Cuando el dragón devora al sol y otros cuentos

Por: Rebeca Avila

El 21 de agosto ocurrirá un fenómeno astronómico que desde 1991, México no tenía el placer de presenciar: un eclipse total de Sol, cuyo privilegio de verlo al cien por ciento, lo tendrán los habitantes de los Estados Unidos.

De la mitología

La explicación científica de este acontecimiento es muy simple en la actualidad: la Luna se interpone entre el Sol y la Tierra, por lo que en vez de recibir la luz solar, estaremos observando la sombra de la Luna proyectada sobre la Tierra. Sin embargo, aunque esto parece fácil de asimilar para el hombre moderno, hace unos cientos de años, incluso miles, la concepción de éste y otros acontecimientos cósmicos vistos de la Tierra, era motivo de arduo estudio en antiguas culturas, pero también de fundamentos mitológicos y religiosos que trataban de revelar el porqué de estos sucesos.

Diversas civilizaciones, como la china, egipcia, maya, india, azteca y nórdica, entre otras, buscaban el significado de estos eventos y creían —y temían— que sus posibles efectos podrían recaer sobre su fortuna. La mayoría de ellas, aunque con pequeñas variantes, asumían que los eclipses, al manifestar la ausencia de cualquiera de los dos astros —Sol o Luna—, significaban una lucha mítica entre el bien y el mal, la luz y la oscuridad.


De la observación a las leyes

A pesar de que estas leyendas siguen formando parte del folclore de las culturas, la curiosidad del hombre fue más allá para poder explicar los eclipses basados en el raciocinio, producto de la argumentación y el empirismo.

Algunos registros indican que los primeros que trataron de estudiar a los astros fueron los babilonios y los sumerios. Posteriormente, su legado quedó en manos de los griegos que, aunque asociaban cualquier suceso a mandato divino, comenzaron a mirar el firmamento en busca de respuestas puramente naturales, alejadas del arbitraje de seres supremos.

Miles de años después, durante el siglo XV, el polaco Nicolás Copérnico desarrolló la teoría Heliocéntrica, que plantea la idea de que es alrededor del Sol de quien giran los planetas y no de la Tierra, refutándola como centro del universo. Casi cien años después, gracias a su telescopio, Galileo Galilei pudo confirmar y complementar esta hipótesis, lo cual le costó la vida al ser acusado como hereje por la Iglesia Católica.

Casi al mismo tiempo, Johannes Kepler desarrolló una serie de estatutos nombradas más tarde Leyes de Kepler, en las cuales se describe el movimiento de los planetas alrededor del Sol sobre una órbita elíptica — no circular como se pensaba en la antigüedad — y a su vez, los satélites de cada planeta en torno a ellos, además de afirmar que tanto la traslación como la rotación de los integrantes del Sistema Solar, son proporcionales en tiempo y espacio.


La ciencia de los eclipses en nuestros días

El día de hoy podemos ya entender por qué los eclipses tienen cierta periodicidad y no ocurren de forma caprichosa, ya que cada determinado tiempo cuando el recorrido de la Tierra y la Luna coinciden y se ajustan en línea con el Sol, se producen estas sombras o interposiciones, según el caso. Los estudios indican que al año se producen dos eclipses solares, el tipo de éste — total, parcial o anular — depende de la alineación de los astros y de la fase lunar.

Cada que ocurren este tipo de acontecimientos, el ser humano tiene la oportunidad de seguir observando y expandir sus conocimientos. El eclipse solar de 1919, por ejemplo, sirvió para comprobar un aspecto de la Teoría de la Relatividad de Einstein, que planeaba que el conjunto, espacio tiempo, se veía afectado por la gravedad. El argumento intentaba probar que, si la luz atravesaba campos gravitatorios alterados, esta se curvaría en vez de atravesar ese tiempo espacio, lo que dio lugar en la astrofísica al concepto lente gravitatoria.

Para este 21 de agosto se han previsto dos sucesos interesantes que han causado curiosidad alrededor del mundo: de acuerdo con la NASA, resolviendo la Ley de la Gravedad de Newton, la fuerza gravitatoria del Sol, la Luna y la Tierra, aunada a la fuerza centrífuga anti-gravedad de esta última en su movimiento de rotación, los seres humanos seremos, mientras dure el elipse, más ligeros, es decir que para alegría de algunos, pesaremos medio kilo menos. Asimismo, la corteza terrestre se verá afectada por la marea y se elevará 40 milímetros, lo que indica que estaremos un poco más cerca del Sol.

¿Qué otras incógnitas se resolverán en futuros eclipses? Tal vez para el próximo, que será hasta el 2024, podremos conocer mejor el comportamiento de los animales ante este fenómeno.