Por: Arody Rangel

¿Dónde la Revolución?

“La revolución es el huracán, y el hombre que se entrega a ella no es ya el hombre, es la miserable hoja seca arrebatada por el vendaval...”

Los de abajo, Mariano Azuela


Con la publicación en 1915 de Los de abajo de Mariano Azuela suele marcarse el inicio de la llamada novela de la Revolución mexicana, clásicos y obligados son los títulos El águila y la serpiente y La sombra del caudillo de Martín Luis Guzmán, Vámonos con Pancho Villa de Rafael F. Muñoz, Cartucho de Nellie Campobello, incluso La muerte de Artemio Cruz de Carlos Fuentes o el Llano en llamas de Juan Rulfo. Si atendemos al hecho de que la Revolución no fue una sino muchas, comprenderemos que las novelas que pertenecen a este género aborden la multitud de momentos y la pluralidad de voces de aquel movimiento armado del que emergió el México moderno: sean los de abajo, en plena gesta o desairados con el desenlace de ésta, o bien, el caudillo a caballo por la historia, de tal modo que lo único que permite agruparlas es la temática revolucionaria.

Con motivo de un aniversario más del inicio de aquel movimiento armado, en este Librero hemos compilado algunos relatos en los que la Revolución está por acaecer o ya sucedió, es apenas el telón de fondo de las añejas batallas que libran los hombres desde que comenzaron su marcha sobre la tierra: la lucha por el poder, por el reconocimiento, por la religión, pero también por los ideales y la libertad. No obstante estas luchas, en México parece cumplirse eso de “cambiar todo para que las cosas sigan igual”, tragicómico destino de la historia nacional.


Mala hierba, Mariano Azuela
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Publicada en 1909, siete años antes que la inaugural Los de abajo, cuadro y escena de la Revolución mexicana que ofrece el punto de vista de las masas rebeldes en el momento álgido de aquel combate, entre 1914 y 1915, mientras que Mala hierba es un cuadro y escena porfirista, anterior a aquel caótico estallido y que da perfectamente cuenta del estado de cosas, de las tensiones existentes en la sociedad mexicana que impulsaron la revuelta. Los protagonistas de este relato ambientado en el campo son las únicas dos clases sociales que existían en México durante el régimen de Díaz, la clase alta y las clases desposeídas, el campesinado sometido a la tiranía de los de arriba. Las malas hierbas son los hacendados del lugar, familia cuyo abolengo se remonta a las postrimerías del virreinato, y si bien el brío de sus ancestros se ha desdibujado en ellos, aún gozan de la admiración de los lacayos debido al éxito de su posición social y a habilidades como domar caballos y mujeres; no obstante, la admiración de aquellos infelices, aletargados en la servidumbre y la ignorancia, no es la única que ocupa lugar en sus espíritus, será cuestión de tiempo para que el odio creciente de los desclasados tome las armas en busca de la justicia social.


El apóstol, Ricardo Flores Magón
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¿Qué es una Revolución sin ideales? Mucho se puede discutir al respecto, tanto como pasa desapercibida la influencia de los hermanos Flores Magón en los bríos revolucionarios: a través de su Regeneración, estos pensadores propagaron la conciencia de clase y llamaron a subvertir el orden dictatorial, no sólo a través de la columna, los panfletos y los pronunciamientos, sino también a través de cuentos y relatos, todos de la pluma de Ricardo Flores Magón. De estos escritos, publicados entre 1910 y 1917, destacamos El apóstol, en él, un delegado revolucionario va de pueblo en pueblo llevando la buena nueva de que la Revolución por fin ha estallado e insta a las personas a sumarse a la causa, sea tomando las armas, sea con su apoyo material o moral; son los primeros días de 1911, apenas se han movido las primeras piezas de ese gran drama y el apóstol encuentra a los que serán los protagonistas de aquella gesta, apáticos, indiferentes y ebrios, inconscientes de que gastan su salario precario en la tienda del amo, que pagan gustosos al opresor para mantenerse evadidos de la realidad, enajenados; tanto, que uno de los hombres del pueblo va a la comisaría para entregarlo y ganar así unas monedas, cual Judas traidor… con todo, aquel propagandista mantiene en su cerebro, lúcida, la idea que clama por tierra y libertad.


Al filo del agua, Agustín Yáñez
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Se usa esta expresión para significar que está a punto de llover y también que algo está por ocurrir de manera inminente. En el pueblo de Yahualica, del mexicanísimo bajío, donde el tiempo parece haberse suspendido por obra de una moralina religiosa que inhibe a sus habitantes, escondiendo sus miedos y deseos, la laicidad juarista no se observó y la modernidad y el progreso traídos por el Porfiriato se viven con recelo; es la semana santa de 1909 y las noticias traídas de fuera sobre la incipiente Revolución perturban a los habitantes, precipitándolos paradójicamente al trastorno y la violencia. Esta novela de Yáñez es considerada la primera de corte moderno en México y también marca el fin de la llamada novela de la revolución mexicana; no es un retrato ni campesino ni indigenista, la irrupción revolucionaria es el telón de fondo de algo que está a punto de quebrarse dentro del pueblo, entre sus habitantes, en esa vida pasiva falta de aspiraciones y esperanzas, dejada al consuelo de la represora religión. Lo que ofrece el autor es un retrato del estado de ánimo de las personas de provincia al filo del agua de los hechos que cambiarán el rumbo de la historia nacional.


