Por: Mariana Casasola

Truman Capote, cuentista del misterio y la locura

En 1959, Truman Capote (1924-1984) se topó con un breve artículo en The New York Times sobre el espantoso asesinato de cuatro integrantes de una familia en una remota granja de Kansas. Enseguida supo que esta era la historia que había estado esperando escribir durante 20 años. Él ya había adquirido éxito y reconocimiento por sus ficciones, como la novela Desayuno en Tiffany's (1958), pero desde que había comenzado a escribir ya había teorizado que el periodismo y la escritura creativa podrían unirse en la forma de lo que él llamó la "novela de no ficción". Sin embargo, el tema tenía que ser correcto y este crimen, decidió, podría ser el vehículo perfecto.

Acompañado por su amiga de la infancia Harper Lee, autora de Matar un ruiseñor (1961), se dirigió a Kansas para investigar los asesinatos de la familia Clutter. Su viaje resultó en una serie de artículos para la revista The New Yorker, basados en seis años de investigación y entrevistas que fueron transcritas de memoria sin el uso de grabadoras o notas. Luego, convertido en un libro, A sangre fría (1965) se convirtió en un éxito de ventas, a pesar de diversas afirmaciones de que no es del todo verídico. El nombre de Truman Capote se convirtió en sinónimo del género true crime y lo estableció como toda una celebridad.

Casi 60 años después de su publicación la novela sigue siendo una lectura sorprendentemente tensa e inquietante, inolvidable por la forma en que captura el espeluznante y tácito contrato entre el observador y lo observado, y que sobre todo demostró la genialidad que tuvo Capote de entender cómo este asesinato en el medio oeste rural de Estados Unidos tenía una cualidad mítica y que ofrecía una vista siniestra al oscuro vientre de la posguerra en su país. Pero la novela no sólo tuvo un impacto negativo en la salud mental del escritor hasta su muerte, sino que también terminó por identificar al escritor principalmente con el género criminal y periodístico, opacando en adelante su talento como creador de grandes ficciones llenas misterio y de agudas perspectivas de los círculos sociales con los que Truman Capote se desenvolvía.

Capote fue un cuidadoso artesano de las palabras. Éstas parecen haber sido elegidas meticulosamente por su poder evocador para crear imágenes intensas. Sus descripciones de las estaciones o el clima realzan aún más los efectos que quiere crear; la nieve, la lluvia, el crepúsculo y la luz del sol definen escenarios, reforzando así la naturaleza autorreflexiva de sus historias. Las cocinas, los vestidores de una habitación, los áticos y locaciones aisladas son entornos típicos de sus historias, que hablan de aislamiento. Capote describe la atmósfera, la ubicación, los personajes y los eventos como una belleza conmovedora, pero a menudo escalofriante y ominosa. Su juego entre realidad y sueño también produce una belleza inquietante.

Más allá de A sangre fría, Truman Capote también fue autor de magníficos cuentos cortos, siempre ejercicios de su gran estilo para armar historias tan elegantes como sinceras, tan compasivas como grotescas sobre la fragilidad de la psique humana. En estos relatos casi siempre se desarrollan misteriosos sucesos oníricos. Sus protagonistas intentan realizar tareas habituales cuando de pronto se encuentran con obstáculos inesperados, por lo general en forma de personajes extraños, enigmáticos e inquietantes. Esta figura transforma el mundo real del protagonista, generalmente de formas indeseables e irreversibles.

En el marco del aniversario 79 de su nacimiento (30 de septiembre) recordamos en este Librero al Truman Capote cuentista del misterio que reside en nuestras cabezas siempre atadas al pasado, a las infancias torcidas y a los anhelos frustrados. Aquí hablamos de tan solo un par de esas historias cortas que tienen un aire gótico, casi sobrenatural, pero debido a que los detalles proporcionados por el autor siguen siendo realistas y controlados, esos elementos misteriosos son sutiles y, por lo tanto, aún más insidiosos.

