Por: Arody Rangel

De Sica, neorrealista en bicicleta

Su nombre figura junto a los de Luchino Visconti, Roberto Rossellini, Michelangelo Antonioni, Federico Fellini y Pier Paolo Pasolini bajo el apelativo de maestros del neorrealismo italiano, lenguaje cinematográfico que surgió tras la Segunda Guerra Mundial a bordo de la bicicleta de Vittorio de Sica, así despedimos al cine clásico y emprendimos la aventura de las narrativas modernas: el sombrío escenario de la posguerra, la miseria y la lucha por sobrevivir, una historia cualquiera que desborda la capacidad de acción de los personajes, la vida misma.

Además de ser el pionero del cine filmado en las calles, De Sica fue actor de teatro y también de cine, cantante, un personaje icónico de su época. Tanto a sus cintas neorrealistas, como a sus comedias all’italiana, debe su fama internacional y entre sus múltiples galardones hay cuatro Oscar.

Con este Top #CineSinCortes queremos celebrar el nacimiento del cineasta italiano (7 de julio de 1901) con cinco de sus obras fundamentales. El suyo es un cine-manifiesto, un cine de ruptura, el drama de la vida y la comedia más mundana, de tramas sencillas contadas con genialidad, de fuertes emociones y una que otra cursilería.


Los Limpiabotas (1946)

Al grito de Sciuscià, Joe! dos niños llaman a sus cajones de bolero a los peatones sin rostro que salen de los edificios importantes de la ciudad de Roma, pero no es sólo la pobreza quien los tiene trabajando en las calles: quieren comprarse un caballo. Pasquale y Giuseppe consiguen completar el dinero al enredarse en un atraco -engañados por Attilio, hermano de Giuseppe- y terminan en la cárcel de menores cuando apenas habían dado un paseo en su caballo. En la prisión, estos amigos vivirán un conflicto que terminará en desencuentro, desde ese momento la historia se precipita a un trágico final.


Ladrones de bicicletas (1948)

Para muchos esta cinta es el manifiesto del neorrealismo italiano, la obra maestra de Vittorio De Sica y una de las películas más importantes de la historia del cine. Va así: Antonio Ricci, desempleado y padre de familia, consigue, por fin, empleo como fijador de carteles, pero necesita una bicicleta y la suya recién la empeñó; María, su esposa, vende las sábanas para recuperar la bicicleta y entonces sentimos que todo irá bien, pero pronto llega el infortunio: alguien roba la bicicleta, Antonio intenta recuperarla, se rinde y optar por robar una, lo pillan, su hijo está viendo esto, al final no lo llevan ante la policía y, no obstante, no podemos con la frustración. Aún más: ninguna reseña hará justicia a la poesía de las imágenes de este filme, así que vaya usted a verlo.


Umberto D. (1952)

Considerada la última obra del neorrealismo, para muchos la cumbre del propio De Sica, para otros una película menor. En esta entrega, el guionista Cesare Zavattini pone en el centro de la trama a un viejo burócrata que logra subsistir con su pensión, espécimen de esa época de crisis de posguerra que va cediendo paso al nuevo acomodo del mundo. Los únicos que pueblan la soledad del viejo Umberto son su encantador perro Flike y la sirvienta María. Aunque esta película no alcanzó el éxito de sus predecesoras, vale la pena.


Boccaccio 70 (1962)

Este cóctel de Boccaccio que retrata la moralidad y el amor moderno, consta de cuatro episodios ideados, entre otros, por Zavattini y Calvino, dirigidos por los grandes del cine italiano: Mario Monicelli, Federico Fellini, Luchino Visconti y Vittorio de Sica; La rifa, el episodio de De Sica, es el último de la serie; en él, Sophia Loren encarna a Zoe, una feriante de una caseta de dardos, quien para librar los apuros económicos se ofrece como premio de una rifa, el ganador resulta ser un sacristán dispuesto a disfrutar de su premio. Este episodio y el de Monicelli son los mejores, pero tanto el elenco como los directores hacen que esta cinta resulte imperdible.


Matrimonio a la italiana (1964)

Protagonizada por la pareja favorita del cine italiano: Marcello Mastroianni y Sophia Loren, esta película es una comedia romántica muy peculiar: Filomena, prostituta, y Doménico, hombre de negocios, se encuentran por primera vez en un prostíbulo desalojado por la amenaza de un bombardeo, -qué mejor forma de comenzar un amorío-, de esta y otras anécdotas nos enteramos a través de los flashbacks de Doménico, despertados por la noticia de que Filomena se encuentra mortalmente enferma; la noticia lo sacude a tal punto que accede a cumplir la última voluntad de la moribunda: casarse con ella. Tan pronto están casados, Filomena salta de la cama y Doménico cae en cuenta del fraude; pese a lo que podría pensarse, no es la ambición lo que mueve a Filomena. Las cosas se complican sólo un poco, pero en esta ocasión tenemos un cursi final feliz.