse a darle continuidad a este clásico literario: John Banville. El resultado de la resurrección de este personaje —y de todos los elementales de la historia como Gilbert Osmond, Madame Merle, Mrs. Touchett, Lord Warburton y Henrietta Stackpole, entre otros— es la novela titulada La señora Osmond, donde su autor, quien es considerado como el mejor escritor irlandés vivo, realiza esta secuela siguiendo a Isabel en su regreso a Roma con una sola intención: la revancha.

La Isabel de Banville no huye de su pasado, sino que le hace frente, regresa a ajustar cuentas y también a salvar a su hijastra de las garras de su padre. Todo esto con nuevos ideales producto de su encuentro fortuito con las corrientes del feminismo sufragista. El otro aspecto que cambia esta novela es el erotismo del que Banville dota a su heroína, pues, además de sus nuevos ideales, Isabel lograr vivir la pasión romántica que le fue restringida en la historia de James.

Si te atreves a seguir la pista de Isabel Archer, debes estar preparado para dos cuestiones: la primera, para adentrarte y comprender desde el comienzo La señora Osmond, es importante e indispensable conocer o releer Retrato de una dama; la segunda, si ya hiciste lo primero, te advertimos —sin spoiler— que el final de esta secuela también quedará abierto a las posibilidades.