Master Misery (1949)
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Este cuento habla de cómo el enigma del reino de los sueños puede invadir el mundo cotidiano y luego consumirlo. Su historia sigue a Sylvia, una joven mecanógrafa que acaba de dejar su ciudad natal para establecerse en Nueva York, así que se queda con un par de amigos. Ella pronto se ve frustrada por la incomodidad de convivir con una pareja de casados y sus limitaciones para ganar más dinero y poder rentar su propio apartamento, hasta que un día escucha una conversación improbable: un tal Señor Revercomb compra sueños. Ella, intrigada, decide visitar la casa de piedra rojiza en la Quinta Avenida que le indica y descubre que el Sr. Revercomb sí compra sueños por dinero en efectivo. Pero los acontecimientos toman un giro desafortunado para Sylvia en una de sus tantas visitas y vemos cómo ella irá creando su miseria, a punto de perder a todos y hasta ella misma.


A Tree of Night (1945)
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Un árbol de la noche plantea muchas preguntas pero ofrece pocas respuestas. Los eventos parecen inverosímiles, de pesadilla, pero dado que Capote se deleita en la paradoja, su historia no puede clasificarse ni como un sueño puro ni como una simple realidad. Aquí la protagonista es Kay, una estudiante joven que regresa en tren a la universidad después del funeral de un tío. Es tarde en una fría noche de invierno, cuando aborda en el andén desierto. Tomando el único asiento disponible, se sienta frente a una pareja extraña: una mujer en sus cincuenta, con una cabeza enorme y un cuerpo enano, mientras que el hombre es mudo, con ojos marmóreos y un rostro inexpresivo. Aunque Kay inicialmente es educada, espera que la dejen sola, pero la mujer quiere compañía y conversación y aunque intenta mantenerse distante, la mujer y el hombre son persistentes, agresivos y la sumergen en un miedo aterrador. Como en una pesadilla, Kay quiere gritar y despertar a los demás pasajeros, pero de su boca no sale ningún sonido. Capote parece implicar que los seres humanos son extremadamente vulnerables a los instintos destructivos. Quizás cuando se parte de un recuerdo o miedo de lo más profundo de la psique, uno lo proyecta y lo expande hasta que adquiere un grado aterrador de realidad.


The Innocents (1961)
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Este escrito no es un cuento en sí, sino la adaptación para el cine de uno de los relatos de misterio más famosos, La vuelta de tuerca (1898) de Henry James. En 1961 Capote se encontraba en proceso de escribir A sangre fría; sin embargo, como era fanático de la novela de James, aceptó la propuesta del director Jack Clayton y se tomó un paréntesis de tres semanas para reescribir el guion. Esta es esencialmente una historia de posesión. La diva británica Deborah Kerr interpreta a Miss Giddens, una institutriz contratada para cuidar a los pequeños Flora y Miles por su tío adinerado. Inicialmente, los niños parecen dulces y tranquilos, pero pronto empiezan a tener episodios de actitudes raras, agresivas y perturbadoras; parecen guardar secretos entre ellos y tener visiones extrañas. Miss Giddens finalmente conecta todo esto con la muerte de dos empleados de la gran mansión: la pasada institutriz de los niños y el valet, quienes se encontraban encerrados en una relación abusiva. Miss Giddens se pregunta si esta pareja está usando a los niños como vehículos para continuar conectados físicamente. Capote introdujo en los diálogos el simbolismo freudiano que se destaca en la película, implicando incluso que los fenómenos sobrenaturales experimentados por la señorita Giddens son el resultado de su propia represión sexual y paranoias en lugar de experiencias paranormales legítimas. Esta es considerada una gran adaptación del clásico, quizá la mejor, ya que además plantea al espectador un constante juego de significados ocultos en el que se diluyen los límites entre lo lógico y lo sobrenatural, el bien y el mal, así como la razón y la locura.