Los recuerdos del porvenir, Elena Garro
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“Yo sólo soy memoria y la memoria que de mí se tenga” nos dice el sureño pueblo de Ixtepec, protagonista de esta que fue la primera novela de Elena Garro; a través de él conocemos su historia: el asedio sufrido por su gente en manos del general Francisco Rosas, quien se ensañaba con ellos debido al desaire de la mujer más bella del lugar, Julia Andrade, quien huyó del lugar con el forastero poeta Felipe Hurtado; de la relación amor-odio que Isabel Moncada sostuvo con el general y de cómo este pueblo asediado fue aniquilado. Esta novela acontece durante la guerra cristera, uno de los capítulos finales de la Revolución, y muestra cómo, a pesar de las promesas de cambio y justicia social, tras el movimiento armado la realidad de inequidad y opresión de las personas cambió apenas y en lo que concierne a los verdugos; hay también una denuncia al papel servil al que se ha relegado a la mujer y aquellas heroínas, Julia e Isabel, quienes articulan los dos momentos de esta historia; están también el amor y el desamor, pero de forma igualmente importante aparece todo el abanico de pasiones humanas fraguando los motivos y los días. Los días, el tiempo, he ahí la cuestión: para Ixtepec, al igual que para cualquier sitio en México, el destino parece ser el de repetirse, la condena de tener sólo recuerdos del porvenir en la medida en que “el porvenir es la repetición del pasado”; la Revolución pasó, pero no pasó, al igual que todos los pretendidos cambios de nuestra contemporánea historia.


Dios en la tierra, José Revueltas
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Breve y terrible, este cuento tiene también como contexto la guerra cristera, en un lugar anónimo la gente ha blindado sus casas con lápidas de piedra, volviéndolas impenetrables al paso de los federales, esos soldados al servicio del estado que ha atentado contra dios. La gente ha desmantelado la tierra para que a su paso aquellos hombres no encuentren ni siquiera agua. Uno del lugar, un profesor, se compadece de los uniformados y les proporciona el vital líquido; al ser descubierto el pueblo entero se ensaña sobre él y después de golpearlo, lo empalan y colocan en medio del campo, cual espantapájaros. “Dios se había acumulado en las entrañas de los hombres como sólo puede acumularse la sangre, y salía en gritos, en despaciosa, cuidadosa, ordenada crueldad”: ésta, como todas las guerras, emerge del odio fratricida, por más que se le nombre dios y al compás de un ¡Viva Cristo rey! se ejecuten “cristianos”, por más que en nombre de la causa, lo mismo da cuál, en los frentes se inmolen víctimas propiciatorias.


El gesticulador, Rodolfo Usigli
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Esta pieza teatral para demagogos dividida en tres actos monta la farsa de César Rubio, profesor universitario de historia que acaba de mudarse de la capital al norte del país a falta de trabajo; el mismo día que ha llegado a su nuevo hogar, junto a su esposa y sus dos jóvenes hijos, recibe la inesperada visita de Oliver Bolton, también profesor de historia, proveniente de la Universidad de Harvard para realizar una investigación sobre la Revolución mexicana. Bolton está varado y pasa la noche con ellos, al conversar con Rubio sobre los motivos de su viaje e investigación, éste no deja pasar la oportunidad de hacerse pasar por el líder revolucionario que el estadounidense está buscando: da la casualidad de que se llaman exactamente igual y que él sabe todo acerca de aquel general que gestara la Revolución junto a Madero y estuviera a la altura de Huerta, Carranza y Zapata; y lo que es mejor, la suma de dinero que está en juego es justo lo que necesita para mejorar su posición. Esta usurpación le traerá una fama repentina, quebrará los lazos al interior de su familia y le mostrará la verdadera cara de la revolución “institucionalizada”: un sistema político corrupto y criminal.


Los relámpagos de agosto, Jorge Ibargüengoitia
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Farsa histórica de la guerra civil mexicana acaecida entre 1910 y 1930 (según asienta la historia oficial), una parodia de Ibargüengoitia sobre ese acontecimiento del que bien cabe preguntarse si no fue una farsa en sí mismo, aunque esto nos colocaría más en el tono de la tragedia que de la comedia, que es de lo que va esta historia. Los relámpagos de agosto compendia las memorias del veterano revolucionario José Guadalupe Arroyo, quien en el año 1928 recibió un telegrama del general Marcos González, presidente recién electo, donde le comunicaba que en reconocimiento a su labor en favor del país, de la revolución y como pago de un par de favores personales, lo había nombrado su secretario particular. Sus sueños, sin embargo, se desvanecieron muy pronto al acaecer la muerte por apoplejía de González, hecho que el expresidente, Vidal Sánchez, aprovechó para ocupar de nuevo el poder e instalar un “vidalato” y razón por la que Arroyo, junto con otros excamaradas, buscaron sublevarse y fracasaron en el intento. La historia se muestra algo distorsionada y los nombres reales de los personajes que la protagonizaron no son los que les pone Ibargüengoitia, pero como bien señala el autor en la Nota explicativa (Para los ignorantes en materia de Historia de México) que aparece al final del texto: “Éstos fueron, como quien dice, los padres de una nueva casta militar cuya principal preocupación, entre 1915 y 1930, fue la de autoaniquilarse”.