Por: Rebeca Avila

Historias del más allá, la fascinación de lo espectral en la literatura

“—Nosotros mismos —dijo lord Canterville— nos hemos resistido en absoluto a vivir en ese sitio desde la época en que mi tía abuela, la duquesa de Bolton, tuvo un desmayo, del que nunca se repuso por completo, motivado por el espanto que experimentó al sentir que dos manos de esqueleto se posaban sobre sus hombros, estando vistiéndose para cenar. Me creo en el deber de decirle, míster Otis, que el fantasma ha sido visto por varios miembros de mi familia, que viven actualmente, así como por el rector de la parroquia, el reverendo Augusto Dampier, agregado del King's College, de Oxford”.


El pasaje anterior que corresponde a El fantasma de Canterville de Oscar Wilde es un claro ejemplo de la idea moderna acerca de un fantasma: un ente etéreo, atormentado, cuyas demandas pueden tener, incluso, un trasfondo oscuro. Esta idea nostálgica del alma atrapada en el mundo de los vivos, aunque alcanzó su auge y proliferación en la época victoriana, no es una invención reciente. Muchas culturas a lo largo de historia han hecho lo propio y coinciden al jugar con la idea del fantasma. Heredadas del folclore propio y la tradición oral, culturas orientales como la china y japonesa, mesoamericanas como los nahuas y mayas, desarrollaron ideas propias acerca de los espíritus que vagan por la tierra, trayendo consigo malos presagios.

Puede que sólo sean una concepción general creada por los humanos como una necesidad de perpetuar la existencia del ser, una suerte de inmortalidad del alma, la prueba misma de que nuestra existencia no termina con la muerte, pero sean mitos o leyendas, creencias o “experiencias”, los fantasmas siempre han resultado fascinantes. Relacionados también con el espiritismo o invocación de espíritus, propio también del siglo XIX, los fantasmas son una estirpe diferente: no son invocados ni están entre nosotros por voluntad propia, tienen “asuntos pendientes”, quieren “decir la verdad”, defienden su hogar de intrusos, pero también, en ocasiones no ignoran qué los retiene o ni siquiera “saben que han muerto”. La literatura está plagada de historias de fantasmas desde antes de la época victoriana y el auge de los relatos góticos, pero han sido esas historias del siglo XIX y principios del XX las que nos han provisto de la imagen del fantasma y que ha sido copiada y transformada una y otra vez.

Desde el de Canterville de Wilde, los de los múltiples cuentos de Poe, los siniestros de Otra vuelta de tuerca de Henry James; pasando por los del realismo mágico del Pedro Páramo de Rulfo y de Cien años de soledad de Márquez; hasta aquellos afrancesados y perturbadores cuentos de Guy de Maupassant y el falso fantasma de la ópera de Gastón Leroux, las historias que hablan de estas almas son infinitas. En este Librero te proponemos 5 opciones para conocer diversas formas de estos entes atrapados en el mundo de los vivos.


Los ingrávidos

La segunda publicación y primera novela de la mexicana Valeria Luiselli, lleva por título Los ingrávidos, los que están desprovistos de gravedad, los que flotan, como los fantasmas. Y sí, en efecto, en esta novela corta se dan cita varias apariciones, pero no de las que sacan sustos y pretenden importunar a los demás personajes. Son más bien una suerte de mezcla entre proyecciones ficticias de los narradores de la historia, mismos que juegan con los tiempos y las percepciones. La obra en un principio es narrada por una escritora, madre de tres hijos y casada, que en los mínimos ratos que tiene, fuera de ser madre y esposa, intenta consolidar ideas para su escritura. Pero antes de esa vida que lleva ahora, era otra mujer, joven que viajaba en los trenes del subterráneo neoyorkino. En sus viajes, vislumbra a otro igual, pero de otro tiempo, el escritor Gilberto Owen, el protagonista de su novela. A su vez, Owen se vuelve un narrador más, al contar sus remembranzas de juventud. Así, estas “apariciones”, entretejen historias sobre la vida y muerte.


