Xavier Villaurrutia, de la soledad y otros quehaceres

Por: Everth Bolaños

¡Cuando fingí quererte, no sabía que te quería ya!

Inventar la verdad, Xavier Villaurrutia

En medio de las luces y el silencio, quizá de la misma forma en la que él siempre imaginó, el autor que le daba vida a la muerte se despidió un 25 de diciembre de 1950, a los 47 años. Sin embargo, su corta existencia no fue impedimento para forjarse un lugar privilegiado en la escena intelectual y literaria, por lo que, con motivo de un aniversario luctuoso más, hemos decidido hablar acerca de este grande.

Xavier Villaurrutia es uno de los escritores más importantes que ha dado México, fuente de inspiración para muchos otros, como Octavio Paz. Fue uno de esos hombres que decidió vivir en libertad, más allá de las propias imposiciones que le dictaba la época, razón que lo llevó a ser amigo de artistas como Frida Kahlo, Dolores del Río, Antonieta Rivas Mercado y su inseparable Salvador Novo, a quien conoció junto al ex Director General de la ONU Jaime Torres Bodet, mientras eran unos jóvenes preparatorianos en la Escuela Nacional.

Fue justo ahí donde comenzó a explorar su amor por las letras al escribir poemas que fueron publicados tiempo después en la revista que creó junto a Salvador Novo, Ulises. Si bien quiso estudiar derecho, decidió abandonar la carrera para dedicarse en su totalidad a la literatura y al arte dramático. Asimismo, fue fundador de los Contemporáneos, el cual era un grupo de jóvenes interesados en difundir la cultura con influencia extranjera, mismo que se hizo contrario a otro movimiento surgido por esas fechas, los Estridentistas, quienes buscaban dar cabida a la cultura popular.

Si bien, Villaurrutia es conocido especialmente por su obra literaria, es bueno saber que tuvo una fructífera aportación a la crítica, la cual era otra de sus pasiones. Además, fue uno de los principales traductores de Chéjov, escribió diversos guiones y hasta una ópera.

Respecto a sus versos, debemos de decir que Xavier Villaurrutia tenía dos temas recurrentes: la muerte y la soledad. De ahí surge su colección de nocturnos, poemas en los que juega con las palabras, en medio de una sutil oscuridad. Como claro ejemplo está Nocturno en que nada se oye, en el que se puede observar un interesante calambur, propio de su estilo, entre los versos tres y seis.

Y en el juego angustioso de un espejo frente a otro
cae mi voz
y mi voz que madura
y mi voz quemadura
y mi bosque madura
y mi voz quema dura
como el hielo de vidrio
como el grito de hielo
aquí en el caracol de la oreja
el latido de un mar en el que no sé nada
en el que no se nada
porque he dejado pies y brazos en la orilla […]

Otro de sus nocturnos es Nocturno miedo, el cual se le puede comparar a la concepción que realiza Calderón de la Barca en su famoso La vida es sueño respecto a la vida y la muerte.

La noche vierte sobre nosotros su misterio,
y algo nos dice que morir es despertar […]
El miedo de no ser sino un cuerpo vacío
que alguien, yo mismo o cualquier otro, puede ocupar
y la angustia de verse fuera de sí viviendo
y la duda de ser o no ser realidad.

Finalmente, como parte de su último libro publicado Cantos a la primavera y otros poemas, el cual data de 1948, extraigo un fragmento de Amor condusse noi ad una morte, en el cual Villaurrutia muestra su lado más luminoso y al mismo tiempo, sensible.

Amar es una angustia, una pregunta,
una suspensa y luminosa duda;
es un querer saber todo lo tuyo
y a la vez un temor de al fin saberlo […]

Tal como lo define Octavio Paz, Xavier Villaurrutia fue un hombre extraordinariamente inteligente que decidió aislarse en un mundo de sombras, "un mundo privado, poblado por los fantasmas del erotismo, el sueño y la muerte". Así que, si aún no conoces su obra, te invito a adentrarte a los claroscuros de un autor que no tuvo miedo a enfrentarse a su propia soledad.