Por: Mariana Casasola

Brujas hechas de letras

Entre los temas más fascinantes de la cultura occidental, pocos han permanecido frente al paso del tiempo, o inspirado una bibliografía tan sólida, como las brujas. Si bien la palabra “bruja” se registra (en inglés arcaico) por primera vez en textos europeos de finales del siglo XIV, el concepto como tal tiene antecedentes mucho más anteriores y, de distintas maneras, esparcidos por todo el mundo. Los relatos sobre mujeres que practican magia o hechicería son tan antiguos como la historia misma, y continúan creándose hoy en día.

Desde la biblia y la mitología griega hasta Shakespeare; desde los textos inquisitoriales hasta la ciencia ficción moderna. Siempre ha existido una enorme variedad de historias de brujas, pero en todas podemos encontrar rasgos en común: éstas son mujeres cuya encarnación de la feminidad de alguna manera sobrepasa o desafía los límites aceptados por la sociedad: ellas son demasiado poderosas, demasiado viejas, sabias, sexualmente agresivas, vanidosas, independientes, demasiado deseables.

En torno al tan popular Día de brujas, dedicamos este Librero a algunos de los textos y las figuras más influyentes de las letras —que curiosamente han sido escritos mayormente por hombres— para observar a grandes rasgos la evolución de estas brujas que hoy observamos tan tranquila y divertidamente en disfraces, populares novelas, cine o televisión, pero que un día fueron objeto de condenación, persecución o masacres. Nos enfocamos en esas brujas hechas de letras, mujeres que han inspirado en la literatura occidental (porque los imaginarios prehispánicos, asiáticos o africanos también son enormes y complejos, pero serían tema aparte) tanto terror como ensoñación.


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Circe

Esta bruja mitológica fue descrita en el siglo VIII a.C. por el poeta Homero en su Odisea. Circe, era una mujer poderosa con amplios conocimientos tanto de magia como de medicina y herbolaria. Su poder era tal, que podía convertir a sus enemigos en animales. En su viaje, Ulises arribó a la isla de Erea donde se encontraba el gran palacio de piedra de Circe. Ella, enamorada del héroe, falló en convertirlo en animal y frenar su viaje, así que después de retenerlo un año sin verse correspondida, le ayudó a tomar una mejor ruta con destino a Ítaca. En el relato de Circe, encontramos un ejemplo temprano de cómo se muestra a la mujer-bruja tratando de aprovecharse con sus poderes del inocente hombre; además de una lectura clara de que la magia femenina de la cual huyen los hombres es la del enamoramiento, que les hace perder su libertad.


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Malleus Maleficarum

En el Malleus Maleficarum o El martillo de las brujas, no encontraremos personajes específicos, pero sí un tratado detallado de las supuestas prácticas que caracterizaban a quienes hacían brujería. Publicado por primera vez en 1486, podría decirse que fue un best seller mundial instantáneo, un éxito de ventas para su época porque fue el más reeditado, alcanzando su máxima difusión en los siglos XVI y XVII como un texto clave durante los juicios contra aquellos acusados de herejía y brujería —por supuesto, sobre todo mujeres—. Como documento histórico, el Malleus Maleficarum evidencia el modus vivendi de una sociedad crédula de sucesos que hoy nos parecen absurdos, pero también nos obliga a verlo como un referente cultural que forjó la identidad de la sociedad en que vivimos actualmente.


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Las fatídicas hermanas

En relatos antiguos como el de Circe, las brujas ya eran mostradas como poderosas, peligrosas, impredecibles y poco confiables. Quizá esto preparó el camino para futuras representaciones, como la figura canónica en torno a la brujería que es la de las Hermanas Wayward o las Hermanas Fatídicas en Macbeth (1623) de Shakespeare; tres matriarcas que iniciaron con sus profecías la espiral de muerte y terribles acontecimientos a lo largo de esta obra clásica. Shakespeare las describe como ancianas decrépitas, de rasgos masculinos, con barba, algo muy parecido al estereotipo que encontramos de las brujas de piel verdosa, con verrugas y siempre buscando embaucar.


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La Celestina

Bien sabemos que la España medieval no estuvo exenta de los horrores de la cacería de brujas, pero nos dejó una obra compleja y original en la que la magia y la brujería tienen un papel fundamental. La Celestina, como popularmente se le conoce a la Tragicomedia de Calisto y Melibea, atribuida a Fernando de Rojas, narra la relación de una joven pareja y, sobre todo, el papel de la mujer que hace de alcahueta de estos enamorados, la bruja de nombre Celestina, que con su magia, previamente contratada por Calisto, hechiza a Melibea para que se ésta se enamore perdidamente del susodicho al que antes rechazaba. Esta obra, además de parodiar la tragedia romántica, le atribuye gran importancia a Celestina como personaje, de principio marginal (antes era prostituta) pero inteligente, conocedora del alma humana y sus debilidades, astuta y elocuente, siempre orgullosa de sí misma y de su oficio, hedonista por convicción, aunque su codicia sea la que la lleve a su fin. No es sorpresa que la novela, uno de los grandes clásicos de nuestras letras, haya sido prohibida por la Inquisición.


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Las brujas de Oz

Como hemos visto, la representación de las brujas se ha ido transformando a lo largo de la historia, con una apariencia cada vez más agradable y hasta glamorosa, y con un comportamiento aparentemente cambiado. El clásico de las letras en inglés El maravilloso mago de Oz (1900), de Lyman Frank Baum, es un ejemplo importante de esta transición. Las cuatro brujas que Dorothy conoce en su viaje por el mundo de Oz son representadas de manera diferente. La Malvada Bruja del Oeste y La Buena Bruja del Norte contrastan enormemente tanto en apariencia como en personalidad. Mientras que la primera tiene una imagen más convencional con su piel verde y su castillo oscuro, la segunda se representa como bella y amable pero igual de poderosa. Esta última descripción se ha incorporado con mayor fuerza a la cultura moderna a medida que el ánimo por las brujas ha pasado del miedo a lo desconocido a la fascinación por el poder que da la magia.


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Hermione Granger

Finalmente, tenemos a un personaje que ejemplifica por completo el giro que en la historia ha tenido el término "bruja". Quizá nadie haya hecho más para canjear la imagen de la bruja que J.K. Rowling, cuyos libros han vendido millones de copias en el mundo. En el universo de la saga de Harry Potter, "bruja" es un título libre de implicaciones históricas negativas, que sirve solo como la contraparte femenina del mago. En la serie de Rowling, practicar las Artes Oscuras no es asunto particular de un género, ni tampoco las mujeres malvadas son de apariencia estereotipada, pueden ser igual de despampanantes o demacradas. Y aunque evidentemente Harry Potter es indiscutiblemente el alfa y omega de esta saga, ningún otro personaje demuestra ser más inteligente, ingenioso, capaz y dotado que la joven Hermione Granger: "La bruja más brillante de su edad".