Por: Mariana Casasola

Orson Welles. El genio y el fracaso

Al final de sus días, Orson Welles se encontraba solo y en bancarrota. Falleció un 10 de octubre de 1985 en una cabaña en las colinas de Hollywood y enseguida su patrimonio pasó a pertenecer al caos financiero y legal que él había cultivado la mayor parte de su vida. Después de haber sido el autor de la que ha sido considerada por décadas y décadas la mejor película de todos los tiempos, se extinguió uno de los más grandes personajes del cine.

¿Qué es Orson Welles junto a otros cineastas norteamericanos, sus contemporáneos o sucesores, que sí amasaron fortunas inmensas?, ¿y qué es junto a otros autores que lograron más de una obra maestra? Tras una larga serie de películas poco afortunadas y destrozadas por la crítica, además de líos interminables por los derechos de autor de sus obras, ¿se puede decir que al final de su vida Orson Welles era un fracaso? En realidad, su desenlace nos lleva a una apreciación más exigente del éxito que los números nunca van a satisfacer.

Porque Orson Welles no realizó ni uno solo de sus numerosos proyectos creativos por dinero, y gracias a eso jamás comprometió su autenticidad como autor, cosa que esos directores que cuentan sus fortunas en miles de millones jamás podrían alcanzar. Quizá ninguna de las películas que hizo después de Citizen Kane (1941) fue tan brillante ni reconocida, pero Welles tenía tan sólo 25 años cuando realizó esa película perfecta, y después de esto se entregó a la convicción de que puede haber una vivacidad en la imperfección, que atrae más poderosamente que la magnificencia. Es así como se hizo de una trayectoria, por decir lo menos, tan brillante como extravagante. Sus éxitos y sus fracasos fueron igualmente titánicos: revolucionó la forma de hacer radio, estuvo detrás del teatro más llamativo del siglo XX y creó algunas de las películas más memorables. Nunca tuvo miedo de experimentar y jamás hizo nada por el dinero, sino por la sed de contar historias. Es así como Orson Welles ha inspirado a más directores que cualquier otro cineasta.

Ya que su vida personal fue tan compleja, sus logros tan variados, su personalidad tan insondable y los mitos que le rodean tan penetrantes, hasta nuestros días Welles parece un personaje incansable. Tal como su gran obra maestra, Citizen Kane, que sigue siendo diseccionada sin cesar por la crítica y los amantes del cine por ser una suerte de enciclopedia donde se pueden encontrar aplicadas las más variadas técnicas cinematográficas.

Desde The Godfather (Dir. Francis Ford Coppola,1972) hasta There Will Be Blood (Dir. Paul Thomas Anderson, 2007), cualquier película que vaya tras el corazón oscuro del sueño americano tiene una deuda con Citizen Kane, un filme que tiene sus raíces en temas de poder, corrupción, vanidad y todo lo perdido en el misterio de la última palabra de un moribundo. Aquí le dedicamos un repaso por los elementos más fascinantes del libre genio de Orson Welles que se vieron traducidos en las imágenes inolvidables de este clásico del cine de todos los tiempos. Después de eso, sólo Welles podía darse el lujo de fracasar a lo grande.


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Rompecabezas

Las películas habladas, las talkies, tenían poco de existir cuando Welles hizo su debut en el cine, y en ese entonces las películas eran bastante predecibles. Prácticamente todas usaban los mismos ángulos de cámara, la misma iluminación y los mismos tipos de sets. Citizen Kane rompió todas las reglas, empezando por los métodos de narrativa. Su trama gira en torno a la historia de la vida de Charles Foster Kane (interpretado por el propio Welles), un magnate de la prensa que tiene una enorme riqueza e influencia pero que no alcanza el cargo político ni el amor que anhela. Sin embargo, en lugar de una película biográfica convencional, se trata de un rompecabezas que junta múltiples narradores y perspectivas de la misma historia. Ya que es un periodista quien se empeña en conocer el significado de las últimas palabras de Kane, éste encuentra y entrevista a cinco de sus personas más cercanas, quienes reconstruyen a través de sus recuerdos, en flashbacks, la vida del magnate. Pero el director jamás presenta estos trazos de Kane de forma cronológica y además usa varios de los diálogos superpuestos. Una narrativa tan caótica y fascinante como la propia vida de Kane.


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Mezcla de géneros

Además de varias narrativas, Citizen Kane también abarca múltiples géneros cinematográficos. La película comienza con los acordes pesimistas de la banda sonora de Bernard Herrmann mientras vemos la silueta irregular de un castillo en una colina neblinosa. Estamos en territorio de horror gótico —el castillo bien podría ser propiedad del conde Drácula—. Le sigue a esta escena un montaje extraño: una tormenta de nieve, un globo de nieve, la boca de Kane mientras respira su palabra moribunda: Rosebud. No han pasado ni tres minutos y la película ya no es de terror sino un experimento surrealista digno de Buñuel o Dalí. Luego, diferentes saltos hacia el misterio, el falso documental, drama político, melodrama… No es de extrañar que los estudiantes de cine amen esta película, pueden repasar en dos horas el temario de todo un semestre.


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Anciano de 25 años

Cuando Orson Welles hizo Citizen Kane tenía sólo 25 años. Para entonces ya era reconocido como uno de los directores teatrales y radiofónicos más ingeniosos y capaces, pero en esta su primera película excedió todas las expectativas como joven prodigio desde el guion (que coescribió con Herman J. Mankiewicz), hasta las actuaciones encabezadas por él mismo. De la mano de una caracterización y maquillaje brillantes, Welles sorprendió con su actuación del mismo hombre en distintas etapas de su vida, y sobre todo con su interpretación de la vejez del personaje, Kane al final de su vida es después de todo lo más importante de su historia que medita sobre el fracaso, el arrepentimiento y la crueldad del tiempo.


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Enciclopedia de técnica

El aspecto visual de Citizen Kane puede ser su logro más deslumbrante. El director de fotografía Gregg Toland (quien, por cierto, fue el maestro de Gabriel Figueroa) estaba ansioso por trabajar con Welles tan solo por su gran reputación de romper las reglas en el escenario de teatro. Y estaba en lo cierto, porque Welles llegó al set con diversas ideas que los cineastas tradicionales de Hollywood nunca pensarían o tendrían el coraje de intentar. Juntos mandaron a hacer específicamente para esta película material fílmico especial, lentes e iluminación para lograr las luces y sombras, enfoque profundo (una vista que mantiene enfocados tanto el primer plano como el fondo) y múltiples ángulos de cámara que cuentan la historia de Kane. Muchas de estas técnicas nunca se habían probado antes en Estados Unidos y muchas no se aplicaron de manera tan efectiva como en esta cinta. La fotografía de Citizen Kane revolucionó la forma de hacer cine, pero tal novedad y controversia resultaron una maldición para Welles, cuya carrera nunca volvió a disfrutar de alabanza semejante.