Entre Diego y Pablo

Por: Erándeni Gamboa

Si comenzamos a escribir los contrastes sociales, políticos, económicos y culturales que existen entre dos países de distintos continentes, tendríamos una lista tan inmensa como el océano que los divide, pero ¿cuál podría ser el vínculo entre dos naciones tan distintas?

A pesar de hablar el mismo idioma y de la fusión cultural que se dio hace más de 400 años entre México y España, la perspectiva de los habitantes de cada uno de estos países jamás será la misma, pero existe un elemento que rompe con cualquier barrera y que logra crear un armonioso diálogo intercontinental: el arte.

Diego Rivera fue un gran muralista mexicano que, bajo la influencia de uno de los precursores del cubismo, logró integrar elementos mexicanos a dicha corriente que nació a principios del siglo XX en Francia. Este movimiento, encabezado por el pintor malagueño Pablo Picasso, no sólo replanteó la forma de contemplar el arte, también creó una descomposición de la naturaleza con la finalidad de que objetos y personas lograran ser apreciados desde diversos puntos de vista.

Después de que Picasso y Rivera se conocieron en París, la influencia de Pablo en Diego comenzó a notarse en obras como Maternidad, Angelina y el niño Diego, Marinero almorzando, Retrato de Marevna, La Torre Eiffel y Retrato de Martín Luis Guzmán.

Para ilustrar este coloquio entre dos grandes artistas plásticos, el Museo del Palacio de Bellas Artes y Los Ángeles County Museum of Art montaron la exposición Picasso & Rivera. Conversaciones a través del tiempo, en la cual se reflejan más de cien diferencias y coincidencias de vida, historia, identidad e ideología de ambos creadores, uno mexicano y el otro español.

Esta muestra estará abierta al público desde el 9 de junio y hasta el 10 de septiembre de 2017 en el Palacio de Bellas Artes.