Por: Arody Rangel

Algunas claves para leer “El extranjero”

La novela El extranjero de Albert Camus fue publicada el 19 de mayo de 1942 por la editorial Gallimard, se trata de la primera novela del filósofo argelino, a la que seguirían La peste, El último hombre o la dramaturgia Los justos. Es una de las obras más conocidas del autor, uno de los clásicos de las lecturas del bachillerato y, sin duda, una de las obras más importantes del siglo pasado: el manifiesto, por decirlo de algún modo, de la filosofía del absurdo.

En esta ocasión queremos proponer algunas claves que pueden alimentar la lectura de esta gran novela.


Hoy mamá ha muerto. O tal vez ayer, no sé…

En las primeras líneas, Camus nos revela de golpe el elemento más importante de la psicología del personaje: la indiferencia. Sabemos que el peso de estas palabras, más aún, de esta actitud, serán la ruina de Meursault. Pero es importante señalar que esta indiferencia es el reflejo de algo más hondo, Meursault encarna al héroe absurdo, el hombre que sabe que la vida no tiene ningún sentido intrínseco, que cualquier plan o meta trascendentes son vanos intentos de evadir el sinsentido de la existencia. ¿Qué más da si fue ayer, hoy, mañana? Moriremos, es un hecho, no podemos hacer nada contra eso.


Me daba en los ojos todo el cielo, azul y dorado

A lo largo del relato encontramos descripciones breves, pero poderosas, que nos transportan a la atmósfera cálida de los lugares en los que se desarrolla la trama: el camino hacia el funeral de la madre de Meursault, la tarde en la que se reencontró con María, el día funesto en la playa, las sesiones del juicio. Son sin duda el elemento más sensual de la historia, Meursault se deja envolver en las sensaciones, sean placenteras o incómodas, que le suscita el estado del tiempo; cuando nos encontramos al lado de Meursault, caminando en la playa, con el arma en la mano, nos hallamos aturdidos de sol al igual que él, en el sopor que le nubla y lo abandona en esa reacción absurda y gratuita. Indistintamente, este sopor se encuentra también en los momentos de alegría, del disfrute de la vida, en los paseos y las siestas, en el solo estar. Son elementos del retrato de una existencia que discurre sin más, en su llana cotidianeidad, con los que el autor hace patente la verdad única del “aquí y ahora”.


Comprendí que había destruido el equilibrio del día, el silencio excepcional de una playa en la que había sido feliz

La escena más terrible del relato es el asesinato del árabe en la playa. Terrible no porque sea sanguinaria o despiadada, sino en la medida en que Meursault dispara sin más, sin motivación, sin pasión aparente, sólo porque sí. Parece que la causa es el sopor de esa playa llena de sol, un aturdimiento de los sentidos. El extranjero se ha leído muchas veces en clave del conflicto moral que supone el cometer un crimen sin ningún incentivo real, pero al fin y al cabo un crimen, por el que Meursault es condenado a muerte.

Es importante aclarar que no se trata de una apología criminal, se trata de poner de manifiesto lo siguiente: ¿qué valores, qué verdades, qué parámetros pueden determinar a alguien que comprende que nada de eso tiene sentido? Cuando Meursault es juzgado no busca defenderse de nada, ni pretende aclarar los hechos, incluso se niega a recibir el consuelo del sacerdote; comprende la naturaleza y consecuencias de su acto, al igual que sabe que no puede cambiar nada; no hay culpa, no hay búsqueda de salvación, no hay arrepentimiento, sólo la franca aceptación de la propia vida y de la muerte.


Mersault - Sísifo

El mismo año en que se publicó El extranjero apareció el ensayo El mito de Sísifo, en el que Camus desarrolla su filosofía del absurdo. Los puntos que hemos señalado se encuentran también en el ensayo, y al igual que ahí, hacia el final de El extranjero nos encontramos con un hombre absurdo dichoso, que comprende su sinrazón, que se abraza a ella como su única verdad, que reconoce su libertad y que puede aún apreciar y disfrutar la belleza y alegría de la vida. Meursault es un Sísifo feliz, cargando la absurdidad de su existencia.


¿Extranjero?

En el título de la novela hay una metáfora, el hombre absurdo es un extranjero, un extraño en medio de todas las ideas que afirman que la vida tiene sentido, ante los hombres que tienen fe y esperanza en que hay una vida después de la muerte, un hombre que desafía con sus actos los valores y la moral estabelcidas. No es que Meursault no comprenda de qué van todas estas concepciones, el hecho es que sus convicciones son diferentes; sin embargo, vive en ese mundo, rodeado y juzgado por esas ideas, ajeno a ellas, extranjero.