Los peligros de fumar en la cama

Mariana Enríquez es toda una autoridad en la literatura de terror latinoamericana. Con sus novelas y complicaciones de cuentos ha logrado cautivar, mediante un escalofrío que eriza los vellos del cuerpo, tanto a amantes del genero como a los curiosos que se acercan y ha dado una vuelta de tuerca a los típicos temas que abordan las historias de terror. La antología Los peligros de fumar en la cama tiene, entre sus 12 cuentos que la conforman, nuevas formas atemorizantes -incluso con un toque de comicidad- de ver a los espectros. Están los que flotan, seres pequeños que un día fueron niños y que quieren pedir algo, pero no son traslucidos. A estos se les cae la ropita vieja y la carnita a pedazos, mientras persiguen a su “víctima”; los hay también los que son invocados, seres caprichosos que hacen lo pertinente para cumplir sus objetivos, aunque esto signifique dejar trastocado a alguien en el camino; y existen también los que cazan una presa vulnerable, que se alimentan de la depresión y la soledad, siniestros entes con sed de otra alma.


La historia de los fantasmas. 500 años buscando pruebas

En una breve biografía se dice que el autor Roger Clarke, además de escribir críticas de cine, tiene un entusiasmo infantil (porque de esta etapa viene) por los fantasmas. Ahora de adulto y ante la imposibilidad -hasta el momento- de ver a un auténtico fantasma, Clarke ha tenido a bien dedicar años de investigación a la idea de lo que es un fantasma, ¿desde cuándo se habla de ellos?, ¿cómo deberían ser?, ¿qué “pruebas” hay de su existencia? Y de ahí nació este ensayo, donde reúne curiosos datos y relatos sobre espectros, haciendo de la ficción propia de las apariciones un documento valioso sobre las concepciones culturales que hablan acerca de fantasmas. Porque, quizá no existan, y nadie haya presenciado realmente a uno, pero todos estamos empapados de su idea. Desde la taxonomía de los fantasmas, las casas encantadas, el fantasma como ente americano, la vulgaridad de los fantasmas y cómo se relacionan con la idea del cielo y el infierno, son algunas de las curiosidades que abordan estos 500 años de fantasmas, vertidos en estas páginas.


Para leer al anochecer

Además de los clásicos no sólo victorianos sino de la literatura universal como Oliver Twist, David Copperfield y el celebrado Cuento de Navidad, donde se nos mostró a los fantasmas como aleccionadores y guías hacia la redención, Charles Dickens fue, además un novelista contador de historias llenas de esperanza, un hacedor de oscuros relatos, muchos de los cuales publicó en la revista literaria que él mismo dirigía, All the Year Round. En ella salieron a la luz algunos de los títulos que conforman Para leer al anochecer, una compilación de cuentos espectrales. En él se dan cita verdaderas joyas que dibujan al fantasma victoriano, como El guardavía, un clásico de los relatos fantasmagóricos; La casa encantada y El fantasma en la habitación de la desposada.


Cometierra

Para concluir estas recomendaciones cambiamos el giro a una historia donde los fantasmas se manifiestan ante quien los busca: Cometierra, así apodan a la protagonista de esta novela de Dolores Reyes. Cometierra tiene un don que puede sentirse como una maldición: cuando, literalmente, come tierra del último lugar donde estuvo una persona muerta (en esta historia, mujeres), puede conocer la verdad: cómo murieron y quién fue el perpetrador. Es una especie de médium poco ortodoxa, pero la gente acude igualmente para buscar respuestas y quizá consuelo. En ese camino, descubre incluso cuál fue el destino final de su propia madre. Además del horror que infunden tanto los espíritus de estas mujeres como los fantasmas internos que suelen aparecer en esta historia, el terror verdadero no radica en esas mujeres (des)aparecidas, sino en las revelaciones de las maneras más crueles en las que murieron.