Por: Everth Bolaños

Lleve sus ricas nieves

Güero, güero, güero… pásele por su rica nieve. Si estuvieras caminando por el malecón de Veracruz esto es lo que escucharías y es que se suele decir que, si vas al puerto y no consumes una nieve del Güero, güero, es como si no hubieras ido. Así como en Veracruz, la nieve es una deliciosa tradición en todo el país, porque sí, sólo aquí le llamamos nieve a lo que en otros lugares le llaman sorbete o simplemente, helado (sin importar si es a base de leche o de agua).

Pero ¿alguna vez te has preguntado de dónde provienen y a partir de qué momento se comenzaron a preparar? Quizá piensas que debido a la obvia refrigeración que requiere, su elaboración no es tan lejana, hecho que es falso, porque siglos antes de Cristo, los chinos ya mezclaban el hielo de las montañas con un poco de miel y frutas. Casi de igual modo lo hacían los árabes, quienes, de hecho, fueron los responsables de nombrarlos sharbets (que derivó en sorbete), palabra que significa “bebida”. En Europa fue hasta el siglo XIII d.C. que, gracias a los viajes realizados por Marco Polo al Oriente, conocieron por primera vez este refrescante postre, y el resto es historia.

Regresemos a México, donde se tienen indicios de que, desde la época prehispánica, diferentes pueblos como los teotihuacanos, preparaban un compuesto que constaba de hielo (traído de montañas y volcanes como el Popocatépetl), agua, miel, frutos como el mamey o el cacao e, incluso, pulque. Esta nieve era consumida únicamente por los altos jerarcas y se utilizaba para celebraciones religiosas. Posteriormente, comenzó a venderse, sin embargo, debido a lo difícil que era conseguir el hielo y mantener el producto sin derretirse, el costo era muy elevado, por lo que no cualquiera podía consumirlo.

Si bien lo descrito anteriormente ya se asemeja bastante a lo que conocemos hoy en día, fue hasta la época de la Colonia cuando las técnicas europeas para la elaboración de helado (recipientes rodeados con hielo y sal) se fusionaron con la gran variedad de frutas y especias que hay en nuestro país, lo que dio como resultado las famosas nieves de garrafa que tanto disfrutamos. No obstante, por esas fechas (siglo XVII) todavía no existían congeladores, por lo que la materia era traída de lugares como el Nevado de Toluca. Hasta ese momento, esta delicia únicamente existía en la ahora conocida CDMX y pasarían algunos años para que se extendiera su venta a Puebla y de ahí al resto del entonces Virreinato de la Nueva España.

Por otro lado, si queremos hablar de la primera heladería que existió en el mundo, tendríamos que remontarnos a la Francia de 1672, donde Francesco Procopio inauguró lo que podemos considerar el abuelo de las famosas cafeterías que actualmente hay en cada esquina, se llamaba Café Procope. Obviamente, éste era un producto mucho más elaborado, el cual incluía huevos, crema y mantequilla, de ahí la principal diferenciación entre la nieve y el helado.

Tuvo que pasar más de un siglo para que finalmente se inventara un artilugio capaz de congelar de manera artificial. Así, en 1823, John Leslie patentó el primer refrigerador, lo que dio paso a una nueva era en todas las áreas de la alimentación y claro, en la elaboración de ricas nieves. Y aunque a partir de ese momento todo cambió, la verdad es que nada se compara a las tradicionales que podemos conseguir con los señores que llevan su carrito y se mantienen haciendo este maravilloso postre a base de agua, como las originales, en sus contenedores con hielo y sal.

Así que, en esta época de calor, tienes un gran pretexto para disfrutar la extensa variedad de sabores que nos ofrece la temporada, misma que continúa sorprendiendo a propios y extraños.